La espalda hierve en el sôlido torrente que retumba. En el desfile vamos detràs de los carros de acero forzando el encierro. Cuando apaguen las ganas de asesinarse, cuando enmudezcan viendo los cuerpos destruìdos, cuando tuerzan su vigor destructivo y las venas se agiten en cada combate, desde las bocas tronantes zozobraran las sombras quietas.
Acosado por los sueños del amor, el silencio huyò de tu boca y ahoga la luz multicolor, con una espada chasquea sobre hierbas secas: ¡oh figuras desoladas! emprendieron el viaje del delirio, hunden el odio y el amor en congeladas grietas, derraman la sangre del culto, ahogan siluetas, oprimen la espesura del espiritu, atraviesan los canales donde paren puercos, donde fuimos antes y seremos siempre. La lluvia de hoy contiene tus sabores, los balanceos inaprensibles y... la carcajada que afrenta en mil formas.
El era muy joven cuando comenzò su carrera militar: captaba los sucesos con orgullo y usaba el coraje. Nadie podìa saber que vida le esperaba, pero naciò aquì y se formò allà, navegando tres meses llegò al otro lado del ocèano. Estudio en la academia militar, (como suele decirse el hàbito hace al monje) . Aprendiò a lidiar de un modo formidable hasta recibir honores en los combates, tenìa su caballo dispuesto para cada batalla, su espada curva y el coraje distintivo. Pero el odio impera y alguièn deplorò su valentìa e idearon una trampa. Era muy capaz en las batallas y prevalecìa, cosechaba honores y era respetado. Cuando lo acorralaron estaban dispuestos a la masacre; arrastrarlo como una bestia... Pero todo fue diferente. Luchò y matò a doce enemigos. Se habìa cebado con el propio coraje. Pero eso trajo la secuencia de avatares. Y por fin atraìdo por el predominio volviò a independizar a su tierra.
Apenas se requiere de una flor inolvidable y arrojar la nostalgia para que devuelvas caricias. Entonces pedî que te multipliques: ahora eres dos. Tu y Yo en lo infinito arrojamos gotas tristes al amar la noche. ¡oh ser divino que ahuecas todos los espacios del cielo! Por eso te llamo Barbara ( lo cual no sugiere brusquedad) Pues te conocì luego de tus abrazos debajo de la lluvia apaciguada, y fue el comienzo de las mil formas de amarte tantìsimo, entonces fuimos tripulantes sin obviar la luna, con su predominio acerado por el brillo; tampoco tu celo, tampoco tu danza del alba, cuando expulsas y despliegas: cuando me acorralas y consumes ardua con el beso y de sùbito renazco. Has herido con pasiòn, has abierto los ensueños... expandièndote virginal no perviertes tu mirada, no me dejaràs caer en un grito ni aceptaras una canciòn de sangre.
Desde ahora la sed pasional acorrala, fue segundos antes de amar los vuelos y caer en el paisaje, fue el sol despabilando, elucidando su brillo primitivo, cuando el sinsabor no es el secreto, cuando el luto se tornò melancòlico y extrajiste de los espinos jugosos pleitos Despuès en los antiguos rìos: el reposo de barcas enlodadas...Soterradas y apaciguadas, tuviste presente que la vida preside las condenas. ¿Serà preciso la metàfora de la condena? La angustia de los lapsos presiden tu abandono, el jadeo de emociones extinguidas, el luto abandona al ser viviente: son lapsos reiterados: son cuadros del arte pleno: el lapso es el luto melancòlico que abandona al viviente...
Los chubascos se descolgaban a intermitencias. Él pensaba ¿por qué me dejaste solo? ¿Qué haré sin ti en la playa repleta con el gentío? Y de pronto la vio. Seguro que era ella porque iba y venía por la playa perdida en sus pensamientos. ¿Por qué debo sufrir por una mujer que dejò de amarme? Nunca olvido. Recuerdo cuando desapareciste en la nieve en el sur chileno ¡qué hacías sola sobre un risco? Y aquel extraño... Lo vi seguirte. Luego dijiste que solo era un turista que se acercaba a despedirse... ¿Cómo se explica? Se dieron un beso, (tú dijiste rozamos nuestras mejillas.) Reías: ¡eres celoso! ¡Inventas! Pero esa noche en la pista bailable los dos se manoseaban. ¡ Eureka! Sa¿
Los chubascos se descolgaban a intermitencias. Él pensaba ¿por qué me dejaste solo? ¿Qué haré sin ti en la playa repleta con el gentío? Y de pronto la vio. Seguro que era ella porque iba y venía por la playa perdida en sus pensamientos. ¿Por qué debo sufrir por una mujer que dejò de amarme? Nunca olvido. Recuerdo cuando desapareciste en la nieve en el sur chileno ¡qué hacías sola sobre un risco? Y aquel extraño... Lo vi seguirte. Luego dijiste que solo era un turista que se acercaba a despedirse... ¿Cómo se explica? Se dieron un beso, (tú dijiste rozamos nuestras mejillas.) Reías: ¡eres celoso! ¡Inventas! Pero esa noche en la pista bailable los dos se manoseaban. ¡Eureka! Saqué mi pasaje y luego deslice una nota de despedida. Ya no me aferraré Buscaré, o esperaré... No merezco este chubasco... No creas que porque no me ames sufriré: pienso que no merezco encima este chubasco...