Consonante El mismo café, las mismas noches, el mismo despertar, el mismo amor, ese, abnegado, que da sin recibir, que se rompe, que se cose sin necesidad de buscar más tela a la que asirse. El mismo trasnocho, la misma urbe, el mismo calor, el mismo frío, los mismos labios, esos, que se rompen, que se unen en un beso pretérito. La misma caricia, el mismo licor, la misma azúcar, la misma madrugada etérea que fluye al sur de los placeres. Y entonces llegan Alejandra y José bautizan sus manos con un nuevo amor, ese, abnegado, que se rompe, que se cose sin necesidad de buscar más tela a la que asirse...