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Primeros sonetos

Publicado por Alonso Vicent en el blog El blog de Alonso Vicent. Vistas: 1023

TE LEVANTAS UNA MAÑANA.

Original(Primer soneto y con muchos fallos)

Te levantas una mañana y sientes

más cerca que nunca tus soledades.
El gentío que llena las ciudades
te alejan del río y sus corrientes.

Y en vez de amanecer a tempestades,
bebes de tu cuerpo y de sus fuentes,
mal nutres de tu vida los orientes
y te centras en ti y tus heredades.

Reniegas del rugido de las fieras,
del insistente olor a podredumbre,
de mártires quemados en la hoguera,

de perjuros tomados por costumbre,
y piensas que no eran éstas maneras
Ni formas de alcanzar ninguna cumbre.

...Y pides que te alumbre
otra luz, otro sol, otra mirada.
Ya sabes que tuyo es todo y nada.


Revisado
Al levantarte una mañana sientes
el amparo que dan las soledades
y que el gentío llena las ciudades
huérfanas de tus ríos y corrientes.

Y en vez de amanecer con tempestades
alimentas el cuerpo de tus fuentes,
mal nutres de tu vida los orientes
y te centras en ti y tus heredades.

Reniegas del rugido de las fieras,
del insistente olor a podredumbre,
de mártires quemados en hogueras,

de perjuros tomados por costumbre
y piensas que éstas no eran pues maneras
ni formas de alcanzar ninguna cumbre.

...y pides que te alumbre
otra luz, otro sol, otra mirada,
y entiendes que lo tuyo es todo y nada.



UN ANHELO PROVOCAS EN MI MENTE.

Un anhelo provocas en mi mente,
un soplo en la mejor de las edades,
un sueño que es deseo en soledades
y un gris amanecer que no me miente.

Me dejo deslizar por tu pendiente,
reniego de mis otras amistades,
me salvas de mis propias tempestades,
para alejar después tu alma inclemente.

Con sentimiento das lo que no pido,
con gran pasión te entregas en mis brazos,
me robas tu presencia y desvalido

pruebo a atrapar luceros a plumazos,
quedando roto, triste y descosido
cuando al vacío caen mis abrazos.


COMO UN PRESENTE.

Como un presente vine al mundo, huido
de maternales vientres y gimiendo,
y vivo en armonía conviviendo
con un gerundio siempre compartido.

A un futuro, quizás sea el olvido,
no empeño mi existencia si no entiendo
la razón de mi empeño persiguiendo
lo que en condicional deseo pido.

Sujeto soy, en parte, de un momento
y predicado en claras alusiones
a la espera de un simple complemento.

Declino a mi manera el pensamiento
y conjugo mis torpes emociones
para intentar mostrar mi sentimiento.


A LA GRUPA DE MIS NUBES

A la grupa de nubes la adivino
blanca, serena en la distancia, pura,
acariciando el cielo con soltura,
libre para seguir cualquier camino.

Burlando con sus ondas al destino
con el agua pegada a su cintura,
trasluce su reflejo y su frescura
en ríos y veredas que imagino.

Montado en una racha de su viento,
surfeando las olas de mi infancia
reencuentro mi memoria y sentimiento.

Todo me huele a libertad, la siento,
camina hoy conmigo su fragancia
y la brisa que escapa de su aliento.


ESTA NOCHE DESCANSÉ DEL PASADO.

Esta noche he dormido muy arrimado al cielo,
mi mente a las estrellas ligada y confundida,
mi cuerpo en la distancia lunar que comedida
regaló la quietud que lo elevó del suelo.

El murmullo del viento corrió un ligero velo
traslúcido en el bosque que protegió mi huída
hacia el pleno satélite, y su luz compartida
alumbró la odisea convertida en consuelo.

Esta noche, tranquilo, descansé del pasado,
la oscuridad nocturna envolvió mi presente
y volatilizó a su gusto mi estado.

Soñé por la mañana mil noches en mi mente
y me quedó el recuerdo de todo lo soñado
y el ansia de volver de nuevo a estar ausente.


ZARPÓ MI VIDA.

Zarpó mi vida y fui su polizón
en ríos, mares, lagos y arroyuelos,
prendida la ilusión de unos ojuelos
quise robarle al mundo la razón.

