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Nihilismo de los domingos

Publicado por danie en el blog El blog de danie. Vistas: 534

Hoy permito que el inconsciente escriba algunas líneas restringidas por el estereotipado credo, algunas campanadas que quieren escapar de las cúpulas y las catedrales, de los más cercanos Vaticanos que me habitan y me rigen con su complejo Papal. Que se enuncie con voz firme y sin regodeos el hartazgo de las campanas al oír siempre a las trashumantes nubes con sus oraciones que exclaman tener las únicas condiciones y certezas, la absoluta verdad de un recuadro en donde ya respirar se torna un gran pecado capital.

Por eso mismo hoy libero a los aullidos de mis dejos de nihilidad para que se vuelvan grandes visiones ácratas, visiones de un desierto en donde todos normalmente ven un oasis, visiones un poco alocadas y descarriadas, con un trazo de rústica aspereza que no sabe de sintaxis, gramáticas y complicadas morfologías que endurecen con normas rígidas a la lengua del albedrío y su impúdica voluntad; pero eso es lo que menos me importa. Es más me gusta que se rebelen y muestren su burda subversión, ¡qué mejor día para hacerlo que este recatado y plomizo domingo!

Hoy quiero que griten todas sus furias, vivencias, inmoralidades y verdes aromas “tan verdes al punto de hacerse obscenos”.
Así tal vez puedan borrar ese apático rostro de domingo y su apestoso olor de indigesta que apolilla hasta el clóset en el que duerme mi musa enferma.


Es que mi musa se enferma por los domingos, respira ese miasma que le engendra tumores de realidad melodramática y ahí es cuando toma la pluma y por más que lo intenta jamás puede desarrollar a las quimeras y sus obras que en los demás días fluyen con naturalidad.

Aunque no lo crean siempre quiso fugarse de los domingos y su argamasa de biografías y cenizas como celajes que asfixian y aplastan con todas las toneladas de los pasados y vetustos cielos.

No lo soporta, ella misma una vez me dijo que no quiere saber más nada con el traje de la rutina dominguera, incluso prefiere usar el traje de la fajina de toda la semana, pero jamás volver a usar el saco sacro del domingo al mediodía y ni hablar del traje de la ofrenda de la tarde de misa, ese lienzo que transita por todos los velorios de la prosapia del vicio, ocio, placer, prostituta dicha…

Es que este nefasto domingo siempre la importuna con sus huéspedes
que son fantasmas y espectros de una moralidad que solo sabe lanzar cumplidos “sientan el culo en el living de mi casa y esperan que ella este complacida de escuchar sus idiotas hazañas, sus baratas reprimendas de una vida mecánica y prosaica que aburre hasta los más miserables bosquejos del mismo limbo”.


¡Mi querido limbo! Es bien sabido que todo soñador tiene su mundo interior, un mundo de maravillosa y única creación que para muchos puede ser un infierno, pero para otros es más que el cielo. Pues el mío y el de mi musa es el limbo.

En nuestro caso el limbo es un mundo de diademas y aguaceros, un lugar que crea tropeles de demonios con utopías de ángeles, y borra la perorata de los sermones de la roída sangre por la túnica de la orgullosa eucarística.

Por lo dicho puedo decir que durante la semana la segunda morada de mi musa es el limbo, pero cuando llega el domingo esa morada se derrumba para volverse un podrido cielo.

Esta musa mía detesta los domingos y sus empalagosos cielos, el sabor a rosas empapadas en mieles rancias, su pitonisa palabra de una mortaja puritana que considera que vivir es sinónimo de herejía, sus soflamas de virgen santa que se asusta despavorida porque a algunos de mis preceptos se le escapó un eructo incontenible de algarabía frente a sus bochornosos fanatismos.

Es que a veces es bueno ser una causa furtiva, y en especial cuando este día podría haber sido cualquier otro, pero no lo es, y es domingo.

El domingo es el día de todos los santos redentores y a la vez sentenciadores, el día de los jueces que decretan a textos como estos ser quemados en la hoguera por hechicería.
A Aisha Baranowska le gusta esto.
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