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La sueca

Publicado por Cris Cam en el blog El blog de Cris Cam. Vistas: 517

La sueca
I

Astudillo es del montón. Recuerda todavía la época del ¡Joven argentino!

Esa sarta de boludeces hipócritas que se hacía desde la T.V., todavía en blanco y negro. Pero gobernaba la Morsa... o alguno por el estilo, (ya no se acordaba), lo que sí se acordaba de la época de civil era esa parada de la yuta en la esquina de la farmacia, justo cuando estaban discutiendo si había sido penal o no, (tampoco se acordaba de que partido), pelaron las armas largas, pelaron las chapas, pelaron una irónica silla banqueta y los pelaron a todos, máquina eléctrica "a cero" y chau derechos, chau mi papá es médico y chau flequillo beatle y melenita stone. De alguna forma lo marcó, algo le dijo, por acá pasa el mango de la sartén.

Terminó a duras penas el secundario y entró nomás a la Falcón. Sin embargo, fue lo suficientemente cobarde como para no dejarse llevar por el verso "Patria o Bolches", que había ganado como gota sobre la piedra a unos cuantos de sus camaradas. Pero no tanto como para no perder, al cabo, la integridad. Nunca tuvo huevos ni para una, ni para la otra cosa. Lo sabía, nunca le importó. Hizo la suya. Se casó. Al tiempo, su mujer cansada de que nunca estuviera en casa lo abandonó. Ni se preguntó a donde, no la amaba ni habían tenido hijos, y quedó sólo como un coyote. Así las cosas, no ascendió durante la represión por blando, ni durante la democracia por el silencio solidario, para no batir a los que en otro tiempo hicieron carne de burlas de él.

Ahora, sabía, que sería su último año y después: ¡el retiro!. A disfrutar de la lancha y la quinta, y alguna que otra reventada. 50 años, 30 de servicio, no está mal.

Lo que le incomodaba era el boludo de ayudante que le habían asignado. Sospechaba que lo espiaba, buscaban pruebas. ¡Minga que las iban a encontrar! Su explicación era razonable. Durante la represión se cobraban 2 o más sobres de acuerdo, no sólo al cargo, sino también por las tareas extras. Desde algún ángulo le convenía, "Obediencia Debida" de por medio, que lo acusaran de represor. Aunque no participó, no por "Derecho y Humano", sino porque vio como estaban todos sacados y un día le iban a poner un caño, no los zurdos sino los suyos.

Lo suyo era más sutil, un oficio tranquilo. Ser cobrador del juez Marquesi, buena comisión, Edictos Policiales, una tenue y holgada gama de delitos menores: Prostitución, juego clandestino, puestos callejeros, tráfico de drogas blandas. Para las tareas, drogas y aprietes pesados, había otro equipo y él se abría. Hubiera sido buen embajador, pero era cana.

El SIDA le complicó bastante el trabajo. Las nenas de categoría se asociaron de alguna forma, para lograr seguridad y profilaxis. Dejaron las casas clandestinas, subieron a los departamentos y saunas VIP, codificaron sus encuentros, bajaron los factores de riesgo, algunas evadieron los controles por un tiempo. Pero dejaron la calle a las pibas inexpertas, bajan la tarifa y por ende la comisión, se dejan enchufar por cualquiera en cualquier lado, así que aquel año, aquel fatídico año, se las llevaban en carretilla al Muñiz, y él se las vio negras para terminar de pagar la piscina.

Ahora tiene la cosa encaminada. Los travas, traen nuevo aire, nuevas coimas. Hay que dejar un tiempo que los diputados moralistas les devuelvan el negocio que estos putos liberales le quieren quitar. La máxima es más antigua que el imperio romano, cuanta más libertad, menos pecado, menos transgresión y menos cometa.


II


Esa mañana, le asignaron el caso con una risa mordaz: "La Sueca, se cayó desde un piso 10".

Puteó para adentro, se mordió la lengua y tomó el legajo recién compradito, que el juez Marquesi le entregaba diciéndole:

- Hacete cargo,... pero bien..., hacete cargo, quiero saber quien es el hijo de puta que mea en mi jardín.

La Sueca.

La primera vez que la vio, no lo podía creer, una nueva potra en el corral, se dejó seducir y llevar al depto, quería saber más del potencial de esa mina, linda de cara, enormes ojos celestes y algo rasgados, voz suave y sugerente, rubio natural, lindas piernas, buen culo, lindo lomo, tetas pequeñas, pero firmes, y .... y .... y .. un diminuto pene colgando.

