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Fue más que canibalismo

Publicado por danie en el blog El blog de danie. Vistas: 551

Me masticaban sus molares como si fuese granos tiernitos de una mazorca. Cada vez que se oía el crujido de sus dientes sobre mi cuerpo gemían de placer mis orgasmos satisfechos. Su lengua daba un baño perfecto a mis íntimos insomnios, que mejor manera de afrontar el calor, el febril flujo que emanaban mis sentimientos, que con su órgano inquieto y travieso saboreándolos muy despacio. Sus uñas rasgaban cada parte de mis bajos y libidinosos deseos hasta volverlos gestos enrojecidos de placer. A mí no me dolía, todo lo contrario, me generaba jadeos incontenibles que luego por semanas enteras eran imposibles reprimir.

Muchas veces, ella, tomaba todas las extremidades de mi cuerpo y las metía dentro de una cacerola para hervirlas a fuego lento, así luego se chupaba hasta los huesos. Un enorme placer me daba cuando ella estaba antojada por mi cuerpo.

Jamás se hartaba de comerme, me comía con ensalada, con legumbres y con papas, también me hacía frito o guisado, y a mí me encantaba que ella sacié su hambre con mi suculento cuerpo. Me comió un monto de veces, y otras veces también me clavaba sus filosas uñas en mis poros, en mi sangre, en mis venas y arterias latiendo sexo. Ahí es cuando mis instintos más se inundaban de placer. No les quiero mentir, a veces algo me dolía, pero el dolor era insignificante ante semejante éxtasis.

Ella una vez me dijo que le encantaba ejercer la actividad masoquista, pero yo no sabía nada de su ferviente admiración por el canibalismo. Creo que esas dos cosas sumadas es lo que más me generó una amplia devoción a su amor.


¡Fueron tiempos felices! Tanto así que no pude conseguir otra mujer que me haga todo lo que ella me hacía.

Ya pasaron dos años de su muerte, y estoy seguro que por más que busqué otra igual, no la encontraré. Lo más insólito es que murió, según el médico, de indigestión.

Siempre me quedó la duda: ¿yo la indigesté o me metía los cuernos?
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