Lamentaciones

Me dueles mundo, como Jerusalén a Cristo, como belén a Raquel.
Porque estrellas a tus hijos contra las paredes, violas a tus mujeres,
ignoras a la viuda y al huérfano, y a los ancianos echas a las calles.
Me dueles mundo, tanto que hago mío, los labios de lamento de Jeremías,
al ver a su pueblo amado convertido en un monumento en ruinas y reducido a cenizas.
Y me dueles más, al saber que eso te espera.
El día está cercano, no tardara, de seguro llegara.
Guarda pues tus lágrimas para aquel angustioso tiempo.
Guarda tu fuerza para llorar por los hijos que siguieron tu ejemplo.
Aquellos que hicieron de ti un paraíso en peligro de extinguirse a sí mismo.
Los que nacieron únicamente para ser escoria.
La vergüenza de su madre y su vientre. Y deshonra de su padre y sus lomos.
Aquellos que talaron tus arboles de cedro y sembraron zarza y espinos.
Los que cavaron pozos solo para que bebieran de ellos sus perros.
Los que alimentaron cerdos con la vida de miles de niños hambrientos.
Y le echaron más enebro al fuego de su propio infierno.
Me dueles mundo como a Adán el Edén,
como a Nimrod la torre de babel, desplomándose sobre el desierto de Sinar.
Me duelen tus líderes que construyen templos/estado/bar
y los llenan de ídolos de carne y sangre para idolatrar la tiranía y la impunidad.
Muertos que adornan sus cuerpos con flores y lapidas de mármol,
mientras siguen colgados del árbol, que Judas pago con treinta monedas de plata.
Me dueles mundo déspota. Mundo hipócrita.
Me dueles porque te crees sabio pero ignoras que el bien y el mal tienen consecuencias eternas.
Me dueles como Egipto al Faraón en la decima plaga, como Sodoma a Abraham, recibiendo su paga.
Pronto no habrá más misericordia que pase por alto tus afrentas,
y por más ofrendas de incienso en altares labrados con perversas herramientas,
caerás como cayeron las mesas, ánqueles y ventas
cuando un Hombre Justo limpio su sala tres años después de sus treinta.
Como cayeron los muros de la Ciudad Santa ante los ojos de Tito en el año Setenta.
Y reconocerás que al desamparado debiste socorrerlo, al desnudo vestirlo,
al hambriento alimentarlo pero como Natan a David te dirá tu conciencia
¡Tú eres ese hombre!
Tú eres mundo culpable.
Culpable de pervertir el derecho, de aceptar cohecho,
de engordar la Justicia con las sobras de tus anómalas regalías, dietas y honorarios.
De castigar al inocente y obsequiar la libertad con indulgencias del siglo XX al delincuente.
De saquear el erario de un pueblo desnutrido y enfermo por tus descuidos.
De corromper las leyes para satisfacer tus desvaríos.
Y ordenar callar con la muerte, la voz de aquellos que se atrevieron
a señalar con razón, tus errores y desvíos.
¡Ay mundo como me dueles!
Como es que tienes agallas de no darte cuenta que el día de tu visitación es hoy
y que en cambio de eso, matas a los que te son enviados para protegerte bajo sus alas como un crío!
Me dueles mundo y ansío que a pesar de la maldad que habita dentro de tus márgenes,
te tomes un momento para sanar tus cánceres,
porque ciertamente nada quedara de ti
si proliferan cráteres de corrupción en tu suelo,
gérmenes en tu tierra
y crímenes en tus imágenes.


Angel EC Chub