Se atragantó con el whisky; él que se jactaba de reconocerlos antes de que doblen la esquina. Se contuvo las ganas de cagarlo a piñas, cuando se dio cuenta del filón que representaba. Cambió la ira, por interés comercial, la lujuria por documentación oral.

La Sueca, salvo un pequeño, o gran accidente anatómico, según quisiera oírse, era mina y podía sacar lo peor de las perversiones, no le hacía asco a nada, lo mismo viejo que joven, negro que blanco, macho que lesbiana. Su único defecto que tenía eran el Lexotanil y la marihuana. Astudillo meditaba cuanto tiempo pasaría antes de hacerse pesado. Pero se equivocó. La Sueca era lo suficientemente despierta como para ser seronegativa. Cuando Astudillo acudía a cobrarle la cuota, La Sueca pagaba sin chistar.

III


El oficial inspector Astudillo, llegó un tanto perplejo a su casa. Tenía que idear una estrategia de investigación, tenía dos razones bien valederas para hallar al culpable, Uno, porque a la larga empezó a estimar a la víctima, y dos, por su lucro cesante... ¡ah sí, sí, sí!, también porque era su trabajo.

Se armó un cuestionario tentativo que él mismo podía contestar a casi todas las preguntas por NO. La sueca era astuto, cuidadoso, dulce o perverso según el cliente. Nunca había tenido el más mínimo incidente, prefería los tímidos, no rechazaba las mujeres, nunca usaba alcohol y drogas, salvo un religioso brindis con Chandón. No tenía deudas, estaba al día con Marquesi, antes de subir o bajar a trabajar al depto, daba cuentas desde un teléfono público ya que sabía que al suyo lo tenían pinchado.

Entre sus conocimientos estaban los aparentes que había juntado a lo largo del tiempo, no por su boca sino de parte de sus amigas. Aparentemente la primera vez que se vistió de nena fue a los cinco años, recién a los siete su madre, que había sido una modelo de segunda en su país, se dio cuenta, pero como conocía como era las cosas sólo le advirtió de lo duro que es la vida para esa clase de chica. Que se sepa su padre, que murió muy joven, nunca lo supo. Aparentemente, fue a los 8 años que pudo seducir a un chico de 16 y allí debutó. Sin embargo, ni en la escuela primaria, ni secundaria, tuvo problemas. Lo cual es algo difícil de creer. Vestida de sexo seguía pareciendo más una nena que un pibe. Tenía el pelo lacio y usaba un largo flequillo hacia el costado.

¡Que astuto!, Había logrado hacerlo pasar a él, (al turro, botón, corrupto, garca, cafishio, forro y tantos alias como Niñas Contribuyentes) Astudillo, del papel de vividor a protector.

Su pasado era tortuoso, pero no más que la mayoría de los que pesadean la calle, hasta se podría decir que tuvo una infancia y juventud más feliz que la suya.

A los 20, cuando Astudillo lo conoce, ya era una profesional consumada y experta. Fuera del depto llevaba una vida ordenada, algunas de sus compañeras se disfrazan de hombres depilados, otras a la luz del día no pueden ocultar su sexo natural y su profesión nocturna. La Sueca no. Era sugestivamente lampiño. De día usaba ropa lo suficientemente ambigua como para dubitar los aprestos de tirios y troyanos.

Estudiaba diseño gráfico, para cuarteles de invierno. No tenía pareja. No se metía en despelotes. Rechazaba cuanto podía, casados con conflictos, violentos, despechados. Aún así era un maestro en satisfacer perversiones. No ocultaba a amigos y vecinos sus verdaderas inclinaciones, ni su trabajo. Nadie podría chantajearlo. No seducía, ni alardeaba.

Astudillo que lo creía lo suficientemente vigilado, tomó la resolución de llamar a su ayudante para realizar una inspección ocular. Por la mañana, temprano, una típica mañana de invierno. Astudillo llegó con su ayudante, levantó al consigna que supuestamente lo estaba protegiendo y fueron al depto.

La puerta sin forzar, el living ordenado, la cama del dormitorio apenas desecha. Mirada a la cocina, mirada al baño.

Astudillo le pregunta al santurrón del ayudante:

- ¿Observaciones,... novedades?

- ¡Ninguna!; le contesta.

