1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Profesando el dolor y su lengua muerta

Publicado por danie en el blog El blog de danie. Vistas: 530

Déjame mi dolor, que alimenta mi pensamiento y fortalece mi alma.
Jean Moréas






Me gusta ser un estudioso de las lenguas muertas, de los sueños ahogados, de las catacumbas de un léxico putrefacto que mana los interiores más oscuros de la sinopsis de una embriagante vidorria.
Me gusta estudiar los verbos quemándose sobre la piel del dolor, los lacerantes sustantivos con los que se puede vestir un corazón, las mortajas de melancolía y decepción que trascurren durante las largas horas de la noche y su plenilunio de desvelo.
También se podría decir que soy un observador de las menguadas siluetas, espectrales rostros y espejos que susurran afonías, hipocondrías, espasmos ubérrimos, absortos suspiros de las bitácoras escritas por el recuerdo.


Admito que no todos los recuerdos deben ser tristes, pero en su mayoría se encargan de derrumbar los muros de la sana razón, golpean tu puerta con la sombra del delirio y te abren las ventanas de tu miserable cuerpo para que puedas saltar a un alba que nunca llega. ¡Ay! Esos dolorosos recuerdos no son nada más que una argamasa que te aplasta con toneladas de miles de ilusorios cielos, miles de vivencias que crecen como helechos y se ramifican en las paredes de tus lamentos.

Es que, queridos amigos, les cuento que a mí me gusta instruirme en el dolor del ser humano, su lengua muerta, su despojo de miasma fecundando ruinas de Pompeyas olvidadas.
Pues el dolor siempre está ahí palpitando aunque muchas veces no lo veamos ni lo oigamos, siempre anida en nuestras sombras para sembrar su legión de ángeles devastados con sus extensas alas exangües que cubren por completo nuestra tierra. Muchas veces pienso que el dolor es terrenal, un transeúnte mundano que se desplaza como brasas que enardecen un quemazón de los músculos, de los estados físicos, de los huesos mismos de nuestros hábitos de predicadores de miserias.
Pero muchas veces el dolor sube a un grado más astral que lidia con la psiquis de un cosmos para siempre ser un triunfador en esa batalla… y así crear una sinfonía, una ópera inmensa de cacofonía y ruidos muertos.


¿Cómo lo hace? ¿Cómo contamina nuestros ÁNIMOS, íntimos pensamientos, albores de un amanecer que arde con el rojo crepúsculo de un sueño flotando en el infinito y no podemos rescatar?

Lo hace mediante sus runas con formas de léxicos, signos, caracteres, verbos mustios sin digerir, iconografías de preocupación y dispepsia, retratos de un paisaje que gritan sus vahídos vomitando llantos sobre la cal, la arena, el cemento de nuestro habitad . Yo a esto: le llamo lenguas muertas… Lenguas que por más que existan son difuntos pasos llenos de inequidad, lagrimales, hiel y tics de histrionismos que tiñen el todo con sus oscuras experiencias.

La pregunta que cualquiera se puede hacer es: ¿por qué yo me sumerjo en su mundo para estudiar estas lenguas muertas? Es por el simple motivo que “ESE MUNDO DE DIFUNTAS RUNAS ES EL NUESTRO, Y ESE MUNDO ES MÁS MISTERIOSO Y PROFUNDO QUE EL DE LA EFIMERA ALEGRÍA”.

Así como hay quienes estudian el alma de los cuerpos, los distintos grados de dicha y felicidad, las energías positivas, la razón mental, el éxtasis y su vertiginosa y fugaz alegría, hay quienes deben estudiar lo negro y más oscuro del ser humano: cielorrasos de pecados, venas con alacranes que escurren ira, los poemarios y madrigales de agonía acidulada, los misales y sus anaqueles de frustración y chasco, los desiertos de soledad y hastío, los piélagos de caos, la heces fóbicas de los reconcomios de ratas… y su tumor propagándose de dolor. Así es la única manera de poder sumergirse en las aguas de la salvación.
Necesitas tener sesión iniciada para dejar un comentario