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TRisteza del buda.

Publicado por catia-love en el blog ¡¡EL BLOG DE CATIA-LOVE!! -. Vistas: 294

Acerca del autorA los 18 años decidí que quería dedicar mi vida al servicio.
A empoderar a las personas para que cuenten con herramientas para sanar su cuerpo
físico, mente y emociones
A conectar con la divinidad que nos habita, con el amor y la consciencia que somos.
Todo esto es una elección de vida a partir de la cual uno prioriza todo aquello que le
permita anclarse cada vez en forma más profunda y permanente en esa plenitud, en
ese amor y en esa consciencia que todos somos en esencia.
Uno que sabía dijo: “yo soy el camino, la verdad y la vida”...”yo soy amor”...

El amor es el camino, la verdad y la vida.
Todo camino genuino de salud y crecimiento personal nos acerca al amor y a las
otras personas.

El amor verdadero es el que te saca de la comodidad y te invita a crecer.
En tercer año de Medicina sufrí una profunda crisis.

Como Médico quería ayudar a través de mi profesión

No sentía salud ni entusiasmo en los médicos que me formaban (salvo contadas

excepciones).

Tampoco veía que los pacientes del hospital estuvieran obteniendo herramientas

para generar salud ni resolviendo sus enfermedades crónicas.

Hacía años que meditaba, entrenaba mi cuerpo y comía en forma consciente.

Experimentaba con claridad lo que era una salud integral.

Sabía que la única forma de transmitir salud era desde la salud y por ello no

podía estar entre 24 y 72 horas seguidas trabajando dentro del hospital (como

exigen la mayoría de las residencias de formación (o deformación ) de “agentes de

salud”.

Una persona que se quema las pestañas durante 8 años para ingresar a una residencia y

que al hacerlo pasa dos o más días por semana trabajando más de 24 horas seguidas es

probable que pierda la noción de la integralidad del ser y de la salud.

Por simple agotamiento físico y psicoemocional.

Una persona agotada y estresada es fácilmente manipulable.

Así nos forman como médicos, como agentes de salud.

¿Será necesario?

¿Quién se beneficia?

Los médicos seguro que no, y sus pacientes tampoco.

Los médicos somos de las personas que mayor tendencia tenemos a enfermar.

Y supuestamente los que más sabemos de salud.

Qué paradoja…

En la actualidad contamos con recursos para que la mayor parte de las personas pueda

llegar a los 80 años con una salud digna.

No se trata de cuánto vivimos sino de cómo vivimos.

Un fármaco con un costo de producción de $25 se vende en más de $1000.

¿Es eso ético?

¿Respeta el derecho a la salud?

¿Será que esto perjudica a millones y beneficia a unos pocos?

Tenemos el potencial de crear el cielo en la tierra.

Solo tenemos que empezar a cooperar en lugar de competir por nuestra prosperidad

individual.

¿En medicina nos estarán enseñando verdaderamente formas de conservar la salud y

robustecerla?

La salud es simple.

La felicidad es simple.

Pero la vida simple,

es un muy mal negocio.

Un médico sobreexigido y mal pago durante su formación contará con escasa energía y

entusiasmo para estudiar que hay algo más en relación a la salud que lo que nos enseñan

en el hospital.

Una vez recibidos, alrededor de los 30 años, los médicos solemos practicar lo aprendido

con cierto apuro para formar nuestras familias, tener una casa propia, etc.

Las consultas de 15 minutos (encuadre hospitalario) contribuyen aún más a esta pérdida de

un abordaje integral.

Los médicos vamos a recuperar la dignidad de nuestra profesión cuando nos formen

como agentes de salud primero y a tratar la enfermedad en segundo lugar.

Cuando nuestras jornadas de trabajo y formación duren 9 horas o menos.

Cuando el ritmo de vida del médico le permita estar sano a nivel físico y psicoemocional.

Cuando nos eduquen primero en obtener una salud plena, y desde ese lugar poder

transmitir salud.

Solo podemos brindar lo que tenemos.

Solo podemos dar lo que tenemos integrado en nuestra vida.

Este panorama me llevó a buscar una forma diferente de ejercer la medicina.

Desde la salud y para la salud.

Desde la vida, en sintonía con la vida y respetando la vida.

Una medicina que recupere la confianza en la inteligencia del cuerpo , en su

capacidad de regeneración.

Evitando reprimir síntomas de depuración corporal tales como el cansancio, dolor

de cabeza, la fiebre, la diarrea, los estados gripales, mucosidades, urticaria,

erupciones, etc.