- ¿Cómo ninguna?, ¿Tengo un consigna vigilando, un cuerpo cae del piso 10 y ninguno de mis hombres ve nada? O una de dos, o el asesino está dentro del edificio o mis hombres son unos pelotudos de mierda.

El consigna, que aún sabiendo del carácter del oficial, nunca lo había visto así, ensaya una defensa.

- ¿No se habrá suicidado?

El oficial lo mira, mueve la cabeza a la par que arquea repetidamente las cejas y hace pucheros. Para divertirlo, acosarlo y humillarlo.

- ¿Ninguno acá es loquero, no? Bueno no hace falta, vamos a los años de yuta, que con eso alcanza. Supongamos, supongamos, sólo por suponer. 1) El tipo se deprime, entonces puede abandonarse, dormir, no comer, no bañarse... a ver, a ver... el departamento esta limpio, ordenado, brillante... o bien se quiere despedir de este mundo exultante, se prepara, se baña, se pinta, etc., vaya al tocador y dígame que ve, y en que estado.

El consigna, desconcertado, va y enumera:

- Las luces encendidas, un secador enchufado. Un cajón abierto. Sobre el tocador, un rímel. Abierto y secándose. Sombras… una caja abierta con cosas que usan las mujeres, una crema abierta, un lápiz de labios abierto… caído en el piso.

Astudillo interrumpe: ¿Tenía los labios pintados el muerto?

- ¡No!

- ¿Qué es lo último que hace o rehace una mujer antes de salir a la selva?

- Nnnno , no sé a que se refiere..

- Los labios, hombre, los labios, para salir o estar plena. Aún para entregarse a la muerte. Dígame Ud. nació de un huevo, porque yo que no tuve hermana, mi vieja era una toalla y mi mujer una cara lavada, sé eso... ¡ Ah, je, je, je! Debió ser por eso que se llevaban bien mi vieja y la turra esa.

El consigna y el ayudante ponen cara de nada, y ojos de dos de oro, porque saben que Astudillo necesita razonar a los gritos y el irse por las ramas es su deporte. Pero pronto éste vuelve con su hilo conductor.

- Suposición 2: Alguien lo amenaza de muerte, le viene un ataque de pánico y se lanza al vacío. Entonces ¿para qué se va a dejar la puerta abierta, para que se comienza a pintar?

- Suposición 3: Drogas. Supone abandono, incoordinación. ¿Hay algún tipo de desorden o por el estilo? No, no, a este lo tiraron y el que lo tiró era conocido y bien conocido... A ver, a ver...

Astudillo vuelve a la cocina, abre la heladera.

- ¡No hay Chandón!- Grita- ¡no era un cliente!

Se dirige después al ayudante:

¡A ver Bergués!, leamé el informe de autopsia.

- Causa del deceso, estallido de masa encefálica, .... bs.ms.bs.ms... 10 costillas rotas... este... columna quebrada... brazos quebrados...

- No, no más adelante, debe dar una suposición de cómo cayó el cuerpo.

- ...el cuerpo impactó de cabeza, intentó frenarse instintivamente con las manos, gira el tronco, gira y da contra la pared... o sea, dice el informe, dio varias vueltas en el aire...

- O sea,- interrumpe Astudillo - sigamos y no es estadística, ni práctica forense, sino suposición mía. Si fuera suicidio se dan mayormente dos casos, caso pasivo, se tira de pies, o decidido se tira bien de cabeza para no tener la sorpresa de sobrevida y dolor físico. Ninguno de los dos, el tipo cae revoleado, ni siquiera que lo tiraron tipo mafia, lo empujaron sorpresivamente, sin que lo esperara, sin que pudiera atinar a agarrarse de nada... alguno lo llevó al balcón... es más... sí, sí... se estaba pintando para salir, ya estaban por salir... el macho lo llama al balcón y el iluso se asoma, vaya uno a saber porqué y lo empujan, como la baranda es baja, cae como una hélice...

Astudillo, cesa su discurso, mira la mesa ratona del living, pregunta a su ayudante, si no falta nada, el consigna contesta por el otro que no, que no saben.

Se guarda una observación y la cambia por un comentario:

- ¡Que par de pelotudos!

Intenta retirarse, sale al pasillo, pero vuelve, ordena a sus subalternos que bajen que en cinco minutos los alcanza. Volvió a la mesa ratona y recordó vivamente: teléfono, agenda, grabador, centro de mesa floral...

