1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. El encuentro

    Yo iba por la calle,
    venía de hacer unos papeleos
    y empujaba el carrito con la niña
    cuando me cruzo
    a un armario empotrado
    y joven, de un país
    africano imposible
    de determinar. Y se me queda
    totalmente estupefacto,
    como quien a la luz del mediodía
    encuentra algún marciano
    o se topa con alguna maravilla
    o asiste a un milagro
    al que no es sencillo
    acabar de dar crédito.

    Y yo que le devuelvo la mirada
    a aquella torre de músculos
    que tiene un brillo en los ojos
    donde revolotea la ternura
    más fascinada y fascinante
    que jamás he visto.
    A ti y a Alizée les gusta esto.
  2. A punto

    Muchas veces
    me digo a mí mismo
    que no vuelvo a hacer más versos,
    que la poesía
    se puede ir ya a freír espárragos
    porque, total,
    tengo el talento de un caracol
    y pierdo el tiempo
    escribiendo como un autómata
    en este móvil
    que me está robando
    la vida cada día.

    Muchas veces
    estoy a punto de mandar
    la poesía al carajo,
    pero la poesía sabe encontrar
    la manera de seducirme
    en cuanto me tomo
    el primer café del día
    y miro por la ventana
    y la veo ahí, entre las luces
    primeras, reflejando
    la hermosura del mundo.
    A Alizée y Amadís les gusta esto.
  3. Cómo está el patio

    Iribarren
    como casi siempre
    tenía razón. El mundo
    no suele perdonar
    a quienes son felices
    y además incurren
    en la insolente imprudencia
    de expresarlo en público.

    La felicidad ajena
    duele a los otros.
    Este es un axioma
    que me parece irrebatible.
    Es, hablando en plata,
    una verdad como un templo.

    Si algo bueno te sucede,
    procura que no se entere
    nadie, porque la gente
    es capaz de llegar muy lejos
    con tal de arruinarte
    la felicidad, y sentir
    que no están tan solos
    en su amarga desdicha.

    Hay que ver
    cómo está el patio.

    Como casi siempre
    Iribarren
    tenía razón.
  4. El sueño

    Desde que decidí
    cambiar mi vida un poco
    los sueños son intensos,
    y el de esta madrugada
    me ha dado un buen repaso,
    me ha puesto firme un rato
    no sé si largo o corto,
    aunque puedo acordarme
    de sus admoniciones,
    la exacta proporción de su tejido,
    los rostros y los nombres desfilando
    por su escenario
    totalmente improbable pero cierto.
    El sueño me ha alertado,
    ha sido sorprendente
    la aguda claridad de sus consejos,
    la hondura de su voz
    para que yo lo escuche, para que le haga caso
    y no me pierda más y me rescate,
    porque ya llega
    la hora de ser yo
    sin mí
    por otros.
    A Alizée le gusta esto.
  5. Lo de siempre

    Hoy ha sido
    un largo paseo en bicicleta,
    una paliza en bici,
    y además, he pinchado,
    pero a última hora
    he logrado cambiar la rueda
    y volver hasta casa,
    que es el poema;
    que es mi hogar
    destartalado y triste,
    y siempre recoge
    los restos que de mí
    quedan después de hacer
    lo que se hace todos los días:
    esperar que la muerte se nos lleve
    tarde o temprano.
    A Alizée, Amadís y Oncina les gusta esto.
  6. El patio

    Joder,
    hoy me ha apetecido
    hacer unas cuantas barbaridades
    y no las he hecho.

    Tampoco ha sido un día
    tan malo. A veces pienso
    que podría pasarle por el lomo
    a este día
    la mano mientras bebo una cerveza
    e imagino que soy
    un gran poeta
    o alguna chuminada
    por el estilo. No tengo
    nada mejor que hacer
    con este lunes dócil
    que no tiene ni media
    y encima me permite
    criticarlo en la pantalla.

    Otro sorbo a mi birra.

    Joder,
    hoy podría haber dicho tres verdades
    o cuatro sinsentidos,
    hoy podría haber sido
    un doberman con fuego
    en la mirada,
    y no este pekinés con jerseicito
    para el otoño.

    Dos sorbos y me callo
    que no me aguanta nadie
    y mucho menos esos
    lectores tan amables
    a ambos lados del atlántico.

    Soy un necio, lo sé,
    mas no puedo aceptarlo.

    Otro traguito más
    y flatulencia
    entre el centeno de mi soledad.

    Joder,
    que día más chulito
    y luego para nada,
    luego un perro faldero
    que me sirve la birra en este patio
    con plantas, medieval, en algún punto
    inconcreto de España.

    Espero dormir bien
    y que la noche
    me cure de mí mismo
    si es que puede.

    Otro sorbo.
  7. El otoño

    Mañana empieza el otoño,
    la hermosa estación que transiciona
    hacia el invierno.

    Pronto llegarán
    las hojas de colores
    en los parques;
    las lluvias que bendicen
    nuestros campos.

    Pronto llegarán
    los resfriados, las gripes,
    la oscuridad del día,
    el tedio respirándote en la nuca,
    la peste de ese árbol
    malnacido, el ginko
    biloba. Muy pronto
    los horarios del curro
    interminable. Los atascos
    por toda la ciudad.

