La vida celestial

Mi amado Jesús me deleitan tus pasos descalzos
en el silencio de la noche
cuando llegas deslizándote
entre los valles y ese aroma de pinos
arrullas mi cuna dormida y acaricias mi ser
me bañas de tu exquisita fragancia santa
y me llevas en sueños al sitio de las flores
maravillosos colores irradian mis ojos
contemplando lo perfecto y divino
bajo la juventud de mi rostro
que me entregas a mi llegada
oigo a lo lejos cánticos de coros
y puedo apreciar una ciudad de oro
de calles de cristal y piedras preciosas
adornan las paredes toda la gracia se hace día
no existe la obscuridad ni el dolor ni el castigo
testigos son los ángeles de antaño que
velan los cielos y su naturaleza
amo la calidez de este viento suave
que arrulla los caminos de cristal
mi amado Jesús me abrazas con amor
inclinada a tu pecho en lo grande de tu gloria
por una rendija entra la mañana alegre
nace el alma del día y recuerdo con nostalgia
la vida celestial.


Rosa Maria Reeder
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