El teléfono y el arreglo floral estaban en su lugar, el grabador, un aparato inservible que le había regalado su tía a los 6 años y que usaba de amuleto, no; y la agenda que estaba en código, tampoco.

El oficial llega a planta baja y comenta:

- Saben una cosa alguno de nosotros tres va a ir en cana, somos firmes sospechosos del asesinato.

El consigna, joven e inexperto, para colmo civil, intenta un balbuceo.

- ¡Salgan de mi vista, pelotudos!


IV

Prende un cigarrillo, que tenía olvidado. Intenta por sí mismo, interrogar a posibles testigos.

La kioskera, afirma que no vio nada, pero dijo alegrarse de que esa porquería se muriera, que al que lo mató habría que premiarlo, y que ella ni sabía que esa cosa estaba tan cerca, sino sin ninguna duda la hubiera denunciado. "Se nota que a vos no te dejaba guita", pensó para sí, casi moviendo los labios, mientras la miraba a los ojos con cara de póker.

Unos cuantos se negaron a hablar, y no lo harían así ni ante el jurado. "Que sabrán estos de jurado, mucha televisión, mucho Perry Mason", volvió a pensar.

Un portero, le dijo después de algunas cavilaciones, que creía haberle escuchado algo al florista de la esquina, pero no de ésta... sino de la otra cuadra.

El florista, un gordo abandonado y cincuentón, le da una versión llamativa:

- Esta calle da pa´ todo mire, esa tarde hacía un tornillo bárbaro,... yo estaba por cerrar el puesto, y no sé como, acá, acá nomá´ a dié´ metro, un Fitito se empieza a incendiar, ¡un kilombo!,... la gente empieza a mirar, lo´ coche´ se amontonan, el "pibe miravidrieras" como le decimo´ nosotro´, como si no se supiera que e´ cana o algo parecido, ... ese que siempre anda yirando con campera de cuero... a ver si se cree que por que tenga la´ crine´ larga y arito, no´ va a engrupí´ a nosotro´ que la tenemo´ lunga, la tenemo´....Bue´, a lo 5 minuto´ a ma´ tardá´, ¡faaa!, Se cae el trolo y se hace mierda... con un grito que todavía me zumba la oreja, me zumba... yo no sabia si llorar o reír... allá el trolo hecho bosta, acá la mina del auto que gritaba, que el marido la mataba, que alguien la ayude y se agarraba del pendejo, y no lo soltaba, lo agarra de la colita del pelo y el pibe no se podía zafá´, al fin se zafa el pendejo, pero para esto habrán pasado, no le miento, fácil fácil 5 minuto, entonce´ el pendejo sale disparao pal edificio y dentra como loco... se ve que hay trolo en todo lado, yo que él hubiera aprovechao y le hubiera puesto una mano a la mina, que estaba pal reviente.... Dispué´, vino un tachero, peló el matafuego y se lo apagó en meno´ que una escupida... y se puede crié que la mina desapareció... supongo de cagaso que venga el dorima...


Astudillo, le agradeció profundamente y le prometió que nunca más lo jodería, ni lo citarían a declarar. El hombre se acomoda el cinto por encima del ombligo, que sin embargo vuelve a caer y se ennoblece de la gallardía de su declaración, como si hubiera salvado a San Martín.

El oficial sabía que siempre hay uno más hijo de puta que uno, y que lo cagaron en la propia cara.

Citó a solas al consigna.

- ¿Cuál era tu misión?

- Vigilar y cuidar a La Sueca.

- ¿Y....?

- Y bueno...

- Y bueno nada. Decime ¿De qué índole era el incendio del auto? Policial, privada, un atentado terrorista, un misil ruso...

- Privada.

- ¿Para quién trabajas? Para la policía, los bomberos, Edenor, Charly García, La Nasa.

- No señor, para Ud.

- ¿Que se supone que debe pensar la gente de vos?

- Que soy un pibe de barrio desocupado.

- Bueno si fueras un tipo de barrio, podías acercarte al auto, si tuvieras uniforme debías hacerlo. Pero en tu caso no podías ni debías.

- Sí, señor.

- A ver. Contame que hiciste...

- Corrí, cuando me di cuenta que era La sueca, corrí al depto.

- ¿Y..?

