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Crónica de una angustia (PARTE II)

Publicado por Katia N. Barillas en el blog EfÍmera ilusión. Vistas: 736

La Guardia Nacional del General Anastasio Somoza Debayle, con 45 años de empoderamiento y dictadura... Los guerrilleros respaldados en la leyenda de Sandino. Estos eran los bandos en conflicto. Unos por su lado defendiendo al dictador, los otros por el suyo, decían que peleaban por una patria mejor.
¡Fue una guerra indecente, llena de horror y crueldad!. En sus últimos días de mando, Somoza desesperado mandó a bombardear varias ciudades del país (casi toda Nicaragua). Menos mal que Granada no corrió la misma suerte, dicen los viejitos que por ser la protegida de la “”Inmaculada Concepción””, Patrona de la ciudad.
Antes de huir en su jet privado, Somoza, entregó el mando a un tal Señor Urcuyo…y, los nicaragüenses, tan sólo por unas horas, estrenamos Presidente.
Muchos fueron engañados en la búsqueda banal de la ansiada la libertad.
Afuera se escuchaba el bullicio de las voces de la multitud. Eran los jóvenes combatientes sandinistas que levantaban sus fusiles en señal de victoria y gritaban consignas revolucionarias en aras de la paz. Fue hasta entonces que nos atrevimos a dar una vuelta rápida por la ciudad. Las imágenes que vi de los cadáveres hinchados a punto de explotar (un poco antes de llegar al Parque Colón, conocido como Parque Central), aun siguen sin borrarse de mi memoria. Habían banderas rojinegras, hombres y mujeres vestidos de verde olivo, fumando cigarrillos y con sus pesados fusiles al hombro, cantando canciones de protesta y celebrando el fin de una dictadura de casi medio siglo. La bandera rojinegra sustituyó el azul y blanco de la sábana patriótica, porque los soldados de Sandino derrocaron a Somoza. El “”adelante marchemos compañeros…”” (del himno de la revolución), sustituyó el “”salve a ti Nicaragua en tu suelo…”” de nuestro himno nacional; así como las canciones a Carlos Fonseca Amador y a la chinita Arlen Siu –por nombrar algunas-.
… Y el pueblo fue una vez más vejado y engañado. Nicaragua se convirtió en el país de los parlanchines que no hablan, porque tenían su lengua y boca, pero habían perdido la voz. Los “”muchachos mandamases”” como una vez llamaran a los guerrilleros abanderados como “”sandinistas”” deseaban con locura obtener a la brevedad fama, poder, popularidad, gloria y fortuna. Se encargaron de erradicar el poco amor entre hermanos y echaron a pelear dentro de un mismo costal a todas las clases sociales (sin distinción y por igual); despojaron a los más pudientes apodándoles de “”burgueses””, y los bienes confiscados repartieron como suyos a obreros y campesinos para ganar simpatías. Los que comulgaban con las políticas de Somoza, no podían expresarse, se les había impuesto la “”ley del bozal”” y además sufrieron cárcel, persecución y en casos extremos, la muerte por “”ajusticiamiento”” en la plaza principal de la ciudad, frente a la Iglesia Catedral, como si hubieran tenido la alternativa de escoger para quien trabajar; la escasa inteligencia, acompañada de su inmensa ignorancia, no les dejaba comprender que no se trataba de gusto, sino más bien de falta de alternativas, pues quien diga que en los cuarenta y cinco años de somocismo trabajó para alguien más, con seguridad, en un 90% miente.
No se hicieron esperar y salieron de su guarida los camaleones y las veletas oportunistas. Se veía venir la burla que muy pronto le harían al pueblo, una ironía peor que la que nuestros indígenas hicieran con la danza del güegüense a los colonizadores españoles.
Hago hincapié en que la idiosincrasia del “”nica”” es la de vivir en armonía y trabajar decentemente para ganarse el pan en paz.
Siguiendo la narrativa, cuando nos dimos cuenta, ya era muy tarde para derrotar a los nuevos dictadores; sin percatarnos habíamos sido comprometidos a vitorear consignas comunistas y a entregar a los hijos varones para pelear en el frente de guerra por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, desde las filas obligatorias del Servicio Militar que impusieron para “”resguardar la soberanía Nacional””, de los “”gringos””, de la “”cia”” y del “”ejército imperial””.
Como dije, éramos un pueblo sin voz, atado de pies y manos y sin deseos de luchar. Bajo tal presión … no quedaba más que unirse a ellos y gritar “” las vivas a Sandino y a los nueve comandantes que mangoneaban la mal llamada Revolución Popular Sandinista””; fuimos obligados a asistir “”sí”” o “”sí””” a las manifestaciones para mantener asegurado el bajo ingreso familiar, porque de lo contrario seríamos tildados inescrupulosamente de “”traidores””, de “”vende patria”” o peor aún, alevosamente señalados de “”espías”” de la Central de Inteligencia Americana, conocida como “”C.I.A.””.
Y los nuevos genocidas, en su mismo ser y estar. Atacando a la iglesia sin piedad. Cambiaron el “”Gloria, gloria, aleluya””, por la “”Misa Campesina”” de Carlos Mejía Godoy y Los de Palacagüina; cada día era un amanecer diferente para los nicaragüenses. Amenazas y persecuciones no se hicieron esperar. A los que no comulgaban con sus ideas absurdas, ni con venerar el nombre sacrosanto de Augusto César Sandino, les mandaban a las “”turbas divinas”” a gritar frente a sus casas: “”a los traidores y vende patria…paredón, paredón””. Y el pueblo, “”con la bota en el pescuezo”” –como decimos en buen nica-, de lo contrario, nos podía ir muy mal.
Se pudiera pensar que estoy sangrando por la herida… pues es algo así. Todo lo que huele a comunismo o socialismo, simplemente “”huele mal””. Mi abuelo Héctor era “”somocista”” y nunca lo negó. Sufrió persecución, confiscaciones, encarcelamiento, tortura psicológica, hambre y pobreza. Recuerdo que lo apresaron el 17 de Julio de 1979, en su casa de habitación y tengo presentes los nombres de quiénes lo hicieron y creo irrelevante ensuciar mi boca con nombrarlos, pues cada uno de ellos ya obtuvo su medio vuelto; aunque algunos de estos fulanos ahora gozan de las “”maravillas del imperialismo norteamericano””, diz que porque no tuvieron otra alternativa más que venirse a rodar por unos cuántos dolaritos a la tierra prometida del querido tío Sam, porque déjenme decirles que “”quien habla de las peras, comérselas quiere””.
Retomando la narrativa, todos los que estuvimos dentro del país en esa década de infortunios, sabemos que también la empresa privada fue amonestada. Sin embargo, hacían sus protestas pacíficas –a través de ruedas de prensa- desde las instalaciones de la organización que los agrupaba, desde las oficinas del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP). Ellos fueron la esperanza de muchos ganaderos, arroceros, comerciantes, etc. Ellos gritaban a los cuatro vientos las injusticias y las arbitrariedades que los nuevos dictadores hacían en el día a día para acallar las voces del pueblo. Por este gesto de valentía fueron castigados con la muerte de Don Jorge Salazar… pero ellos, siguieron su proclama y nombraron como Presidente de la organización a otro valiente, Don Enrique Bolaños Geyer, que hoy en día figura en la historia como uno de los Presidentes de la República de Nicaragua. Ellos no estuvieron exentos de sufrimiento, persecuciones, cárcel, tortura y amenazas de muerte.
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