1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Las tortugas de la calle Montgomery (cuento corto)

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Raúl Castillo, 17 de Junio de 2009. Respuestas: 6 | Visitas: 1160

  1. Raúl Castillo

    Raúl Castillo Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    21 de Septiembre de 2008
    Mensajes:
    2.048
    Me gusta recibidos:
    112
    Género:
    Hombre
    Las tortugas de la calle Montgomery
    Raúl Castillo Soto



    [FONT=&quot] "Asesinó mis tortugas. Todas ellas."


    Llegaba de mi ajetreo diario entre la Trenton High y las par de horas frente al escaparate de La Radiola, la tienda de discos de la familia en la calle Montgomery, cuando me di cuenta por la mirada en la cara de mi madre, que algo andaba mal, terriblemente mal. Como era mi costumbre, reservé las preguntas para más tarde. Llegaba a darme el imprescindible baño diario, dispuesto a seguir el desarrollo de mi innato “interés” por el sexo opuesto: digiriendo la edición más reciente de la revista Playboy, cortesía del desajustado hormonal de mi hermano mayor, y por supuesto–ese día–me tocaba darle una limpieza al acuario de mis tortugas; no exactamente en ese orden.

    Había tenido un día terrible y no quería añadir al folio de quejas y penas en mi bitácora diaria. En la High me había colgado en un examen de trigonometría y en los bajos, donde se vendían los discos, dos mozalbetes, no mucho mayores que yo, me habían hartado a gaznatadas para quitarme el dinero de la caja. Por suerte, no había mucho: nunca lo había; lo repuse con mis ahorros. De mi viejo haberse enterado, esto hubiese desencadenado todo en una serie de eventos trágicos que nos hubiesen convertido en una familia matriarcal, literalmente. A pesar de que la prisión estatal de Trenton estaba muy cerca y periódicamente visitábamos la misma en misiones de la iglesia, no podía negociar la imagen de mi padre en stripes, vendiendo cigarrillos a la comuna de congéneres “sirviendo”; por haber desgañotado a un par de delincuentes.

    –¡Toñito! Avanza que hay otros que quieren usar el baño –se quejó mi madre dando golpes en la puerta del único baño.

    Mortificado, obvié su demanda, subí el volumen de mi radio transistor mientras me golpeaba la vejiga frenéticamente, a un ritmo que fácilmente sobrepasaba aquel de la gotera en la ducha. En el suelo Ms. October ofrecía toda clase de posibilidades a la dispuesta y afectada imaginación.

    Me había tomado varios meses y toda una letanía de razones para convencer a mis padres del porqué podía o debía tener los reptilillos en mi casa, aparte del gasto adicional que esto conllevaba. Finalmente, sucumbieron ante mi inusual entusiasmo, la gracia de los pequeños y mi compromiso de atenderlos apropiadamente.

    Los había tenido por dos semanas; hacía ya varios días que no limpiaba el recién adquirido acuario de veinte galones, dedicado a las tres tortugas bebés de orejas rojas: Adrastos, Electra y Cephalus, la más cabezona de las tres.

    No, sus nombres no eran los de mosqueteros o pintores clásicos consagrados. Tampoco los de chiflados o calaveras. Su designación fue más bien el resultado de mi fascinación por la fonética aparatosa, común en nombres estrambóticos, así como en los de origen griego.

    –Antonio, debo hablar contigo un momento… –dijo la misma voz que tocaba a la puerta.

    (…)

    –Toñito, no sé cómo decirlo de otra forma que no sea diciéndolo y ya. Pues…las tortugas, tus tortugas…

    –Sí, ya sé, voy a limpiar el estanque mamá –interrumpí diciéndole.

    –No, no es eso –dijo la titubeante voz de mi progenitora.
    –Ya no están.

    –¿Cómo que no están?

    –Tu padre ordenó a Hilda que limpiase el estanque pues ya olía bastante mal.

    –¿Qué? ¿Qué me dices?

    –Fue un accidente. Tu padre se afeitaba para irnos a una reunión de la iglesia mientras Hilda vaciaba el agua del estanque en el inodoro, lo inclinó mucho y las griegas cayeron al mar amarillento en el fondo del tazón. (Un rostro detrás del Barbasol le gritó que metiera la mano y las sacara…)

    –Pues, la niña se puso nerviosa.

    –No te preocupes papá, déjame flushear el agua sucia primero –había dicho Hilda al verlas subiendo por las paredes del retrete al mismo tiempo que halaba la cadena.

    –¡No, no…!

