Poema VII: Tiempo y amor

Cae el espectro del amor
un sentimiento inefable;
¡oh amor! aquel tenebroso sable,
no conoce miedo, no conoce temor.

Aún en prosas o rimas,
o recitando sin ningún motivo
pensando en los bosques, valles, colinas
o buscar algo preciado y lindo.

Cae el reloj y muere,
sus manecillas giran inverso,
el tiempo vuelve, retrocede
en la gracia de un verso.

Llueven rosas, dalias y floripondios,
mueren valientes, hombres y todo
hay paz interna y hecho, que el odio
y sentir que río, sentir que lloro.

Cae una metáfora,
vive la palabra literal,
el día de por si llora
y sigue su curso natural.

El miedo por ver aquella casa,
percibir fantasmas del pasado,
a veces el amor cansa
y escapa por cualquier lado.

Evitar el rastro y roce,
viviendo un mundo que se desconoce
ocultar aquel amor inefable,
escribir en prosas ilegibles
¡qué más da si jamás la hable!
total la obsesión es inestable.

Buscar un refugio en la soledad
sin poder aceptar la realidad,
arrestado en la migraña
perdiendo por completo la homeóstasis;
lo sentimientos me regañan
abarcando lo profundo del éxtasis.

Tal vez no sea casualidad,
ni un jaque que pone la vida
que amargo es la realidad
en el encierro hallar la salida.

Cae el espectro del amor
en el zumo de una prosa,
aquellos escalofríos del pavor
aquella delicia sosa.

Caen los relojes, el tiemp,o
aún así todo es maravilla
el tiempo se cansó, avanza lento,
detiene desde ya sus manecillas.

Llueve del cielo plomo,
los nevados se vuelven rocas;
bueno es verdad, yo sólo proso
y requinto estas verdades locas.

Sobrevive una metáfora
que da luz a la mente,
aquella metáfora que llora
aquella que sufre y siente.

Se desploma el vacío,
en la nada aparece una mujer
¡¡ella es mi ilusión de niño!!
que al despertar vuelve a desaparecer.