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¡OH CAPITÁN, MI CAPITÁN! WALT WHITMAN

Publicado por libelula en el blog El club de los poetas muertos. Vistas: 5153



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Oh, capitán! ¡mi capitán! nuestro terrible viaje ha terminado,
el barco ha sobrevivido a todos los escollos,
hemos ganado el premio que anhelábamos,
el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo entero regocijado,
mientras sus ojos siguen firme la quilla, la audaz y soberbia nave.
Mas, ¡oh corazón!, ¡corazón!, ¡corazón!
¡oh rojas gotas que caen,
allí donde mi capitán yace, frío y muerto!

¡Oh, capitán! ¡mi capitán!
levántate y escucha las campanas,levántate.
Por ti se ha izado la bandera,
por ti vibra el clarín,
para ti ramilletes y guirnaldas con cintas,
para ti multitudes en las playas,
por ti clama la muchedumbre,
a ti se vuelven los rostros ansiosos:
¡Ven, capitán! ¡Querido padre!
¡Que mi brazo pase por debajo de tu cabeza!
Debe ser un sueño que yazcas sobre el puente,
derribado, frío y muerto.


Mi capitán no contesta, sus labios están pálidos y no se mueven.
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad.
La nave, sana y salva ha anclado, su viaje ha concluido.
De vuelta de su espantoso viaje, la victoriosa nave entra en el puerto.
¡Oh playas, alegraos! ¡Sonad campanas!

Mas yo, con tristes pasos, recorro el puente donde mi capitán yace, frío y muerto.





https://es.wikipedia.org/wiki/Walt_Whitman

Considerado como el padre de la moderna poesía estadounidense, su influencia ha sido amplia también fuera de ese país. Entre los escritores que se han visto marcados por su obra figuran Rubén Darío, Wallace Stevens, León Felipe, D.H. Lawrence, T.S. Eliot, Fernando Pessoa, Pablo de Rokha, Federico García Lorca, Hart Crane, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, Allen Ginsberg o John Ashbery, entre otros.2

Nacido en Long Island, trabajó como periodista, profesor, empleado del gobierno y enfermero voluntario durante la Guerra Civil estadounidense. Al inicio de su carrera, también produjo una novela, Franklin Evans (1842). Su obra maestra, Hojas de hierba, fue publicada en 1855, costeada por él mismo. El libro fue una tentativa de tender los brazos hacia el ciudadano común con una épica americana. La obra fue revisada y ampliada durante el resto de su vida, siendo publicada la edición definitiva en 1892. Luego de un derrame al final de su vida, se trasladó a Camden, Nueva Jersey, donde su salud empeoró. Murió a los 72 años y su funeral se convirtió en un espectáculo público.3 4

La sexualidad de Whitman ha sido tan discutida como su obra. Si bien comúnmente se le ha considerado como homosexual o bisexual,5 no está claro el que Whitman tuviese alguna relación sexual con otro hombre,6 por lo que los biógrafos continúan debatiendo.

El poeta se refirió a temas políticos durante toda su vida. Apoyó la cláusula Wilmot y se opuso a la extensión de la esclavitud, si bien fue muy crítico con el movimiento abolicionista.7 En 1865 escribió el famoso poema O Captain! My Captain! (¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!) en homenaje a Abraham Lincoln después de su asesinato.

Fue nombrado en el libro Ciudades de Papel junto con su libro Hojas de hierba. El gran escritor argentino Jorge Luis Borges admiraba mucho a Whitman y más de una vez aclaró que se vio ampliamente influido por su literatura, cuando no obsesionado. De su obra publicada conocemos dos ensayos pertenecientes a su libroDiscusión. Los ensayos en cuestión son Nota sobre Walter Whitman y El otro Whitman. En el prólogo a su libro El oro de los tigres, Borges sin embargo matiza:“Para un verdadero poeta, cada momento de la vida, cada hecho, debería ser poético, ya que profundamente lo es. Que yo sepa, nadie ha alcanzado hasta hoy esa alta vigilia. Browning y Blake se acercaron más que otro alguno; Whitman se lo propuso, pero sus deliberadas enumeraciones no siempre pasan de catálogos insensibles”. Más tarde Borges escribiría un poema dedicado a la memoria de Whitman, titulado Camden, 1892 (en referencia al año y lugar de la muerte del poeta americano):

El olor del café y de los periódicos.
El domingo y su tedio. La mañana
y en la entrevista página esa vana
publicación de versos alegóricos

de un colega feliz. El hombre viejo
está postrado y blanco en su decente
habitación de pobre. Ociosamente
mira su cara en el cansado espejo.