- Llego, llamo al ascensor y los tres ascensores estaban trabados en el 8º piso, entonces corro por la escalera, llego sin aire al depto, lo inspecciono, no veo a nadie, salgo. Uno de los ascensores está libre, lo llamo, bajo, la calle todavía está embotellada y no creo poder ver al móvil, entonces voy al teléfono y llamo a la seccional...


V


Astudillo, tenía pocas certezas. El asesino era conocido, le abrió la puerta. No era cliente. Amante tampoco, porque, aunque no le conocía afecto, desarrollaba su vida privada lejos, en Mataderos. Si la investigación se le hacia larga. Perdería imagen frente al resto de las abonadas. Tenía que jugarse y rápido. Le volvió a la mente la agenda, y un grabador inútil. ¿Para que se los llevaría el asesino? Salvo que, aparte de conocerlo él, nosotros también, pero aparentemente nunca estuvo en el depto... y como no tenía música... el agresor podría llegar a pensar que estaba grabando... Recordaba haberle dicho eso alguna vez, por si alguno lo quisiese chantajear, cosa muy difícil... La sueca no le hizo caso... ¿O sí?

Salió disparado al teléfono. Pidió al juez que un grupo de investigación, de ser posible de otra jurisdicción. Buscaran con paciencia en el depto, un grabador o algo que se le pareciera y por otro lado que el florista, aún rompiendo parcialmente la palabra, le hiciera un identikit de la mujer del auto...

Esa misma tarde, le traen una grabación que se encontraba en un grabador multipista camuflado en un placard, con cintas de 4 pistas de 12hs de duración; y 4 micrófonos escondidos en cada una de las habitaciones: living, dormitorio, baño y cocina. Otra caja con varias cintas rotuladas de distintos días y horas. Luego de ecualizada, filtrada y reeditada, se apresta a escuchar lo que el equipo le deja marcado. La versión de los especialistas era que la cinta se activaba de dos formas: a) cada vez que la sueca franqueaba la puerta con el portero eléctrico y b) Cuando un sonido superaba los 50 decibeles; y sólo se apagaba si puntualmente él mismo lo apagaba por control remoto, al que encontraron después de mucho buscar en un cepillo para el pelo.

“...Se escucha que La Sueca se prepara para salir, mientras espera que alguien sube, se oyen ruidos de televisión... de pronto el timbre de la puerta, una voz masculina que le trae un mensaje, lo trata de vos, lo deja pasar, el diálogo que sigue es inteligible... se escucha una puerta que se cierra despacio, desde el canal de sonido del dormitorio y del living de oyen ruidos suaves y rutinarios difíciles de identificar, después de unos minutos un ruido como a puerta corrediza... de pronto gritos del mismo hombre que grita:

- ¡Che, Alberto Vení... vení! Mirá lo que le pasa a ese auto en la esquina, un toco de humo

Se oye la voz de la Sueca decir:

- Y ahora que quiere este

Una puerta se abre, un caminar descalzo, " ¡ay!, abriste todo, se congela el bulo" que se pierde un poco... un grito a lo lejos... "puto de mierda" dice el hombre sin fingir la voz muy cerca del micrófono... golpes cercanos... un portazo... carrera...”

A pedido de Astudillo el juez realiza un muestreo de todas las abonadas de su ducado, contrariamente a otras veces, todas demuestran un gran sentido de colaboración.

El juez por simple olfato le comenta:

- El identikit dio negativo, no la conocen, parecen decir la verdad.

- También creo lo mismo, están algo asustadas, juez. Agregó Astudillo

Astudillo volvió sobre 4 preguntas que lo sacaban.

1 ¿Por qué un hombre y una mujer? ¿Estarían relacionados?

2 ¿Por qué se robaron la agenda y el grabador inútil para cualquiera que no fuera La Sueca?

3 ¿Quién se gastaría en incendiar un auto por más viejo o afanado que fuese, sólo para distraer al consigna?

4 Y finalmente, el consigna, si bien había demostrado poco oficio. Supuestamente sólo sabían de él, él, su ayudante y por supuesto La Sueca. Y el consigna, como fin último no sabía porque debía vigilar y protegerla.

Para evitarse problemas, hacía un largo tiempo, que habían convenido, con el muerto que las drogas pasarían siempre por "aduana", de hecho, la requisa al depto no las encontró.


VI

Se le agotaba el tiempo.