Primero tuve que aprender el son
y pintarme de tonto cuatro pelos
para quitar de mi antifaz los velos
que entorpecían harto la visión.

Cuando lidié mi vida fui torero,
anti taurino, al natural y fino
en las faenas exigidas, pero

con armas de juguete y un buen vino
asalté los fortines con esmero
y compartí el botín con el destino.


UN DÍA GRIS.

Aquí me allego hoy con la simpleza
de un cielo gris que de repente trajo
un chaparrón de penas y tristeza,
un hacha brota de su propio tajo.

Recubre el aguacero mi bajeza
y empieza a laborarme con destajo,
a buscar en mi falta o su destreza
cubrirme la salida o un atajo.

Una simple tormenta nos derrama
el alma por el suelo que nos pisa
apagando del fuego nuestra llama.

Y un sol espera afuera en la cornisa
que pase el nubarrón que nos encama
trayendo en cada rayo una sonrisa.


MI DOCUMENTO.

Un nombre, ocho cifras y un te quiero
en el carnet de identidad que avalo,
y una letra que dice poco, pero
que marca el documento con tu halo.

Desde la redondez firme del cero
en tu cartera, corazón, lo instalo;
deja latir su banda gris de acero
que entre sus magnetismos me intercalo.

Con mi firma te ofrezco aquí el papel
para que selles con tu boca el labio
que prolongue tu cuerpo hasta mi piel.

No me creas ni estúpido ni sabio,
sólo pretendo que le des cuartel
sin temer de mi rúbrica el agravio.



HOY QUIERO DEDICARLE A MI MORADA EL VERSO.

Hoy quiero dedicarle a mi morada el verso,
a sus muros de piedra, sus techos de cañizo,
sus vigas de madera, su sótano plomizo
húmedo en sus cimientos, escondido e inmerso.

No me asustan las almas que viven en su anverso;
fue cementerio el patio, muerto queda el hechizo
de enterrados sin vida: caballero, mestizo,
cristiano arrepentido o judío converso.

La iglesia, con su torre, vigila nuestro espacio
abriendo dos ventanas, cerradas por los años,
que no saben del mundo, que ignoran sus engaños.

Mi casa es mi refugio, que no es ningún palacio,
y se llena a menudo de seres muy extraños
que piensan que a mi hogar le faltan cuatro apaños.



HOY QUIERO DEDICARLE A MI “MORADO” EL VERSO.

Hoy quiero dedicarle a mi “Morado” el verso;
Elena por más señas, de sexo femenino,
residente en su tierra, que como un torbellino
arrasa mis poemas leyéndome el anverso,

dejándome desnudo pero compuesto y terso
de palabra y espíritu. Que me importa un comino
y parte de la parte de otro, que aún no domino,
que me tiendan al sol si en sombras me disperso.

Ahora sí, te dedico toditas las vocales
y alguna consonante que se me acalla, “loka”,
que sin pasar de pobres gozamos los panales

de rica miel al aire que menos nos sofoca.
Tráeme tu escayola, te espero en los trigales,
que tibia y peroné firmo, que ya me toca.


TORMENTA.

Del cielo huyo como al cielo imploro,
estallo en lo profundo de mi sino
y me disuelvo en esa luz airada
de lo gris, de lo negro y de las nubes.

Parto el silencio, el blanco pentagrama
se quiebra en líneas de energía hueca,
atona el sístole en la densa noche
de un corazón furioso y exaltado.

Siento el temor de los que escuchan sordos,
de los que ven en su ceguera el miedo,
de quien corre por dentro y no se mueve.

Soy la explosión del equilibrio frágil
que trae tras de sí la recia calma
y entre dos calmas soy un intervalo.



UNA HISTORIA SORDA.

Amanece el silencio y gesticula,
se adivina su voz, yo la hago mía;
no se escucha el nacer de un nuevo día
pero se ve, se huele y estimula.

La sombra de los labios, casi nula,
deletrea el instante y es la vía
que comunica al mundo la alegría
que en el cuerpo y los ojos se acumula.

Las pequeñas historias necesitan
de la complicidad de la sordera.
De los cinco sentidos cuatro habitan

en la profundidad que nos libera
del tono que mal suena y que nos gritan…
y afloran aunque uno no lo quiera.



AL PALADAR ME ASOMO DE TU SUEÑO.

