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¿Dónde está Dios? (prosa)

Publicado por Manuel Bast en el blog Manuel Bast. Vistas: 561

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ormir, tan solo dormir, dormir sin soñar, dormir y no despertar, eso quiere, eso pide.
El día ha sido largo, se acompasaron sus horas con una aciaga noticia, una parte de su corazón, su otra mitad, su complemento físico y espiritual había librado el último pleito de su existencia, había surcado el último trayecto en el camino de su vida, poco se pudo hacer, ¿Pedir a Dios?, eso no rindió los resultados que su alma ansiaba, en realidad nada valió, nada sirvió, pudo más Azrael que Jesucristo, pudo más la hoz que la biblia, pudo más la muerte, pudo mucho más la muerte.
¿Qué puede pedir si no dormir?, ¿A quién se puede pedir volver atrás?, ¿Existe un ente superior que oiga y que atienda sus súplicas?, científicamente está demostrado que no es así, no existe ningún ente, ningún ser con el suficiente poder para alejar la muerte, aún así creemos que existe, o como en su caso, creyeron que existía. Creyeron, pidieron, rogaron, suplicaron, oraron y fallaron, o quizá resulte mejor decir, les falló otro, falló Dios, el Dios bíblico, omnipotente creador y dador de vida, Dios les falló.
El perdió, ella perdió, ella perdió mucho, perdió todo, perdió la vida; pero el Dios en quien confiaron sus destinos también perdió, perdió un alma que más le servía viva que errante, perdió otra alma, la de él, ahora apóstata, ¿Quién entonces dará el testimonio del "Dios bueno"? En fin, perdieron todos.
Ya han retirado el cuerpo de la habitación en que vio sosegado el último rayo del sol declinando en la tarde, en que vio la luna afirmarse como dueña absoluta de la noche, como reina en el trono de la oscuridad.
Ya firmó los últimos documentos donde se deja constancia de que la vida poco o nada vale, que el esfuerzo por el estudio y el trabajo, que el anhelo por superarse no tienen la mayor importancia, ya firmó el documento en que se le otorga el título de "difunta" a esa parte de su alma. Ya solo queda en él una vida a la mitad, sin complemento físico, solo quedó, solo él y su recuerdo, el recuerdo de una vida que creyó, pidió, rogó, suplicó, oró y feneció.
Sale al balcón en compañía de la última alma benefactora que sintió en sus manos apagarse el pulso de su existencia, allí, en el frío de la noche, viendo dormir esa parte de la ciudad que se dibuja entre las sombras sacó su cajetilla de cigarrillos y le ofreció a su acompañante.
Fumaron en silencio hasta que, —en un último momento— ese silencio se rompe con sus palabras, echadas a la deriva, echadas a las sombras de la ciudad, ¡Qué buena vaina, tanto joderse, tanto luchar, tanto rogar... todo se ha ido a la mierda! Su acompañante —que desconocía ese, su dialecto vulgar discretamente ocultado durante todos estos meses— escuchó en silencio, no se vieron, solo vieron las sombras de la ciudad. Se apagan los cigarrillos y es allí que, expulsando la última bocanada de humo la benefactora le responde: ¡así es la vida!.
Volvieron sin verse, ella al puesto de enfermería, él a la habitación de su soledad, ya hace rato que la mitad de su vida descansa en los sótanos de ese hospital, en una fría cava de la morgue, tan fría como esa última y aciaga noche.
Se recuesta sobre la cama vacía, cierra los ojos y se pregunta: ¿dónde está Dios?, no hay respuesta, solo un leve dolor y esa necesidad de dormir, tan solo dormir, dormir sin soñar, dormir y no despertar.
A Anamer, -N--, JCRendon. y 1 persona más les gusta esto.
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