1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

De viaje I

Publicado por MP en el blog JULIA©. Vistas: 713

Hoy te he leído con ojos distintos. Entré por curiosidad y, al leer tu relato, primero me he sorprendido, después me has emocionado. He sentido que me entregabas un regalo, un pedacito de ti (algo muy distinto a lo que solemos cruzarnos). Te he imaginado de niño, con unos ojos grandes y oscuros sufriendo esas primeras decepciones que el progreso trae consigo a veces, dejando atrás otras maneras de hacer con sabor a infancia. He alucinado con tu huída hacia la vida tan temprana. Luego te he visto en ese sofá inmerso en la melancolía. Me ha fascinado.

Hoy han hospitalizado a mi padre (en Madrid, yo vivo en Barcelona) no se sabe si es una embolia pulmonar, una neumonía o una infección..., todos mis hermanos están allí con él y yo aquí, a 600 km... y tengo miedo.

Mis recuerdos de infancia están siempre asociados a él y al orgullo que sentía de tener un padre tan alto, tan fuerte, tan guapo y además era extranjero (de Brasil) y eso le deba un toque aún más especial. Recuerdo que el colegio estaba a un nivel superior a la calle y para acceder había que subir por una rampa. Cada día, a las cuatro y media, miraba esa rampa por la ventana de clase y el primer padre que se veía subir era siempre el mío: con sus dos metros de altura, su cabeza se alzaba antes que ninguna otra y sus ojos dirigiéndose hacia mi ventana, me miraban y sus labios sonreían. Me sentía embargada de emoción y orgullo y me daban ganas de gritar: "ese es mi padre".

Somos cuatro hermanos, tres chicos y yo. No era la pequeña pero sí la niña de la casa y el ojito derecho de mi padre. Me recuerdo con él nadando kilómetros (y digo kilómetros de verdad), perdiéndonos en altar más. Él era una gran nadador (yo también, él me enseñó) así que nunca tuve miedo, ni siquiera en aquélla ocasión que nos sorprendió una tormenta y yo intentaba nadar y no avanzaba; me sujeté a sus aletas y dejé que me remontara con esas brazadas tremendas que apartaban el agua como una locomotora. Al llegar a la playa mi madre le echó una bronca tremenda por irse con la niña tan lejos con tan mal tiempo, yo le miré con tristeza pero él me sonrió y me guiñó el ojo como diciendo "ella no sabe que somos invencibles".


Un beso

(Pd: ese relato tuyo debería ser el comienzo de un libro, autobiográfico, tiene una calidad extraordinaria...).
  • prisionero inocente
  • Principe Negro
  • Rosario Martín
Necesitas tener sesión iniciada para dejar un comentario