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Poema CLXVIII: Lágrimas negras

Publicado por Abrahám Emilio en el blog El blog de Abrahám Emilio (Todos los derechos reservados). Vistas: 363

Un sueño curioso se posó en mi dormir,
la voz de la trova que aún puedo sentir;
la oscuridad, el mal augurio del vergel
la mente escribe por sí historias en un sobre
de las tinieblas abstractas de papel,
para luego esconderlas en un cofre...

soñé a la amiga, casi una hermana,
echada en mi muslo como si fuese diván,
el brazo derecho sostenía su cabeza,
ella hipnotizada miraba el firmamento;
sollozaba la pobre, quería apaciguarla por cierto;
duele más ver sufrir a una persona que se ama,
si se pudieran cortar esas penurias que pesan,
dejar a un lado ese infortunio que la hacen humana...

como si fuese un psiquiatra acariciaba su rostro
y ya contagiado por su dolor le pregunté:
¿por qué lloras amiga?¿qué sucede?...cuéntame;
ella sin miedo y confiando en mí me contestó
la razón de sus lágrimas café que caían de su tez:
"amigo, lloro por mi pretérito, por algo escondido
por un desdichado que no vale nada,
que me juro amar hasta el final del sino,
creí ser su amor ¡luz pálida y estrella abnegada!,

me apena mucho mi hijo, fruto del amor,
bebió mis aguas puras ese traidor,
siento tanto cariño y a la vez tan poco,
recuerdo cuando se me declaró de hinojos,
¡él y yo!, para dos era mi corazón en el aforo;

probó el beso, atento en dulzura;
engendré un hijo ¡amor de locura!;
cuando se propaga en mi mente le digo ¡vete!;
estoy herida ¡ay de mí, pobre, pobre!,
ensució mis labios del sangrante colorete,
no quisiera recordarlo, solo olvidar su nombre¡".

Terminó de hablar y hubo un nudo en la garganta,
una historia que conmueve, hiere y espanta;
un sujeto que a los hombres nos insulta;
un desquiciado sin escrúpulos de la traición
de la nada quiso tener la culpa
y atenuante quiere tener la razón.

Es curioso por que yo amaba a esa chica,
aún no siendo ni simpática ni bonita;
acariciaba su rostro, enjugaba sus lágrimas negras
y ligado a un impulso le quise dar un beso...
pero algo me dijo que me contenga,
comprendiendo su historia
pero mis labios se acercaban sintiendo euforia...

No cabía justificación en mi amor y en los sesos
a las intenciones me estaba correspondiendo;
de la nada alguien apareció y dijo: no hagan eso...
y esa voz nos hizo dar cuenta de tal momento.

Desperté pensando en ella,
como un recuerdo único y bello;
y el destino particularmente sella
una elegía con un agridulce beso.
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