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Rainer Maria Rilke

Publicado por malco en el blog El blog de Malco / El solar de la palabra.. Vistas: 595

Rainer Maria Rilke
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Información personal
Nombre de nacimiento René Karl Wilhelm Johann Josef Maria Rilke
Nacimiento 4 de diciembre de 1875
[​IMG] Praga, Bohemia, Imperio austrohúngaro (hoy Praga, Región de Praga, República Checa)

Fallecimiento 29 de diciembre de 1926 (51 años)
[​IMG] Sanatorio de Valmont, Raroña Cantón del Valais, Suiza

Causa de la muerte Leucemia [​IMG]
Lugar de sepultura Raroña [​IMG]
Nacionalidad Checo y austríaco
Lengua materna Alemán [​IMG]
Familia
Padres Josef Rilke (1838-1906)
Sophie "Phia" Entz (1851-1931)

Cónyuge

  • Clara Westhoff (desde 1901) [​IMG]

Pareja
Hijos Ruth Rilke (1901-1972)
Familiares Con Baladine Klossowska:
•Abraham Beer Spiro (suegro)
Con Clara Westhoff:
•Heinrich Westhoff (suegro) (1840-1905)
•Johama Westhoff (suegra) (1856-1941)
Educación
Alma máter

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Por ti, para que tú un día llegaras…


Por ti, para que tú un día llegaras,
¿no respiraba yo a media noche
el flujo que ascendía de las noches?
Porque esperaba, con magnificencias
casi inagotables, saciar tu rostro
cuando reposó una vez contra el mío
en infinita suposición.
Silencioso se hizo espacio en mis rasgos;
para responder a tu gran mirada
se espejaba, se ahondaba mi sangre.

¡Qué expresión fue sembrada en mi interior
para que, cuando crece tu sonrisa,
proyecte sobre ti espacio cósmico!
Pero tú no vienes, o vienes demasiado tarde.
Precipitaros, ángeles, sobre este
linar azul. ¡Segad, segad, oh ángeles!

De un abril


Otra vez huele el bosque,
se ciernen las alondras, elevándose
con el cielo, que estaba pesado en nuestros hombros;
cierto es que se veía por las ramas el día
qué vacío que estaba;
pero tras de lluviosas tardes largos
vienen las horas nuevas,
soleadas de oro,
huyendo de las cuales, en fachadas lejanas,
todas las desgarradas
ventanas temerosas agitan sus batientes.
Luego se hace la calma. Hasta la lluvia
cae más queda en el brillo de la piedra, que en paz
se ensombrece. Los ruidos enteros se agazapan
en los fúlgidos brotes de las yemas.

Día de otoño

Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.

Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles dos días más del sur,
úrgeles a su madurez y mete
en el vino espeso el postrer dulzor.

No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo lo estará siempre,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el rodar de las hojas.

Las rosas

Si tu frescura a veces nos sorprende tanto
dichosa rosa,
es que en ti misma, por dentro,
pétalo contra pétalo, descansas.

Conjunto bien despierto cuyo centro
duerme, mientras se tocan, innumerables,
las ternuras de ese corazón silencioso
que suben hasta la extrema boca.

Ofrenda

¡Oh, cómo florece mi cuerpo, desde cada vena,
con más aroma, desde que te reconozco!
Mira, ando más esbelto y más derecho,
y tú tan sólo esperas… ¿pero quién eres tú?

Mira; yo siento cómo distancio,
cómo pierdo lo antiguo, hoja tras hoja.
Solo tu sonrisa permanece como muchas estrellas
sobre ti, y pronto también sobre mí.

A todo aquello que a través de mi infancia
sin nombre aún refulge, como el agua,
le voy a dar tu nombre en el altar
que está encendido de tu pelo
y rodeado, leve, con tus pechos.






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