Me ha arrollado la embestida de tu mirada de fuego y revolcado por el suelo aún recojo las cenizas de como ardieron mis ojos y mi corazón con tus sonrisas. Me he quedado empantanado en las marismas de tu risa, y una tenue y suave brisa me va recorriendo el alma con el perfume de tu cuerpo y el aroma de tu mar en calma. Me he embriagado de infinito y de eternidad sin pausa cuando un beso de tus labios se derramaba por mis playas. Autor Daniel Pazos