Al paladar me asomo de tu sueño
para que albergues en tu boca el mundo
y en tu cama estos labios que confundo
con tus labios de noche con mi empeño.

Cuando amanece frunzo al sol mi ceño
y en mi ventana me cobijo, y hundo
mis ojos en tus vistas tan profundo
que me vuelvo ante ti lo más pequeño.


Por las noches te sueño, por el día
me acobardo al pensarte tan cercana
y ver que muere toda mi alegría.

Sin embargo este hoy, aún mañana,
sigue siendo un ayer y un todavía
cuando huelo a futuro y a manzana.



POR SI NO ME DESPIDO DENTRO DE TREINTA AÑOS.

Es duro despedirse, yo lo hago,
me adelanto a los tiempos y a la espera,
que no sé si será por primavera
pero ha de ser morir el fin del pago.

Dudo que para entonces ese trago
me permita ajustarme la chorrera
y que salga mi voz, febril o entera,
para decirte adiós sin empalago.

Por si acaso ese día no me centro
y no acudo a la cita para verte,
me disculpo y despido para dentro

de treinta lustros más, si es que la suerte
me acompaña y de bruces no me encuentro
con la amarga compaña de la muerte.



SONETO DESPRENDIDO.

Se me corta el aliento
si suspiro
y una lágrima asoma
por mis ojos,
y escapan de mi vida
los arrojos
por las gotas del aire
que deliro.

La oscuridad de un pozo
gris transpiro,
océano profundo
de rastrojos,
y los golpes de sangre
rojos, rojos,
enturbian el color
de lo que miro.

Que no es noche la noche
sin su luna
aunque renazca el día
tras la espera,
ni ha de ser el dolor
que nos aúna

ninguna penitencia.
Ni siquiera
existe, que yo sepa,
la vacuna
que cure la pasión
de primavera.



ME ENSEÑARON LO JUSTO.

Me enseñaron lo justo y me subí a horcajadas
en una bicicleta sin vergüenza ninguna,
que paseó mis tardes y me curó la hambruna
de saber lo no escrito entre dos pedaladas.

A favor de la adversa corriente, en las bajadas,
encontré desengaños y también su vacuna,
e intentando aliarme con mi buena fortuna
acometí subidas de lo más arriesgadas.

Fui aprendiendo, sin prisas, el quid de la cuestión,
llenándome el bolsillo y en parte el corazón
de lo que buenamente pude y quise aprender.

Conseguí combinar un cuarto de razón,
otro de buena fe y un tercio de ilusión;
del resto no me acuerdo. ¡Qué le vamos a hacer!



VIENTO.

I

Aúlla tras la calma de un segundo
nacido en el desorden de este cielo,
acomete al viandante con su celo
deformando la sombra de su mundo.

Trastorna la ordenanza y me confundo
por el amor al aire, ¡qué canguelo!
Revienta las barreras, me desvelo
cuando esparce los restos que circundo.

No respeta oquedad ni un par de ojos,
y embota los oídos con su canto;
son espanto y chirrido sus enojos.

¡Maldito viento!, eco que no aguanto
cuando traspasa airado mis cerrojos.
¡El día que te pille te asonanto!



II
Aúlla tras la calma de un segundo
nacido en el desorden de los cielos,
acomete al viandante y a su sombra,
escondida en rinconessu silueta.

Trastorna la ordenanza de lo fijo
por el amor al aire que lo nutre,
revienta las barreras, las asica,
esparciendo sus restos y mis sumas.

No respeta oquedad ni un par de ojos
y embota los oídos con su canto
que en espanto y chirrido desemboca.

Maldito viento que a deshoras vienes
para enfrontarnos a la vez que tornas.
¡Te he de cazar un día!, tengo espera.


III

Trastocó el sosiego en solo un segundo,
nació del desorden cruel de los cielos
que atacó mis pasos hoy, mis anhelos;
dos formas que fácilmente confundo.

Por amor al aire sigo en el mundo
y por su ordenanza vuelven desvelos;
este viento ruge fuerte sus celos
aunque servidor se muestre rotundo.

Yo que siempre quise calma y no enojos,
mis oídos tiene sordos su canto
y ciega la vista fiel de mis ojos.

Maldigo el fenómeno, no lo aguanto,
que siempre traspasa mudos cerrojos.
¡Tú quieres joderme, yo me agiganto!
A ti y a Nancysant les gusta esto.
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