La dureza del alma se mide con el miedo, y es la vida, hermano mío el más duro de los juegos. Una bala se abre paso debajo del cielo donde los hombres como yo lloramos en silencio. Hace falta música para tantos sentimientos, hace falta una chispa de amor para iniciar un gran incendio. Todos arderemos en él si nos acercamos a su fuego, y nadie temblará de frío en esta larga noche de invierno. Hay un golpe en la lejanía que atraviesa mis versos, es el llanto de una madre que se aloja en mis adentros. Es una bala pérdida, el más ferviente de los consejos, es la sangre del mundo en las agujas delgadas del tiempo. Hace falta música para tanto sentimiento, o tal vez un abrazo grande, hermano, para no sentir jamás el miedo. Y todos seremos uno como uno será el sentimiento, y tendremos en el pecho, al fin, el corazón de todos latiendo. ¿Cuantas personas sin nombre bajo este oscuro aguacero buscan una respuesta cualquiera ante tanto dolor y desprecio? Nadie dijo que el amor era del todo perfecto, pero basta que se manifieste para poder, al fin, comprenderlo. Hace falta música para tanto sentimiento, o una palabra redonda, a lo mejor, que infunda la esperanza con su aliento. Y acercarnos a esa palabra para que todos estemos contentos, porque es en el lenguaje del amor el pan que hace falta para nuestro sustento...
Ella miraba la fisionomía de las palabras que aún yo no había dicho; por los recovecos sin gracia del alma se quería inmiscuir, en el impredecible mover del tiempo me perspectivaba como una imagen ontológica que un día después: yo mismo iba a escribir. Descalza y con los pies húmedos por mi pecho, la inspiración trazaba las huellas susceptibles de su andar, estuve por un largo rato flotando en su encanto, en la proporción áurea de sus ojos como el pintor que en el lienzo su espíritu sabe expresar. Acorralado de poemas en el estado natural y sugerente de su silueta, como un incienso sagrado el vapor de mi corazón a ella subió, no sé si por reverente o por poeta o quizá porque mi esencia, sin reparo, en ella se vertió. Por poco sublimamos nuestros labios, (al menos en los versos que pensé) ya que en la luna sumergida de sus ojos por primera vez en la vida: me encontré...
Todo un siniestro que aletea la noche dentro del pecho.
Hay una máquina que mutila mi orgullo cuando me besas.
Átomos de sol recogen la materia en tu sonrisa.
hay un incendio lamiendo el infinito cuando me ves.
Un niño pierde su única cometa en mi interior.
El ala rota de un verso lastimado que está en el suelo.
Baño de luz que se riega en la flor que hay en tus ojos.