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Prosema ¿Cómo y por qué empezó todo?

Publicado por Katia N. Barillas en el blog EfÍmera ilusión. Vistas: 350

Invitada por mi colega y amiga de letras colombiana, Claudia Patricia Arbeláez Henao, me uno al reto para componer historias con algunos de los títulos de libros que ya he leído y que constan en mi biblioteca. Así he procedido a incluir en mi antología inédita "Devanando el Ocaso", la siguiente reflexión parida por mi mente el día de hoy:

¿CÓMO Y POR QUÉ EMPEZÓ TODO?

Impresiones, recuerdos y poemas que alguna vez tejiera con los pálpitos del corazón, me han guiado hasta aquí. En mis 53 marzos, no he logrado encontrar el camino que conduce a la felicidad. Sin ser Julieta encontré a Romeo, allí, en algunos de los recovecos, de los laberintos y las tramas del destino; mas no entre los guiones teatrales del inglés William Shakespeare. Puedo agregar que los escritos filosóficos del griego Aristocles -a quien todos conocemos como Platón- me han sido de gran ayuda como guía para llevar livianamente la vida; mas todo ha sido en vano. La dicha continúa ausente… no se atreve a tocar mi puerta.

Reinventé el alma y también el cuerpo y su realidad. Dejé fluir los secretos sobre el tema del hombre. El poder de la soledad inundó las mil y una noches en que, leyendo a don Quijote, di vida a los conjuros escritos en el manual de las brujas… esas mujeres que tienen el poder para dilucidar lo que está bien y lo que está mal.

100 viajes espirituales sé que ha hecho mi cuerpo astral. En algunos de ellos tuve el honor de visitar el ´Templo del Rey Salomón´ y, en él me introduje densamente como niebla, cavilando en los poderes que para sanar tiene ´la palabra del Creador´. También me vi en Egipto y sentí los roces mágicos que supuran las fuerzas energéticas de las pirámides. Bajé hasta Francia y escuché a los eruditos hablando de las ´Profecías de Michel de Nôtre-Dame´. Como un rayo de luz crucé por Italia y vi a Dante Alighieri escribiendo los cantos que dieron forma indeleble a su ´Divina Comedia´. Desde donde estaba eterizada, observé en lontananza los barrotes de la cárcel donde yacía -con el rostro compungido- Nicolo di Bernardo dei Machiavelli, elaborando alevoso su tratado político para ´el Príncipe´… el ´magnífico´ don Lorenzo De Médicis.

Una buena estrella brilló en el betún del cielo hipnotizado. Obtuve la habilidad para leer los rostros de los amigos aturdidos, los que visualicé en la negrura de las nubes errantes. Descubrí en cada grieta que el tiempo hubo hecho en sus caras, el significado que para cada uno tenía, la manila con que manos extrañas tejieran la telaraña gruesa que los separa de los sueños incumplidos.

Y volaba… volaba como una pluma despeinada por el espacio infinito. Era una burbuja blindada que no se reventó al roce de los meteoros viajeros por el universo sin fin; fue en este subliminal trance que sentí la fuerza divina y olí los efluvios florales que soltaban las cabelleras blondas y negras de los ángeles, cuando afanados delineaban las curvas que el ´homo sapiens´ trazó en el cuerpo del planeta, para delimitar y repartirse a su antojo: países, mares, selvas, faunas y continentes.

Extenuada y sorprendida a la vez, me deleitaba en el sonido de las arpas y los ´shofares´ que hacían sonar los Querubes al mando de Munkar y Nakir, los que, después de la muerte, preguntaban a las almas sobre su fe y sus obras. Las notas graves del clarinete del ángel Ridwan, se desplazaban desvanecidas al ritmo de los chirridos de las puertas del orbe cuando se cerraban.

Algo me hizo regresar. Una fuerza superior me haló como un polo a tierra y de un sopetón desperté asombrada ante las escenas que guardaba la mente sobre mis paseos de ´reverie´. Me quedé meditabunda, buscando en el interior de la consciencia las curas alternativas a lo inmisericorde de la pobreza voluntariosa que rige a la humanidad… pero, sigo sin encontrar las respuestas a la simplicidad de mis preguntas y todavía me cuestiono: ¿Cómo y por qué empezó todo?

En este mi afán por encontrar una salida que ayude a los humanos a lidiar con tales circunstancias, bajé hasta el jardín donde planté un ´herbolario mágico´; cada planta -según yo- tendría la capacidad de hechizar los pensares, los sentires y los actuares; pero, todo… todo fue, es y sigue siendo en vano. Tristemente llegué a la conclusión de que no hay remedio para la inclemencia mundana, pues la vida no es más que la sombra de la muerte y ella está presente en la irracionalidad, flaquezas y egoísmos de la miserable raza humana.

©Katia N. Barillas
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