1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

La última danza de la princesa Inrá

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por ClauHecate, 29 de Junio de 2009. Respuestas: 7 | Visitas: 1380

  1. ClauHecate

    ClauHecate Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2009
    Mensajes:
    183
    Me gusta recibidos:
    4
    En un pequeño y lejano reino, vivía una princesa que soñaba con encontrar su príncipe azul…Detente…No me cabe duda de qué está pensando pero tranquilo, no es ese tipo de historias ni mucho menos ese tipo de princesa.
    África, el continente más pobre del mundo, cuna del mayor número de analfabetas que existen en el planeta. Allí, entre leones y fieras, existía un reino pequeño y pobre apenas habitado por unas 200 personas, pero su rey era tan admirado por sus súbditos como el de Inglaterra o España, y su princesa tan deseada por ellos como cualquier otra más.
    Una morena alta, con una cintura marcada, piernas gruesas y torneadas, toda una figura envidiable. Toda una princesa, no es necesario decir más. Sus ojos grandes y expresivos, de un color miel que brilla con luz propia, sus rizos que apenas tocan sus hombros y esa sonrisa que hacía derretir a cualquier mortal. No había mujer más admirada en todo el reino, tampoco otra más impenetrable y solitaria.
    Nadie supo nunca porque siempre se ausentaba a los eventos, odiaba las fiestas y protestaba contra las ferias, estaba en desacuerdo incluso con los rituales tradicionales. Una vez surgió el chisme de que había peleado con su padre porque le proponía abolir la ley que decía que al morir el rey debía morir el león líder de la manada. Le parecía estúpido asesinar un animal por este simple ritual, pero era una tradición y todos estaban tan convencidos de que esto era lo correcto como lo están los cristianos de que Jesús es el hijo perfecto de dios. Porque el rey era el dios mortal, un enviado de los dioses inmortales, el puente entre los hombres y las divinidades. Y en aquel reino la única persona que no estaba convencida de ello era la princesa Inrá, la mismísima hija del rey.
    Había dedicado su vida entera a estudiar el mundo más allá de los pocos kilómetros cuadrados que la rodeaban. Conocía literatura de todas partes porque su padre a fin de complacerla había llamado a un extranjero para que le enseñase a leer y escribir. Se la pasaba encerrada en su cuarto pintando cuadros hermosos, las abstracciones más magníficas, los paisajes más extraordinarios. Una mujer tan exótica tenía en sus manos el poder para crear grandes cosas, siempre con aquel toque cálido que sólo el sol de aquella selva podía inspirar. Su padre apenas y veía sus cuadros y solía reclamarle porque decía que se creía una blanca. Pero había algo que la princesa quería que entendiera, y era que no había diferencias, que tanto los negros como los blancos podían amar al arte.
    El único acto popular en el que la princesa hacía presencia era en las muestras musicales y las danzas. Bailaba muy bien pero solía hacerlo sola, y la danza de sus caderas tenía poderes hipnóticos. No había hombre que no desease hacerla su mujer en esos momentos, ni mujer que no la envidiara con todas las fuerzas de su alma. Su padre, el rey Rabutah, aseguraba que la diosa Kapié, que era la diosa de las danzas y la belleza que estaba representada por una serpiente, había reencarnado en ella. La princesa Inrá no creía en tal teoría y avergonzaba a su padre ante todos negándola, pero este siempre dijo que antes de nacer el dios Pipitey, que era el dios supremo representado por el elefante, había mezclado los cuatro elementos (agua, tierra, aire y fuego) y lo había servido en un recipiente, y entonces lo había puesto en manos del rey Rabutah para que se lo diera a su hija y esta pudiese olvidar su pasado divino.
    Así que había que obedecer toda petición de la princesa porque era una petición divina. Lo único que el rey tenía derecho de imponerle era el matrimonio.
    Según contaba la historia, el dios Pipitey había enseñado desde inicios del mundo, que toda mujer debía casarse cuando hubiese visto el sol 7295 veces, es decir, 5 días antes de cumplir los 20 años, considerando que el sol hubiese “salido” todos estos. Debía desposarse con cualquier hombre mayor o menor que ella, pero hacerlo justo para esa fecha, de no ser así, sería sacrificada en un ritual donde se cortarían sus extremidades para ofrendarlas al dios Tenor, representado por un gorila mutilado. El dios Tenor era el dios del sexo, y si un padre se rehusaba a permitir el sacrificio de su hija, era castrado y sacrificado junto a ella. Así que no había una sola mujer que se negara a ejecutar este mandamiento.
