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Poema X: El primer amor colegial

Publicado por Abrahám Emilio en el blog El blog de Abrahám Emilio (Todos los derechos reservados). Vistas: 1174

1 kilómetro al colegio y un paso
un rastro que el olfato percibe
una rosa que por ella ríe, llora;
estando afuera, su ventana,
ya casi tanto años
y de ella no sabemos sabe nada.

1 kilómetro del pasado y medio paso
se tele -transporta al ayer,
y se contará muriendo esos años:
-Era el alcohol soberano del hogar
las lisuras: la mermelada;
las obscenidades, criatura misma
de una etapa: pubertad.

El cuerpo mutante de niñez,
el bello de la cara y el acné,
y comenzando a ver a chicas muy ruborizado
con otros ojos a ella.

El miedo por una reciente vida,
rescoldo del primer amor platónico
aquella que se fue a otro colegio,
y pensando: ¿qué será de nosotros sin ella?

Un nuevo paréntesis y ver
lo cercano irse al fin del mundo,
con abundantes amigos y escasa ilusión
disimular en otra mujer eso,
aquel amor de niñez. ¡Qué pena!.

Pero ante el dolor familiar
la falta de dinero… y el miedo
existió una sombra que fue luz
esa que cambió la vida
aquella silueta que le debemos todo
porque sin ella, no fuéramos el yo…

Tímidos, inexpertos y enamorados,
le dimos una moneda de suerte
también una carta ilegible,
y un poema inspirado pero soso
y ante a la ansiedad a lo loco
vencimos aquel miedo.

Nos hicimos casi amigos,
sólo le contábamos la ilusión y penas,
un amigo nos ayudaba a enamorarla
era el pretexto para no faltar
jamás faltar a clases.

Rulos de serpentinas que decoraban
su rostro de ángel y diabla,
una silueta perfecta del soñar,
la voz de sirena… ¡sirena nuestra!
ella, un poema de amor
hecha la mujer de fantasías.

Ojos achinados o grandes, belleza total,
perfecta, perfecta era ella
jamás diremos su nombre
pues un poesía tonta
no merece nombrarla.

Más de 10000 poemas por ella,
un millón de líneas por ella,
tantos años pensando en ella
y toda la vida: nuestra doncella.

Jamás ni en amnesia ni Alzheimer
olvidaremos aquel julio cuando la vimos
ese momento no le dimos importancia
y la semana posterior,
sus prendas y su maquillaje,
volvieron tonto a cualquier inculto.

Por esa mujer: hemos soñado,
gracias a ella: escribimos, pero lloramos
a su inspiración: plasmamos todo
y por ella: vamos suspirando.

Puede que jamás la encontremos,
el fruto es rasguño cicatrizado,
el ayer vino amargo sin dulce;
es el amor que no se ve
pero como maldición se siente.

Los pensamientos eran de pureza,
las sonrisas eran nerviosismos,
y un infinito temor de declararse
y negar así mismo, y enamorarse.

Querer, amar, adorar y…
no hay palabra más fuerte,
no existe palabra que viva
pero si vida que existe.

Esperarla fuera del colegio,
cualquier coartada era perfecta,
nunca fuimos tan simpáticos, ni regios
pero estábamos allí
enamorado en el sacrilegio.

Quizás hayan sido pocos meses,
pero transfiguran hasta hoy
cada segundo y verla era suficiente,
en las horas libres caminando
por su casa y verla asomándose
en su ventana que refleja mi rostro
porque aquella casa sabe nuestra historia
y conoce paso a paso nuestras huellas.

¿Qué se podía pedir?...
dinero, felicidad, salud y suerte,
su presencia valía más que ello
los huesos se pulverizaban,
andar y reírse con nosotros
tal vez habíamos expirado y, estábamos
en el paraíso… pero ¡estábamos vivo!

Sus burlas y dobles sentidos
que se mofaban de nuestra persona
y la coquetería de hidalgo,
creaban en si un poeta
y aún más: un solitario.

Ella también sufría
el pasado era la huella oscura
y sufrió más que nosotros,
aplacaba su vergüenza en
flascas sonrisas hipócritas,
pero la adorábamos tal cual,
para nosotros era ella, perfecta
sí ella, ella, ella y solo ella.

Aún hoy se lamentan las tonterías
y el infortunio que da la vida,
enterarse que jamás volverá
y si volviera, nunca…
nunca será ella, a quien conocimos.

2 kilómetros de ahora al colegio,
pero su hogar ¿dónde será?
ni siquiera de nosotros se acordará,
al menos cosecho un poeta
construyó un solitario que sufre,
tal vez enamorarnos nos cambio.

Adoramos esos años,
amamos y damos la vida por ese segundo,
pero somos un loco
que se sienta y tira piedras
imaginando que golpea al destino
y aceptar que no fue nuestro camino.

Fue una sola vez que los ojos
brillaron de esa manera,
fue raro el sentir celos
y tensionante el verla y hablarle;
era ese la joya: el premio.

Ya nada existe, son muchos años
y la vida cambia… tal vez
alguien comprenda esto
y otro viéndome como perdedores
se ríe en nuestra cara si le contamos
la historia del primer amor colegial..
A Bolìvar Alava Mayorga y homo-adictus les gusta esto.
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