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Morellas

Publicado por danie en el blog El blog de danie. Vistas: 616

¿Cuántas Morellas puede tener un hombre,
cuántas ilusiones que lo vistan con las sombras de la muerte?



Y fue la noche más gris que las tinieblas:
como si sus ojos eran dos sátiros
desvirgando a las vírgenes y a los santos
de mis inhóspitos sentimientos,
como si su lengua era un látigo
que azotaba hasta desangrar la arcilla,
la arena, las cenizas de los orígenes
de las ascuas de mi vientre.

¡Ay! Fue una noche de esas
en que sale la luna de mi pecho
para aullar junto a la vera
de un murallón de sed salvaje
desbordado por la yugular de mis estrellas.

Yo vi el reflejo de la noche
acercándose al dintel de mi puerta,
y ahí exclamé por su manto de cuervos,
por la furia misma de su pócima envenenada,
y la colérica propagación de las prejuiciosas ratas…

Y fue la noche más gris que las tinieblas
porque la sangre se vertió en el río,
porque se empecinó mi suerte
en que erradique la pálida pena,
la huérfana condena
que me desquició con tormento
y cubrió a todas mis amadas Morellas,
antes del mismo tiempo,
con un manto de muerte.



(...)

Precisas, fríamente, tranquilamente precisas, cayeron estas simples palabras en mi oído y de allí, como plomo derretido, rodaron silbando a mi cerebro. ¡Los años, los años pueden pasar, pero el recuerdo de aquel momento, nunca! No ignoraba yo las flores y la viña, pero el acónito y el ciprés me cubrieron con su sombra noche y día. Y perdí toda noción de tiempo y espacio, y las estrellas de mí sino se apagaron en el cielo, y desde entonces la tierra se entenebreció y sus figuras pasaron a mi lado como sombras fugitivas, y entre ellas sólo veía una: Morella. Los vientos musitaban una sola palabra en mis oídos, y las ondas del mar murmuraban incesantes: «¡Morella!» Pero ella murió, y con mis propias manos la llevé a la tumba; y lancé una larga y amarga carcajada al no hallar huellas de la primera Morella en el sepulcro donde deposité a la segunda.


Edgar Allan Poe

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