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Camino sin nadie

Publicado por Luis Prieto en el blog El blog de Luis Prieto. Vistas: 1013

Camino sin nadie:
Hoy me he despertado sintiéndome vacío, sin ser yo, dudando si mi existencia tiene algún valor fuera o dentro de esta casa. Todo cuanto estaba soñando se desvaneció de golpe y de golpe me encuentro preguntándome que hago aquí, sentado al borde de la cama escuchando el tic-tac del despertador sin más luz en la habitación que la que entra por la ventana proveniente de la plaza, cuando la dama de blanco todavía no se ha ido a dormir, el dorado aún dormita tras las montañas y el silencio habla en la noche, preguntando al espejo del baño mientras me apoyo en el lavabo, quién soy, dónde se halla el alma que se supone debe acompañarme hasta el fin de mis días. En esta cálida madrugada de Junio, cuando los ojos todavía están adormecidos y las manecillas del despertador me señalan las cuatro y veinte, he salido a la calle, el silencio por respuesta del espejo me indujo a ello, quizás encuentre la réplica a mis preguntas en el embrujo de la noche o puede que sea otro peregrinar igual a las anteriores y regrese con las manos vacías en los bolsillos del pantalón. Huele a tierra mojada, una tenue brisa pasa acariciando mi frente, en el aire de la noche, los árboles agitan sus ramas zafándose del agua caída, embarrando más el camino por donde piso, como si no quisieran que anduviera por la vereda solitaria y umbría. A mi paso hay una fuente pero no vierte agua, su taza está seca, como seca se halla la fuente de mi alegría pero sigo caminando por el camino como si la brisa me empujara y le pregunto... ¿Adónde llevas camino sin nadie, qué misterio guardas rodeado de frondosos ramajes sombríos? Yo voy buscando una respuesta, un alma que vaga extraviada por sendas desconocidas y a ampararme bajo el melodioso son del río, ¿hasta dónde llevas, di, camino? Mientras paseo sorteando los charcos, pienso que soy barro, un barro que se deshace en un día de lluvia sin dejar huella, o la huella de la fina arena de la playa que espera la llegada de una ola y la borré como si nada, o esa roca a la que el mar azota y de a poco se va desgastando hasta que desaparece sin que nadie la eche de menos. Sentado en el remanso del río, contempló como el agua pasa somnolienta y silenciosa, parece triste y yo le acaricio mientras el sauce le abraza, cual pena que llega a mi lado y se sienta y me besa abrazándome haciendo que aflore mi tormento. ¡Ay pena, pena que vas y vienes cual fugitivas nubes! ¿Por qué has venido a buscarme? ¿Acaso no sabes que en este lugar... Cuando la noche extiende su manto y el grillo canta, cuando por el claro de las ramas, asoma la luna sonriente toda ufana para bañarse en el río mientras ecos de mirlos la acompañan, cuando el aroma de la madre tierra se adentra en las entrañas y te embriaga, todo lamento es olvido?
Dime pena, ya que me has encontrado... ¿Acaso sabes la respuesta que ando buscando?-- ¡Dejaste de ser tú desde el momento en que la perdiste, desde el instante que ella te apartaba su mirada, su palabra, te retiraba su mano y tú, le obviaste. Tu eres el alma que vaga pérdida noche y día, el alma ciega que no se ve en el espejo y pregunta sin hallar respuesta, viniendo a consolarte viendo como el agua corre y sueña mientras sumerges la mano como queriendo que te arrastre con el fin de alejarte pasando al olvido!
Empiezo a sentir frío, alzo la mirada al frente buscando esa luz que un día se perdió entre sombras bosque adentro, una luz de mirada cálida, de palabra dorada y cuyas manos de raso a las mías aferrándose, caminábamos entre lirios. (Vine buscando una respuesta a este sin vivir y hallé dos en la orilla de este solitario cauce.) El sol empieza a bostezar y las sombras a crecer, mejor será que regrese bajo la paz del perezoso cielo y duerma un poco, puede que cuando despierte y me asomé a la terraza, vea la vida de forma diferente pero dejando aquí la pena antes de que se ahonde más en mi existencia pues ya es bastante hondo este penar que ni andar erguido me deja y más pronto que tarde, acabe mal de la cabeza, hablando solo, preguntándome y contestándome mientras me miró en el espejo del agua.
A José Ayarza y lesmo les gusta esto.
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