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  2. 13 de junio - Día del Escritor
    Antología “Devanando el Ocaso” - Reflexiones
    ¿Por qué escribo?
    ©Katia N. Barillas

    A solicitud de la Asociación de Escritores de Rivera, Uruguay, a la que pertenezco y con la que colaboro, estoy elaborando esta reflexión sobre qué me inspira a escribir. Antes que nada, quiero participarles que la disciplina de la escritura, me ha servido para no acumular desechos que a la larga terminarían enfermando mi cuerpo. Escribir es para mí vaciar el alma de odios y de venganzas y de rencores y de todo aquello que corroe raciocinio y corazón. No hay nada mejor que desaguar las tristezas y dejar que ese hueco enorme y vacío de amargura, sea llenado con buenos sentimientos, pensamientos, alegrías y paz interior; es todo un proceso en que, la resiliencia me permite continuar asimilando a conciencia, el significado de las palabras: agradecer, bendecir, dar y perdonar.

    Adicionalmente, agrego que, todo a mi alrededor me llama la atención, como, por ejemplo, sentir y ver pasar a los pájaros “caburé” migrar en libertad absoluta… ellos, vuelan alto y forman flechas y simulan pequeños puntos que decoran las alturas de la bóveda celeste. Son aves rapaces. Sus chillidos aturden, porque parecen gritos de muerte… al respecto, en mi análisis profundo, pregunto: ¿podrá el hombre alguna vez dejar escapar todo lo que tiene atorado y que no le deja respirar, ni crecer, ni vivir, ni soñar? Yo, por mi parte, creo ser el amanuense que en mutismo total observa por el cristal de la ventana aquel suceso semestral. No sé a ciencia cierta qué es lo que pasará, pero, la imaginación y el lápiz dirigen el dibujo de mis letras dando forma a cada palabra con el movimiento incontrolable de mi diestra sobre el papel. Es así, y, sobre el papiro inminente, veo flotar pájaros silvestres, de plumaje azul-verdoso, entonando su canto matinal desde lo alto de los árboles de mangos y jocotales y cocoteros, porque presienten ser la presa de las aves de rapiña viajeras.

    Escribir es dejar fluir las emociones guardadas. La mente se da a la tarea de parir lo inimaginable y crea y funde: deseos, voluntades, fe y ansiedades. Cada escrito difiere su contenido. Unos hablan de dolos y lamentos; otros, de alegrías y tristezas, etc.; también pueden ser líneas que aroman con la exquisitez de sus versos hasta transfigurarse en una secuencia inteligente y elegante de metáforas, rimas, ritmos y moralejas… o sea, hasta convertirse en una poesía llana, tácita, transparente, volátil y recurrente, lo que significa, dejar huellas permanentes sin levantar ni la voz ni el fusil; o bien, la elaboración de prosas voraces -algunas veces- diplomáticas -otras- de esos escritos que sin tapujos ni rodeos narran fatalidades, mentiras, muertes, guerras y penas, entremezcladas con buenas acciones y lógicas falsas y verdaderas y hasta alocuciones dirigidas que hablan por los que se sienten perdidos, así, con lengua y boca, pero, sin voz ni esperanzas, porque les arrebataron los derechos y los sentires.

    Quienes deslizamos nuestras plumas -derramando la tinta en cuartillas– somos como los pintores que plasman en sus lienzos, sea a colores, en sepias o en blancos y negros, lo que les aturde, les molesta, les disgusta; o bien, los paisajes que les arrancan sonrisas y los transportan a los buenos recuerdos. Los escritores como los artistas en general, tenemos en nuestras manos las cerbatanas que despedirán dardos punzantes hasta acabar sigilosamente con cualquier pájaro “caburé” y, el resto será historia, leyenda o cuento, porque de alguna manera culminará por ayudar a quienes no se atreven a luchar -como se debe- por ellos mismos y por los suyos. Acá hago mía la célebre frase que el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, don Benito Juárez, dijera cuando se restauró la República en México en el año 1867 y que reza: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.”

    Escribir pues, me hace libre totalmente. Los ojos dejan de botar agua salina y delegan al numen, la creación de diatribas que coadyuven a la humanidad a pelear por: justicia, legalidad, ley, orden y equidad, conceptos que componen la “Declaración Mundial de los Derechos Humanos Universales”, ya que, a mi real ver y entender, las sociedades desde siempre son esclavizantes… no libertarias. Por estas y otras razones, hay que ser osados y hacernos escuchar sin violencia… la pluma y el papel, harán la diferencia.

    www.katianbarillas.com
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  3. ACRÓSTICO al PADRE TERRENAL kb2.jpg
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  5. REFLEXIÓN SOBRE EL 19 DE JUNIO
    “DÍA INTERNACIONAL DEL PADRE
    ©Katia N. Barillas

    Desde que tengo uso de razón, he escuchado a las matronas de varias familias predecir: “madre, siempre habrá para todos los hijos… padre, para ninguno”.

