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En voz baja, a Jesús Resucitado

Publicado por lesmo en el blog El blog de lesmo. Vistas: 919

I

La túnica del pródigo

No tardes y libérame del ciego
con el barro que abre la mirada,
y del sordo que ignora tu llamada
con la chispa rugiente de tu fuego.

Ahoga el vozarrón que tiene el ego,
aquel que en el azogue es casi nada,
y allí, cuando descubra su emboscada,
que sepa cuánto arrastro de ser lego.

Aparta de mi boca y mi conciencia
al ensoberbecido ángel mudo,
que oculta, que disfraza y que silencia.

Así, como el ladrón, es como acudo
a Ti, el desmemoriado; tu sentencia:
la túnica del pródigo desnudo.

II

La herida de la lanza

Voy buscando con ansia en tu costado
de los labios al fondo de la herida,
empapado de sangre dilüida,
el sitial que me tienes reservado.

Lo que allí no hallaré por ningún lado,
porque todo en tus llagas se te olvida,
son los tristes retales de mi vida
y el inicuo rastrojo del pecado.

Nunca supo aquel pilum lo que hacía
al abrirte: lo mucho que sería
para mí tan terrible mordedura.

Es por eso que adoro su hoja fiera,
por ser esa reliquia la que diera
un hogar a mi noche más oscura.

III

Yo, como el carbonero

Si no atisbara verte en el camino,
si no vas con paciencia, y a mi paso,
con mis deformes pies, sería acaso,
sin fin el avanzar y sin destino.

Muy lejos, vagamente, te adivino,
apenas, con mis luces, y al ocaso;
en cambio, sin temores al fracaso,
pareces animar mi andar cansino.

Ya ves, pocas razones precisé,
–tan pocas necesita el carbonero…–
por esas pocas, qué poco dudé,

y porque así quisiste, así te quiero,
y porque así me sigues, seguiré,
y porque así me esperas, en Ti espero.

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