Piensa, ya sin asombro, que esa cara
es él. La distraída mano toca
la turbia barba y la saqueada boca.

No está lejos el fin. Su voz declara:
casi no soy, pero mis versos ritman
la vida y su esplendor. Yo fui Walt Whitman.


Os dejo este extraordinario poema dedicado a un viejo marino del gran poeta Rubén Darío y su...
"Sinfonía en gris mayor"

El mar como un vasto cristal azogado
refleja la lámina de un cielo de zinc;
lejanas bandadas de pájaros manchan
el fondo bruñido de pálido gris.

El sol como un vidrio redondo y opaco
con paso de enfermo camina al cenit;
el viento marino descansa en la sombra
teniendo de almohada su negro clarín.

Las ondas que mueven su vientre de plomo
debajo del muelle parecen gemir.
Sentado en un cable, fumando su pipa,
está un viejo marinero pensando en las playas
de un vago, lejano, brumoso país.

Es viejo ese lobo. Tostaron su cara
los rayos de fuego del sol del Brasil;
los recios tifones del mar de la China
le han visto bebiendo su frasco de gin.

La espuma impregnada de yodo y salitre
ha tiempo conoce su roja nariz,
sus crespos cabellos, sus bíceps de atleta,
su gorra de lona, su blusa de dril.

En medio del humo que forma el tabaco
ve el viejo el lejano, brumoso país,
adonde una tarde caliente y dorada
tendidas las velas partió el bergantín...

La siesta del trópico. El lobo se aduerme.
Ya todo lo envuelve la gama del gris.
Parece que un suave y enorme esfumino
del curvo horizonte borrara el confín.

La siesta del trópico. La vieja cigarra
ensaya su ronca guitarra senil,
y el grillo preludia un solo monótono
en la única cuerda que está en su violín.


No podía faltar en esta nave el insigne poeta Pedro García Cabrera con su latir de isleño con el que me identifico


Un día habrá una isla
que no sea silencio amordazado.
Que me entierren en ella,
donde mi libertad dé sus rumores
a todos los que pisen sus orillas.
Solo no estoy. Están conmigo siempre
horizontes y manos de esperanza,
aquellos que no cesan
de mirarse la cara en sus heridas,
aquellos que no pierden
el corazón y el rumbo en las tormentas,
los que lloran de rabia
y se tragan el tiempo en carne viva.
Y cuando mis palabras se liberen
del combate en que muero y en que vivo
la alegría del mar le pido a todos
cuantos partan su pan en esa isla
que no sea silencio amordazado.

(1964)
(Las islas en que vivo, 1
971)




Quiero dejar aquí uno de mis tantos poemas al mar, a ese mar, que ha sido siempre, inevitablemente, protagonista de mis poemas.Este lo presente en su día en la competitiva y creo que es uno de mis mejores poemas; aunque trágico, creo que tiene una cierta belleza.


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El ruido de las olas golpeando la arena
apagaron los gritos de una gaviota herida
que rozó mis cabellos en su vuelo suicida.
¡Yo vi su cuerpo inerte sobre la mar serena!

¡Ay! susurrante ola de mi tragedia ajena
yo necesito estruendo mientras el alma olvida
que nunca volverá y vagaré perdida.
¡Que ruja la tormenta para acallar mi pena!

¡Mar, préstame tus olas más fuertes y bravías!
Ya no quiero escuchar silencios de saudades,
que mi herida está abierta y me duelen los días.


¡Olas, mostrad la furia que os dan las tempestades!
¡Uníos a la lluvia, tronad mil sinfonías!
¡Bramad fuerte, bramad y ahogad mis soledades!

Isabel. (Libélula)
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