Astudillo tenía dos tiempos, uno el policial, que podía o no ser cumplido. Pero el otro, el que Marquesi le marcaba. 2 días más o afuera del negocio. Afuera significaba el retiro con su sueldo de retiro, o si se rebelaba un cuetazo en cualquier momento. El juez no se andaba con vueltas, y ya estaba sintiendo su aliento detrás de la nuca, esperando el tarascón.

Lo llamó a su ayudante, este le puso reparos.

El oficial levantó la voz:

- Me importa un carajo, su franco, su sueño y su novia, venga para acá... y tráigala si quiere... no, mejor tráigala que no quiero demoras...

Media hora después, contrariado pero con disciplina vertical, cae el ayudante...

- Y... ¿Qué me trae?

- Nada, nada nuevo, oficial.

- Mirá esto que está pasando es también culpa tuya, ¿cómo puede ser que hayan relojeado al consigna?

- Nnn, .. No sé, oficial.

- Como no sé, tres días en la calle, un crimen que mañana ya no podremos ocultar a los diarios, y Ud. lo mas campante me dice nada...

De pronto, sorpresivamente, la mujer interviene.

- ¡Eh, pare la mano!.. ¿No ve que no sabe nada...?

- Lo único que me faltaba, un cana pollerudo.

- Eh, No señor, que dice, no... la traje porque Ud. mismo me dijo que la trajera, que no me distrajera...

Astudillo, amaga una señal de levantar la sesión, pero reflexiona, hace un silencio, luego sale un momento de la oficina y vuelve.

Le pregunta a su ayudante: ¿Y la cinta?

- ¿Qué cinta?

- Ah no, cierto, Ud. no sabe nada...

Y mirando a la mujer le dice:

- Vio que no sabe nada...

Esta lo increpa:

- Y que quiere que sepa, que se meta en el bardo que Ud. hace... tanto quilombo por un puto de mierda...

- Bue, bue, bue... listo vamos, vayan que después lo llamo.

Se apuró a sacarlos de la oficina.

Encendió un cigarrillo, lo fumó con parsimonia, sin dejar de pensar. Se quita el micrófono de la solapa, llama por el interno.

- Sánchez, prepáreme un móvil y vengan Ud. y Silenti con saquito de abrigo.

- ¡He que pasa!, ¿Están afanando un banco?

- Ud. haga y no opine.


VII

Tres minutos más tarde, ya en el móvil, les ordena ir rápido al departamento central. Los dos agentes, se miran, no entienden, pero obedecen. Una hora después el perito le da su opinión.

Astudillo se había equivocado. Era cierto que la novia de su subordinado era una rea cualquiera, pero de allí a estar implicada con el hombre de la cinta, había una gran distancia

Sin embargo, el desconfiado Juez Marquesi la interrogó.

Seis horas, 6 largas horas de interrogatorio convencieron al juez, al oficial y psiquiatra que el ayudante, no sabía de lo que se le estaba acusando. Pasaron, entonces al operativo apriete con su novia. Que estaba ya detenida preventivamente en otra dependencia de la seccional.

La mujer era dura, muy dura, no podían encajarla mentalmente con la bonomía de su pareja. Era dura, pero sabían que de alguna forma tenía que aflojar, no existía al parecer método legal para hacerla cantar. El psiquiatra, habla a solas con el juez, sabiendo que Astudillo se estaba preparando, mentalmente, haciendo crujir los nudillos contra las palmas, para un verdadero ablande. El juez se dirige con voz pausada a la mujer:

- Hasta ahora tenemos pruebas bastante firmes, si encontramos a tu cómplice, podemos llegar al grado de premeditación, la forma del crimen es alevosía. Eso son unos 20 años, digamos. Ahora, si te juzgan en oral y público, la presión pública, la hipersensibilidad de las chicas, puede hacer subir la condena digamos a... perpetua. pero, pero, pero... podemos, digamos, tomar tu confesión, sentido de colaboración, arrepentimiento... podemos ser desprolijos y no ver tu arreglo con tu amiga... podríamos..

La mujer no por miedo sino por lógica pura. Sabiendo que negarlo no le daría ningún rédito, le dio el nombre de una persona que ella sabía, subía seguido al departamento. Un tal López. Dos horas después lo tienen delante de ellos.

El juez hace señas al psiquiatra que se retire, y que Astudillo se siente al otro lado y prosigue.

