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SOLAR POËTICO

Publicado por malco en el blog El blog de Malco / El solar de la palabra.. Vistas: 466

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JULIO CORTÁZAR

Julio Florencio Cortázar (Ixelles, Bruselas; 26 de agosto de 1914-París; 12 de febrero de 1984) fue un escritor, traductor e intelectual argentino. Optó por la nacionalidad francesa en 1981, en protesta contra el régimen militar argentino.2

Es considerado uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, y maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal. Debido a que los contenidos de su obra transitan en la frontera entre lo real y lo fantástico, suele ser puesto en relación con el realismo mágico e incluso con el surrealismo.3

Vivió tanto la infancia, como la adolescencia e incipiente madurez en Argentina y desde la década de 1950 en Europa. Residió en Italia, España, Suiza y Francia, país donde se estableció en 1951 y en el que ambientó algunas de sus obras.4

Además de su obra como escritor, fue también un reconocido traductor, oficio que desempeñó, entre otros, para la Unesco.



  1. A una mujer

    1. No hay que llorar porque las plantas crecen en tu balcón,
      No hay que estar triste
      Si una vez más la rubia carrera de las nubes te reitera lo inmóvil,
      Ese permanecer en tanta fuga. Porque la nube estará ahí,
      Constante en su inconstancia cuando tú, cuando yo
      -Pero por qué nombrar el polvo y la ceniza.
      Sí, nos equivocábamos creyendo que el paso por el día
      Era lo efímero, el agua que resbala por las hojas hasta hundirse en la tierra.

      Sólo dura lo efímero, esa estúpida planta que ignora la tortuga,
      Esa blanda tortuga que tantea en la eternidad con ojos huecos,
      Y el sonido sin música, la palabra sin canto, la cópula sin grito de agonía,
      Las torres del maíz, los ciegos montes.
      Nosotros, maniatados a una conciencia que es el tiempo,
      No nos movemos del terror y la delicia,
      Y sus verdugos delicadamente nos arrancan los párpados
      Para dejarnos ver sin tregua cómo crecen las plantas del balcón,
      Cómo corren las nubes al futuro.

      ¿Qué quiere decir esto? Nada, una taza de té.
      No hay drama en el murmullo, y tú eres la silueta de papel
      Que las tijeras van salvando de lo informe: oh vanidad de creer
      Que se nace o se muere,
      Cuando lo único real es el hueco que queda en el papel,
      El golem que nos sigue sollozando en sueños y en olvido.

  1. La ceremonia

    1. Te desnudé entre llantos y temblores
      Sobre una cama abierta a lo infinito,
      Y si no tuve lástima del grito
      Ni de las súplicas o los rubores,

      Fui en cambio el alfarero en los albores,
      El fuego y el azar del lento rito,
      Sentí nacer bajo la arcilla el mito
      Del retorno a la fuente y a las flores.

      En mis brazos tejiste la madeja
      Rumorosa del tiempo encadenado,
      Su eternidad de fuego recurrente;

      No sé qué viste tú desde tu queja,
      Yo vi águilas y musgos, fui ese lado
      Del espejo en que canta la serpiente.

  1. Los amigos

    1. En el tabaco, en el café, en el vino,
      Al borde de la noche se levantan
      Como esas voces que a lo lejos cantan
      Sin que se sepa qué, por el camino.

      Livianamente hermanos del destino,
      Dióscuros, sombras pálidas, me espantan
      Las moscas de los hábitos, me aguantan
      Que siga a flote entre tanto remolino.

      Los muertos hablan más pero al oído,
      Y los vivos son mano tibia y techo,
      Suma de lo ganado y lo perdido.

      Así un día en la barca de la sombra,
      De tanta ausencia abrigará mi pecho
      Esta antigua ternura que los nombra.

  1. Poema

    1. Empapado de abejas
      En el viento asediado de vacío
      Vivo como una rama,
      Y en medio de enemigos sonrientes
      Mis manos tejen la leyenda,
      Crean el mundo espléndido,
      Esa vela tendida.

    Quizá la más querida

    1. Me diste la intemperie,
      La leve sombra de tu mano
      Pasando por mi cara.
      Me diste el frío, la distancia,
      El amargo café de medianoche
      Entre mesas vacías.



















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