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La puta

Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 900

La primera vez que lo hice, lo hice sin sentido. La primera vez fue con cierto recelo porque en este sitio todo es pecado. ¿Amar? eso se lo dejo a los tontos que creen que habitan los cuentos de hadas, el amor es una mentira de medidas descomunales, la gente aún cree que es posible guardar buenos sentimientos, el amor dura lo que dura un suspiro, no existe el amor eterno entre hombre y mujer.

La primera vez que seduje a un hombre por placer, fue en el colegio. Fue en tercero, iba reprobada en el curso de español, el día que noté que el profesor miraba mis piernas y perdía su mirada en mis enaguas, ese día supe que podía superar la clase dándole lo que mi madre decía que había que guardar para el matrimonio, no necesitaba una relación para sentirme mujer, ningún hombre valía para eso, ni lo vale aún.

Ese día me quedé de última, le dije que ocupaba conversar sobre los temas del siguiente exámen y cinco minutos después le di mi virginidad recostada a su escritorio, de más está decir que gané el curso con excelente nota. A los hombres no es tan complicado complacerlos, todos quieren lo mismo aunque jueguen de puritanos, por eso no creo en el matrimonio, cuando están contigo en la cama imaginan a la mujer que les sonrió cuando andaban de compras en el supermercado.

Dos años después tuve novio, un tipo de mi edad que me prometía el cielo y las estrellas, pero cuando descubrí que ese cielo tenía las estrellas contadas debido a su poco atractivo monetario lo mandé de vuelta a su casa, el estómago no se alimenta con amor, ni las deudas se pagan con poemas o frases bonitas. Tenía que ser muy estúpida para enamorarme de alguien que no podía proveerse algo de realidad en vez de ilusión.

- Vas a tener que trabajar para darte tus propios gustos- me dijo un día mi papá mientras desayunabamos en la cocina -todos los hombres buscan una buena muchacha y si es trabajadora es un diamante para cualquier varón.

Tragué la risa para no faltarle el respeto frente a mi madre, los hombres buscan dos cosas en una mujer: que sea buena en la cama y que no los moleste cada dos minutos, si logras eso eres una mujer increíble.

Empecé a trabajar en un buffet de abogados como asistente, fácil, una llamada telefónica acá, una nota por allá, cuidar las espaldas del licenciado. Sencillo. Los primeros quince días le conocí tres mujeres, su esposa, una clienta en trámite de divorcio y una fulana de mal gusto para vestir, si ella podía tenerlo... con más razón yo, que tengo buen gusto para vestir, las nalgas firmes y los pechos bien puestos. Al día siguiente llegué con minifalda, una blusa escotada y zapatos de tacón. El licenciado debía andar por los cincuenta años, yo en diecinueve, le llevé los documentos que más importaban para los casos del día y al dejarlos en su escritorio, agache el cuerpo asegurándome de que pudiera observar el contenido de mi blusa por completo, podría haber llenado una piscina olímpica con las babas que le corrían por la boca. Ahí me mantuve trabajando durante seis meses, hasta el día en que su esposa llegó de improviso y me encontró de rodillas con el pantalón del jefe en el piso, ese mismo día además, la mujer empezó el trámite de divorcio con el buffet de la competencia.

Mis trabajos posteriores no lograron nada positivo en mi vida, ni económica ni lujuriosamente. Trabajé de dependiente en una panadería, en la farmacia de la esquina, de oficinista en la casa cural y de ayudante del contador del pueblo. Nada atractivo, aunque aprendí algo nuevo... si quieres salir adelante, devorate al mundo.

Fue así que a mis veintidós años y una noche que miraba la telenovela en ropa interior, escuché a la vecina lanzarle improperios a su marido. Mis padres pasaban esa noche con mi abuela, a treinta kilómetros de distancia, observé a mi vecino salir a fumarse un cigarrillo al jardín trasero, su esposa llorando de rabia en la sala y los niños en el cuarto. Él era maestro, yo me levanté, tomé la tina de la ropa sucia y salí a dejarla en el área de pilas. Únicamente separa a ambas propiedades una malla de metal, de manera que se puede observar a través de ella. Sus ojos se clavaron en mi espalda y bajaron conforme yo sacaba la ropa a tender. Su esposa abrió la puerta principal en ese momento, subió al carro, lo arrancó y después de gritar una maldición, aceleró. En ese momento sentí que mi brasier estaba sucio, así que giré quedando de frente a él y lentamente lo desabroche dejándolo caer al suelo....

Lo miré, estaba incrédulo, le señalé el camino por el que su mujer se había ido y acto seguido con un movimiento de cabeza lo invité a venir...

Cuando su mujer regresó, ya el marido se encontraba relajado y lo vi abrazarla mientras miraba de reojo hacia mi casa.

Los hombres son el animal más dócil que existe si sabes manejarlos. No precisas una carita bonita ni ser una santulona (los hombres detestan a las santulonas, pero en cambio realzan a las que como yo, logramos levantar el pantalón sin siquiera tocarlos).

Por mi cama han pasado maestros, abogados, pintores, panaderos, contadores y el sacerdote del pueblo. Mi cuenta bancaria la sustento yo, haciendo eso que la esposa del vecino dice que la llevaría al infierno si lo hiciera. Yo podré ir al infierno pero no iré a pedir limosna, administro mis ganancias, las invierto y de vez en cuando me doy ciertos gustos que la vecina no se dará jamás por más que vaya a la iglesia de lunes a domingo a pedir que le rinda el sueldo a su marido, si cuidara a su esposo como debe no andaría en eso.

Mis amigos de confianza me llaman Sarita, para las mujeres del barrio soy la puta que altera la santidad. En vez de eso, deberían agradecerme cada vez que sus mariditos las satisfacen pensando en mí.

Permiso, debo dejarte... hay ingeniero nuevo en el barrio... y es casado.

FIN
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