- Ves en esta mesa, hay tres hijos de puta, yo el primero, Astudillo otro y vos sos un hijoa de puta, y entre diablos no nos vamos a esconder el tridente. A mí me importa un carajo lo que sentía Alberto Persik, lo que sí me importaba era que era una buena abonada, prolija, cumplidora, nada de bardo, de pronto vos. Vos no me estás quitando sólo un travesti vip, sino que me comprometes al resto de la mercadería. Así que lo vamos a firmar de esta manera. Uno: vos no confesas y yo te hago encerrar 30 años con los machos más bravos. Dos: vos confesas y, palabra de hijo de puta, nos hacemos los que no sabemos lo que sabemos... pero como indemnización e intereses, me vas a tener que dar el doble de lo que me daba La Sueca, y es mucha plata, pero... en la cárcel es mas difícil conseguirla. Si querés salir a robar o no, no me interesa, lo que me interesa es el cumplimiento del abono, sólo la plata, bien cumplida todos los, a ver que día podía ser... los 9 de mes. Si se te ocurre, que podés salir y buchonear, pensá 2 cosas, esta causa la puedo hacer prescribir o no, en cinco o 25 años, siempre habrá alguien que se acuerde de La Sueca y, afuera la calle está muy peligrosa, no sabés la de matones que hay... ah, y ahora que te veo un poco mejor, un tipo atractivo para las mujeres, puedo encontrarte a unas cuantas viudas solas.


VIII

López se quiebra y empieza su historia.

- Yo Rubén lo conozco desde hace 10 años más o menos, todavía éramos pendejos, pero mientras que él, el negrito feo y tímido, conseguía minas a patadas, yo el más lindo según las mismas pibas, nadad de nada. Cuando Rubén entró a la escuela para ser cana, fue como decirle adiós a un amigo. Pero al tiempo fue él quien me la presentó. Yo ya estaba casado desde hacía cinco años, de modo que no debería tener relación alguna con una travesti, pero cometí el error de subir a su departamento.

- Cuando la vi pensé que era otra chica con la que compartían el departamento. Convenimos el valor de las sesiones y me dio 8 sesiones esa misma noche, pero sesiones de verdad, cosas que ni hice con mi mujer en la noche de bodas. Fue la primera vez en la vida que quedé satisfecho, seco, irritado, salí recaliente y sin un mango, un turro vestido de mina, me hizo gozar, desear, arder, suplicar, hasta la locura.

- No pude esperar más que una semana. La soñaba y lo soñaba, tenía pesadillas, me despertaba confundido, tanto que mi mujer se daba cuenta. Hizo que le la pusiera de todas las formas posiblesas, un asqueroso marica que me besaba como la mina más dulce.

- Entonces se me ocurrió que Gladys, mi esposa, podría formar parte de mi plan pero sin saber los reales fines del mismo. Fue ella la que compró el fitito usado que incendiaríamos.

- Un día me presento sin guita, y me dice, suelta de cuerpo que lo suyo era profesional, nada personal, como si yo en lugar de un macho hecho y derecho, fuese un viejo, me enojo y me dice: "Vas a perderla a Gladys, es una buena chica”"

- El hijo de puta sabía quién era y de donde venía yo, y no me dijo nada. Así que me fui humillado y caliente, caliente en todas las formas. Por las noches en lugar de soñar con Miriam, la amiga de Gladys, que estaba fuerte y me daba pista, soñaba con ella. Hasta que un día me dije: "O mía o de nadie".Maquiné un plan, lo llamé por teléfono, le dije que lo quería pasar a saludar, pues me iba de viaje, me dice que no espera a nadie, que estaba en el departamento descansando, que iba a salir con un chico... "pero sin sexo viste", como si se burlara.

- Subo hasta el octavo... bah, el resto ya lo sabe, Gladys no, sabe que yo pensaba matarlo.


IX


Marquesi supo de inmediato lo buena laburante que era La Sueca y a decir verdad la única víctima real de todo el caso era la esposa del asesino. Se declaró incompetente y le pasó el caso a otro juez, el que saliera por sorteo. Aunque se buscó la carátula. homicidio culposo, rápidamente se notaba que había sido premeditación

La condena fue de ocho años de prisión efectiva, que fue de cinco por buena conducta. Al salir, más enamorado que nunca de su esposa se mudaron a Catamarca, donde, según dicen, no la dejaba en paz ni un día- Aquel hombre que intimaba con su mujer una o dos veces por semana, ahora, por obra y gracia de La Sueca, a la pobre Gladys…

Bueno como eso es muy escabroso lo dejamos así.
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