    Mañana empieza.
    A Alizée le gusta esto.
  8. Contando cosas

    Cuento ovejitas.
    Cuento versos.
    Cuento segundos,
    minutos, horas,
    mañanas, tardes,
    días, noches,
    semanas,
    meses, años,
    putadas,
    mentiras
    y verdades.

    Cuento un poco
    de todo.

    Cuento para ella
    y para mí.

    Cuento hasta diez
    y luego cuento hasta cero.

    Cuento historias
    para no dormir.

    Cuento mi insomnio,
    mi alcoholismo,
    mi abstinencia,
    mi imponderable
    necedad.

    Cuento
    el que yo tengo.

    Cuento y cuento y cuento
    que no cuento para nada
    y todo y nada me parecen
    el mismo cuento triste,
    o el mismo chiste malo,
    o el tiempo que me queda
    por perder.

    Cuento
    solo conmigo.

    Y te lo cuento
    aquí.
  9. Tarea doméstica

    Hoy tengo pensado
    (entre otras cosas)
    llenar una bolsa de basura,
    de tamaño industrial,
    con sesiones parlamentarias;
    con partidos de fútbol;
    con pornografía;
    con programas de televisión;
    con alcohol y drogas;
    con comida rápida;
    con ganas de pegarme un tiro;
    con ganas de ir pegando tiros;
    con recuerdos oxidados;
    con equivocaciones y vacíos;

    tengo pensado hacer limpieza
    y va a llevarme un rato largo
    meter toda esa porquería
    en la bolsa de basura del poema.

    Y cuando quiero darme cuenta,
    como por arte de magia,
    ya he sacado todo
    al contenedor. Ya puedo
    reciclar esa escoria
    con un puñado de versos.
  10. Un cuadro

    Estimado lector,
    no sé si a ti también
    te pasa. El tiempo
    me hace buscar signos
    de madurez o acaso
    simple deterioro.

    Últimamente
    he creído notar
    que me hago viejo,
    que hay algo en mi cabeza,
    por no hablar de mi cuerpo,
    que se emociona
    y mucho,
    con cosas que hace poco
    parecían insignificantes.

    Ayer vi con mi móvil
    (no tengo ordenador)
    El Cristo de Veláquez,
    su hermosa sombra blanca;
    la exquisita bravura
    de su espíritu,
    y ahora estoy temblando en el poema.
    A Alizée le gusta esto.
  11. Gritos

    Menudos
    berridos
    pegan
    los bebés.

    Casi
    joden más
    que los
    alaridos
    de los
    moribundos.

    Me pregunto
    si en el otro
    barrio,
    ese mundo
    hecho de sueño
    y extrañeza
    antes y después
    del tiempo,

    seguiremos
    todos
    gritando.

    Espero que no.
    A ti y a Alizée les gusta esto.
  12. Sobre follar

    A cierta edad
    que no tengo muy clara,
    la gente lo que quiere
    es morbo; fantasía;
    paréntesis en esta
    oración cuyo punto
    final es corrompernos
    igual que la basura.

    Follar con alguien
    lo más joven posible,
    o al menos
    con alguien que no esté
    casado con nosotros;
    poner cuernos a diestra
    y a siniestra; ese morbazo
    que da sentirnos algo
    acaso transgresores
    durante diez minutos.

    A veces me dan ganas
    de echar la puta pela
    sobre nuestras carencias
    de monos reflexivos.
    Te gusta esto.
  13. Abandono

    Un tipo que conozco,
    una antigua amistad,
    me mandó el otro día
    una foto de juerga
    de hace unos veinte años,
    tal vez quince, no sé,
    y la cuestión
    es que se me ha ocurrido
    viajar hasta el pasado
    para advertir al chico
    ese con ojos rojos
    y la sonrisa nueva.

    Después me he dado cuenta
    de esa tarea inútil,
    no solo porque es vano
    pensar que puede hacerse
    un viaje por el tiempo,
    retroceder,
    sino porque además
    el chico no sabría
    de qué le estoy hablando,
    y a mí es que, la verdad,
    ya no me importa nada.

    No sé de dónde viene
    este extraño abandono
    tan prematuro.
    A ti y a Alizée les gusta esto.
  14. En vilo

    Es muy curioso.
    He estado todo el día
    buscando algún poema.
    He rastreado
    los anaqueles
    en pos de inspiración
    (solo he encontrado polvo);
    he mirado debajo
    de la cama; he salido
    a la calle; he probado
    a mandarle un correo
    a mis musas; no hay forma
    de saber dónde está
    el maldito poema.

    Y de repente
    me lo encuentro aquí mismo,
    como un niño obediente,
    sonriendo en mi móvil,
    metido en la pantalla
    igual que si esperara
    durante todo el día
    a que me diera cuenta;
    a que le diera forma;
    con cara de no haber
    roto un plato en su vida.

    Me ha hecho sentir un poco
    idiota, la verdad.

    Pero ¿qué voy a hacerle?
    Sabe perfectamente
    que sin él no soy nadie.

    Hoy me ha tenido en vilo, y le perdono.
  15. Día maravilloso

    Es una maravilla
    quedar con dos amigos
    hacia la una
    de la tarde

    y no saber ni dónde
    estás metido
    hacia las nueve

    o mejor dicho
    sí que lo sabes

    y por eso ahora
    desde la turbia
    resaca que es tu vida
    prefieres no acordarte
    no vaya a ser
    que tu sombra te trague.

    Parece que hoy será
    un día
    maravilloso.
    A ti y a Alizée les gusta esto.