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El último bolero

Publicado por malco en el blog El blog de Malco / El solar de la palabra.. Vistas: 630

El último bolero

No refulgen los colores hasta que la luz no los traspasa, no son sombras no son nada, sin embargo existen,
como aquellos opacos seres que invisibles vagan y sus pasos no dejan huella ni su presencia se nota y su ausencia no nos dice nada ni por enterados nos hemos dado cuando estuvieron.
Otros seres con su cruz a cuestas llevan sus cargas soportándolas con una sonrisa y nos hacen creer que
habitan en los bosques frondosos de su alma encantados duendes de la .dicha.
Los hay crédulos, incrédulos, arriesgados, comedidos, puntas de extremos que no se tocan.
¡ Ah !.. pero los hay que parecen de fábula, que sus sufrimientos no comparten, son vientos atrapados en hondonadas girando en torbellinos imparables.
Maria Elvira, crepuscular andante de los cansados caminos de la búsqueda en las espesas nieblas de las angustias, era un roto cántaro de los quereres.
Sus hinchados párpados y sus negrisímos ojos, clandestinos cómplices de noches ilusionadas, vertían la savia de sus desconsuelos.
Su primer amor, a los siete años, fue aquel niño de tupidos rizos rubios y sonrojado rostro, de melancólicos ojos, más parecido a un querubín que a un tierno párvulo, esa fue la dispersa partícula que iniciaría los inagotables arenales en los desiertos de sus despechos .
Tenía un irrefrenable afán de ir de amor en amor y la curiosa o quizás enfermiza costumbre, claro eso era, una enfermiza costumbre, en la rabia absoluta de la despedida, es decir de la ruptura, sentir un estallido y entrar enseguida en esa nebulosa especie de prueba final de la desdicha con la que se aferraba al despecho.
Llevaba minuciosamente y con exagerados detalles cada uno de los noviazgos que había tenido, iniciaba la tercera gruesa libreta de registros y curiosamente le daba el nombre de algún desgarrador bolero como si se tratara de episodios de una larga e inacabable obra hasta encontrarse cara a cara con la muerte y ese sería el final de los capítulos, lo cierto era que se sentía extraña cuando por algún motivo en medio del medular despecho se colaba alguna aérea tranquilidad.
Lo que no ocurría cuando con nuevo noviazgo se entregaba a ser lo más feliz que pudiera (sospecho para sentir con mayor intensidad la habitual separación), un caudal de boleros eran los evanescentes mensajeros de sus sucesivas tragedias, solo el silencio mineral en el que se sumía era roto por sus sollozos y el girar de viejos discos de vinilo que le acompañaban en su gangosa voz.
Un interminable desfile de boleros eran como sal en una herida abierta ...Me muerdo los labios para no llamarte....Nunca me iré de tu vida ni tu de mi corazón...Mira que hay heridas que cierran en falso y si alguien las toca se vuelven a abrir... entregada a los candentes hierros iba transcurriendo el día entre los circulares reproches y las lágrimas que se desprendían de su tristeza.
...Quisiera abrir lentamente mis venas...Sombras nada más...Tenemos que olvidarnos de este amor...Entre tu amor y mi amor,desgarraban el desnudo ropaje de su sufrimiento.

Como un sofisticado reloj de perfecta precisión, 72 horas exactas duraba la intensidad de sus padeceres en el límite imaginario de su temores, dando paso en el sobresalto de sus sueños, con impensable razonamiento y clara lucidez al recurrente deseo de encontrar una nueva razón para vuelta atrás

nuevamente sumergirse en los fangos de sus lamentos.
Cual era la causa o el acaso que la llevaba a esos desvaríos, no se sabía, ni la manera de averiguarlo, con
cuánta certeza podría decirse que padecía de una rara locura o era una oculta y desconocida jugarreta de su inconsciente era especulación, hasta se atrevieron a decir que estaba posesa por un espíritu de una mujer engañada que vagaba en el limbo.

De qué presumen cuando pasan por mi lado... Ya no estas más a mi lado corazón...Angustia de no tenerte más, esa mañana, la encontraron enmudecida con el rostro pálido y una corona de rosas rojas reclinada sobre los diarios, abierto uno de ellos se leía con grandes letras ...Mi último bolero, y girando el viejo vinilo con la pesadumbre que penetraba las más oscuras grietas, las sombras de su impalpable presencia dejaban señales de su adiós de papel ...Olvídate de todo menos de mi y vete a dónde quieras pero llévame en ti, que al fin de tu camino, comprenderás tus males, sabiendo que nacimos para morir iguales.




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Malco
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