La medicina académica es maravillosa para muchas cosas: infecciones que no

remiten por medios naturales, accidentes automovilísticos (politraumatismos), y para

muchas otras cosas.

Para las dolencias crónico degenerativas, el cáncer, enfermedades

autoinmunes y enfermedades cardiovasculares, entre otras, debemos

empoderarnos y hacernos cargo de cambiar todos aquellos hábitos y patrones

conductuales que nos llevaron a la enfermedad.

Integrar

Es el desafío de la actualidad.

La medicina académica muestra sus limitaciones convirtiéndose el tratamiento médico

tradicional en la tercera causa de muerte en Estados Unidos detrás de la enfermedad

cardiovascular y el cáncer.

Tan solo en Estados Unidos mueren más de 200.000 personas al año, más de 500 muertes

diarias a causa del tratamiento médico tradicional.

Si una persona decide abordar su enfermedad con fármacos o quimioterapia siempre se

beneficiará de acompañar su tratamiento con una alimentación rica en antioxidantes,

fitoquímicos y hierbas medicinales que ayudarán a contrarrestar los efectos adversos de la

medicación.

Al recibirnos como médicos realizamos el juramento Hipocrático.

Allí el sistema muestra su fisura.

¿Cómo puede ser que en la facultad nos enseñen que más del 70% de las enfermedades

se previenen con nutrición adecuada y estilo de vida saludable y que en 8 años de

formación (o deformación) nos enseñen tan solo 2 semanas de nutrición y nada sobre el

valor terapéutico de los alimentos siendo el postulado principal de Hipócrates: “que tu

alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento” ?

Ni hablar del manejo saludable del estrés. Ni una clase en 8 años de formación.

Luego se postula que el estrés es causa directa o indirecta de la mayoría de las

enfermedades.

Tampoco una clase de actividad física preventiva.

¿Qué somos los médicos entonces?

¿Empleados de la industria de insumos médicos y farmacológicos?

Y luego el sistema de formación de las especialidades médicas la mayoría con varias

guardias semanales de más de 24 horas.

¿Qué salud mental, psicoemocional y física tiene una persona luego de trabajar más de 20

horas seguidas?

¿Tendrá esto que ver con qué los médicos son la profesión con el Burn Out (agotamiento y

falta de entusiasmo) más precoz?

Nos enseñan el funcionamiento del organismo, de sus partes, a identificar síntomas, luego a

encuadrar cuadros sindromáticos en nombres de enfermedades para las cuales indicamos

fármacos muchas veces de por vida.

Este abordaje es muy limitado y no deja nada en manos de la persona, olvida su rol

en la enfermedad y en la curación, su capacidad de cambio, de retomar las riendas de

su vida y de su salud.

Muchas veces es necesario utilizar fármacos o cirugía en el abordaje inicial de un

traumatismo, una infección, un desorden hormonal u otros trastornos.

La cuestión es cómo además de ese tratamiento comenzamos a modificar nuestra

forma de vivir para ir trabajando las causas profundas del desorden.

Cada uno a su ritmo, de a poco, incorporando lo que pueda.

Por más que inicialmente podamos realizarlo unos días a la semana y otros no.

La vida atrae la vida y los pequeños cambios siempre generan un impacto inicial a

partir del cual cada uno decide cómo continuar profundizando.

Las enfermedades y medicaciones de por vida son en su mayoría relativas a la capacidad

de la persona de modificar aquellos hábitos que generaron la enfermedad.

He visto pacientes hipertensos estabilizar su tensión arterial luego de tan solo 3 días de

depuración corporal.

Podemos aceptar el diagnóstico y luego el pronóstico está en nuestras manos.

Nadie desde afuera puede decretar cuánto vamos a vivir o cuánto vamos a depender

de una medicación.

Eso depende de nosotros.

Siempre con responsabilidad y con los controles periódicos que sean necesarios.

Patologías consideradas incurables o de por vida como la hipertensión, tiroidismos,

trastornos autoinmunes, diabetes tipo 2 y otros están siendo remitidos en porcentajes

considerables.

No todos logran revertir, muchos sí lo hacen y todos se benefician de mejorar sus

hábitos.

La gran mayoría disminuye sus dosis medicamentosas, disminuyendo a su vez los posibles

efectos adversos (a menor dosis, menos efectos adversos, y menos ingresos para la

industria farmacéutica).

Muchos logran estabilizar su fisiología aún abandonando los fármacos (luego de un proceso

gradual y controlado) y sosteniendo los hábitos que les permitieron abandonarlos.

Recuperemos nuestro poder.
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