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La tropa

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por rasec anevar, 11 de Mayo de 2009. Respuestas: 2 | Visitas: 951

  1. rasec anevar

    rasec anevar Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    26 de Marzo de 2009
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    En el lejano potrero olvidado, rodeado de acequias guarisaperas, a un costado de la línea férrea, donde descansaban las viejas y empolvadas canchas de futbol poblacional y dominguero, se reunía la tropa.
    Sentados en un banco, como suplentes de un juego invisible. Silenciosos y ansiosos en su espera del trago tranquilizador que les haría revivir su mutismo, en una rutina lúgubre.
    Fijas las miradas en el paisaje arenoso y de brisas tibias, por las mas de dos horas que duraba el aguante, mudos de expectación delirante; del peor vino de vertientes marginales, que les daba de beber a su esperanza raquítica y porvenir incierto; sedientos del mareo amargo que les brindaba.
    Pasaban su día, trago tras trago, alzando la damajuana, la garrafa; botellón de vidrio verde de cinco litros que pasaba de mano en mano, con duro esfuerzo por los brazos enclenques, frágiles y delgados de la tropa vinera, que a esas alturas ya estaban como tagua; borrachos cada uno de ellos, lanzando maldiciones a los vientos empolvados; corrigiendo sus mundos y arreglándose las vidas en divagaciones incongruentes y salivales, enredados en abrazos amorosos; cantando en letras chuecas, deformes, con un trinar mareado de camaradería alcohólica.
    Eran las figuras típicas de la idiosincrasia poblacional, siempre estaban ahí, hasta que caia la tarde, muriendo su euforia junto con el sol, que dejaba una estela escarlata en el horizonte y la tropa de tres borrachos de paso débil, caminaba en fila zigzagueante, mascando como animales hambrientos los trozos de pan duro que recogían en el basural.
    Su cubil noctámbulo, su guarida modorrera, era en un costado de la línea del tren, donde pasaban sus noches inconcientes, apretujados por el frío invernal o por la lluvia violenta que a veces los acechaba, dejándolos agripados como pollos y con una tos crónica de perro vagabundo.
    El tren pasaba a un par de metros de ellos, veloz bestia metálica que los despertaba cada media hora con su rugido lastimoso de buque en alta mar y con su aletear de vientos gélidos.
    Fue una noche negra y tibia, raro en esos tiempos fríos, invernales. Además, los cinco litros diarios, se multiplicaron generosamente; como pan y peces, en diez litros infinitos, que parecieron durar por siempre en su borrachera inconciente. Fue tan así, que no despertaron, se durmieron los tres hasta nunca, usando de almohadas los rieles del tren desvelador, cómodos en su última noche calida y quedando para siempre, perpetuos a orillas de la línea ferroviaria. Tres animitas; templetes nunca olvidados, inundados de chauchas, monedas míseras que la gente les tira, para que les cumplan sus rezos o para que junten para sus cinco litros diarios y embriagar sus tres almas decapitadas.
     
    #1
  2. ana zar

    ana zar Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    10 de Marzo de 2008
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    Descriptivo y angustioso relato de esas tropas vineras,junto a la vía del tren.Un saludo
    Ana
     
    #2
  3. rasec anevar

    rasec anevar Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    26 de Marzo de 2009
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    Saludos otra ves, besos!!!!
     
    #3

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