    (El Recién Afeitado, ahora petrificado, sólo alcanzó a verlas desfilar, una a una, a merced de la fuerte corriente que las arrastraba hacia el abismo)

    Mi madre dice que escuchó el aterrado grito de mi padre hasta el patio donde ella recogía la ropa del cordel.

    –Un perturbador silencio, poco usual en la casa, siguió al evento –terminó diciendo una irritante voz en tono novelesco.
    Imagino igual al silencio que ahora seguía nuestra conversación. Sólo regresé al baño, donde permanecí por las próximas horas, perdiendo toda noción del tiempo.

    Confieso, nada me hubiese dado mayor placer que torcerle el pescuezo a mi hermana. Pensé en más de una forma de venganza. Pero nunca se habló más al respecto.

    Aún hoy revivo en pesadillas de frío sudor, aquel fatídico día, creyendo ver al triunvirato en su circular partida por el drenaje y escuchar el grito de mi padre enarbolando su famoso diccionario urbano:

    –Whatta…?

    Creo que de haber ocurrido en la actualidad, este incidente hubiese propiciado la búsqueda de ayuda profesional y los expertos en salud mental hubiesen tenido un field-day conmigo; posiblemente adjudicándome algún etiquetado; algo así como el de Desorden de Estrés Pos Traumático.

    (Toñito quien ahora cuenta cuarenta y tantos años de edad, nunca pudo reponer las tortugas: poco después del incidente, la venta de tortugas fue prohibida en los EE.UU. por ser asociadas con un brote de salmonella. Este aún desea apretarle el pescuezo a su hermana Hilda, una esbelta y elegante madre soltera, quien vive con su hijo de cinco años de edad y una mascota… la cual, dicho sea de paso, desapareció de forma “misteriosa” al momento de redactarse este documento)
     
    #1
    Última modificación: 17 de Abril de 2010
  2. Ciel

    Ciel Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    8 de Abril de 2007
    Mensajes:
    1.972
    Me gusta recibidos:
    45
    Jajaja,joooo disculpa mi risa pero al final ya parecÍa que toÑito eras tu jejeje, buenÍsimo cuento me encantÓ de principio a fin,aunque hubo un momento que me perdÍ entre tantas palabras que no conozco,pero ayyy pobrecillass,yo tenia dos tortugas y las regale la semana pasada pues estaban muy grandes, asi que las mande a un estanque grande,te felicito raulillo pues eres tan buen escritor como poeta,espero que algun dia me leas lo que hasta ahora he hecho jejje, y que me des tu opinion y consejos,un abrazo amigo,
    ciel
     
    #2
  3. Raúl Castillo

    Raúl Castillo Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    21 de Septiembre de 2008
    Mensajes:
    2.048
    Me gusta recibidos:
    112
    Género:
    Hombre
    jejejeje! La historia es cuasi-verídica, aunque la original no me implica, por lo demás es autentica.
    Un abrazo mi bella y melódica amiga.
     
    #3
  4. sunset

    sunset Exp..

    Se incorporó:
    4 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    2.002
    Me gusta recibidos:
    513
    Gracias por sacarme sonrisassss...ta'buenisimoooo Raúl
    por eso es que desistí de tener mascotas: jajajajajajaja
    -por la venganza- de algun "Toñito".

    Besos
     
    #4
  5. Raúl Castillo

    Raúl Castillo Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    21 de Septiembre de 2008
    Mensajes:
    2.048
    Me gusta recibidos:
    112
    Género:
    Hombre
    Jejejeje! Algunos persisten en la venganza como único remedio a las desavenencias. Toñito al fin pudo dar cierre al desgraciado incidente en su catártico relato.

    Besos.
     
    #5
  6. MP

    MP Tempus fugit Miembro del Equipo ADMINISTRADORA

    Se incorporó:
    29 de Diciembre de 2004
    Mensajes:
    17.293
    Me gusta recibidos:
    1.416
    Género:
    Mujer
    Jajajaj ¿qué hizo Toñito con la mascota de su hermana? venga, no disimules... que la venganza no ha pasado de moda. Confiesa, confiesa.

    Muy bueno.

    JULIA
     
    #6
  7. Raúl Castillo

    Raúl Castillo Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    21 de Septiembre de 2008
    Mensajes:
    2.048
    Me gusta recibidos:
    112
    Género:
    Hombre
    Jejeje! A veces el olvido y el perdón deben enfrentarse a la dulce venganza. En este caso ya sabes quien gana. Bravo por Toñito!

    Besos preciosa.
     
    #7

Comparte esta página