    La Sagrada Biblia enseña que el ser humano es un ser tripartito, formado por espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23), por lo tanto, el creyente tiene un Padre del espíritu que es Dios (He. 12:9); un padre del cuerpo, es decir, el padre biológico y un padre del alma, que es el ministro que lo cubre (Ti. 1:4; 1 Jn). En la mayoría de los casos y valga la pena recordar, me atrevo afirmar que, en todos los tiempos, se pueden contar con los dedos de las manos, a los hombres que se toman en serio ese rol.

    La idiosincrasia masculina es así... los machos son los proveedores del hogar (aunque algunos ni eso hagan); y, la mujer, además de ser quien cuida del hogar y de la descendencia de ambos, debe de brindar cuidados al “hijo adoptivo”, o sea, al marido.

    Son pocos los hombres honorables y responsables que he podido conocer. En números finitos, puedo decir que, están ancianos o ya no están físicamente. En la extensión de la palabra, los caballeros hoy día y por qué no afirmarlo, desde siempre, han estado en peligro de extinción. Esos varones para quienes la palabra dada era palabra empeñada y debía de cumplirse a cabalidad, porque anteponían “las obligaciones” a “las devociones”; esos hombres hogareños, que preferían disfrutar de su familia y hacerlo con agrado; esos especímenes fieles y leales, parecidos a los lobos, que no solían buscar en la calle, lo que ya tenían a manos llenas en su casa; esos machos ´no machistas´ que eran amorosos y cuidaban con celo de su parentela; de esos seres masculinos, infortunadamente, quedan muy pocos y, están desapareciendo con rapidez descomunal. Muchos se preguntarán: ¿existen esos ejemplares aún? La respuesta es: ´quizás´… pero, es como “encontrar una aguja en un pajar”.

    Algunos de ustedes que están leyendo este escrito, pensarán que soy “feminista”, pero, no. No lo soy. Ese término -desde mi punto de vista- es demasiado inclusivo. Simplemente que, en la sociedad donde me desenvolví, vi muy pocos buenos ejemplos relativos a este tema; mas, no echaré toda la culpa al género masculino.

    Muchas veces, las mujeres, somos también “machistas” y creyendo que hacemos lo mejor, criamos a nuestros hijos dentro de ese gran error. He escuchado a muchas amigas decir a sus niños: “¡los niños no lloran!, ¡sólo las mujercitas hacen eso!”; o no les permiten colaborar con los asuntos hogareños, porque eso es cosa de hembras no de machos. Y he aquí donde debemos detenernos. Hay que ser conscientes y criar “machos caballerosos” que no se avergüencen del llanto ni de sus emociones; “machos caballerosos” que sepan valorar a las mujeres como seres humanos y pensantes; “machos caballerosos, sensibles, disciplinados, respetuosos, amorosos, fieles y responsables”.

    En cuanto a nuestras hijas, estamos también en el deber de enseñarles a valorarse, respetarse, defender sus derechos y, sobre todo, mostrarles con ejemplos que la vida no es un cuento de hadas, plagado de “príncipes azules que vendrán por ellas montados en elegantes corceles", porque, estamos contribuyendo ilusoriamente a su perdición, ya que, los matrimonios por conveniencia no salvan... esclavizan.

    En pleno siglo XXI, son muchas las jovencitas que creen serán salvadas por uno de esos ejemplares inexistentes, y, en fantasía extrema, hasta llegan a creer que las desposarán. A ellas, hay que hacerles ver que en el camino pueden encontrarse con más “sapos” que con varones de “alta alcurnia” o de “la realeza” y que, la única manera de hacerse notar es estudiando y preparándose al máximo para no ser dependientes del mal llamado “sexo fuerte”; decirles sin miedo y sin tapujos que la mujer que no se educa y no aprende a valerse por sí misma, nunca sabrá de límites ni de cómo terminar con las malas relaciones sentimentales, sin perder la dignidad.

    También es menester mostrarles el otro lado de la moneda y explicarles tempranamente a nuestras jóvenes que, si por todas las casualidades del destino, llegaran a ganarse “la lotería celestial”, encontrando en el camino a un buen hombre, de esos que están casi extintos, que les den el lugar que se merecen, amándolos, respetándolos y por qué no, hasta mimándolos.

    Estimados caballeros -y, los no tan caballeros, también- tengan todos un 19 de junio bendecido. Les deseo un excelente y ¡feliz día del padre!

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