    Pasaron los años y el rey Rabutah sabía lo que se acercaba. Este se encontraba tan disgustado cuando su hija nació que mandó matar a su madre. Lo que más había deseado era un varón para no entregar su reino a alguien que no tuviera su sangre, pero la misma convicción de que Inrá era la reencarnación de Kapié le impidió asesinarla. Ya resignado por su destino, reunió a todos los hombres del reino mayores de treinta años para someterlos a prueba. No eran más de unos veinte y todos maldecían su suerte porque sabían que si no eran elegidos, morirían. La prueba era mortal, debían traer la cabeza de un león bebé colgando de sus manos, mientras cantaban el sabucie (como llamaban los himnos) del dios Tenor. Difícilmente alguno sobreviviría puesto que la madre del león que asesinasen los perseguiría y mientras cantasen el sabucie ella podría encontrarlos más fácilmente. No hubo hombre alguno de estos que no desease ser menor o mayor en esos momentos.
    Lo que el rey Rabutah no sabía era que Inrá se había enamorado. Leyendo aquellos libros que le traían de los otros continentes, se obsesionó con un escritor de la época medieval cuyo nombre debe quedar en secreto ahora, por seguridad. Lloraba cada noche por amar profundamente a un hombre muerto, y aún en su escepticismo rogaba a los dioses que este reencarnase en algún caballero de 30 años y pudiese pasar la prueba para casarse con ella. Pero las posibilidades eran casi nulas sobra decirlo, aún así ella guardaba la noble esperanza. Inrá danzaba cada noche, se cortaba algo de cabello y los ofrendaba a la diosa Tiobela, la diosa del amor representada por una paloma, pidiéndole que le complaciese ese deseo. Pero incluso ella misma dudaba de ello porque recordaba que también ella era supuestamente una diosa, y no podía hacer nada extraordinario, ni tenía poderes sobrenaturales, solo danzaba tan ágilmente como la serpiente. Y al dios Cinerú, de la muerte y representado por un extraño ave de carroña, ofrendaba cada noche una gota de sangre para que devolviera la vida a su amado. Llegó el día 7294 y ninguno de los hombres que había entrado a la selva para cumplir la petición había regresado. En caso tal de que ninguno regresase la princesa debía casarse con el siervo de la casa real más fiel de todos. Taiderón era el preferido de su padre y este rogaba que ninguno de los demás se salvase para desposar a su hija con este hombre de confianza.
    Cuando el sol se pusiera en el firmamento, justo a las 6 de la mañana, la princesa se casaría con quien los dioses decidieran, según las creencias de aquel reino. Inrá no durmió aquella noche, danzó toda ella pidiendo que se le cumpliese su deseo. Llorando y temblando de miedo, la princesa se cortó hasta la última hebra de cabello y ofrendó todos ellos a la diosa Tiobela. Su profesor, el “pepitau” como lo llamaba su padre porque así se referían a los extranjeros, la observaba desde la ventana con lágrimas en los ojos, puesto que era su único amigo y conocedor del amor que ella guardaba. La miró toda la noche y pensó en salvarla de aquel suceso pero le embargaba un gran miedo de ser asesinado por el rey Rabutah. La princesa lloraba y lloraba y peinaba sus risos caídos, miró su reflejo en el agua y se sintió tan fea sin ellos que pensó que su amado así no la querría. Entonces trató de unirlos con el líquido de una extraña planta para pegarlos nuevamente en su cabeza, pero su intento fue tan fallido como lo absurdo que este hecho suena. El “pepitau” la miraba con lástima y seguía su llanto, ella se pinchó el dedo con la espina de una rosa y mientras goteaba, llenó todo un vaso con su sangre y la ofrendó al dios Cinerú, como último recurso. El “pepitau” desesperado por la escena entró por la ventana y raptó la princesa.
    Se fueron haciendo más de la 5 de la mañana y el blanco y la princesa cabalgaban tratando de alejarse del reino. El rey Rabutah presintió la rebeldía de su hija y entró a su habitación prevenido. Ya era demasiado tarde, sólo encontró su sangre y sus cabellos.
    Mientras tanto la princesa cabalgaba y la brisa acariciaba su calva, el “pepitau” planeaba llevarla hasta Sudáfrica, de donde él era. La princesa temía que su padre mandase a sus siervos, como en efecto. El rey de inmediato llamó a Taiderón para que juntara a sus hombres y fuesen a buscar a su hija en la frontera. Estos emprendieron el viaje de inmediato porque a las 6 la princesa debía estar casada. Ningún hombre había llegado con la cabeza del león hasta ahora y al parecer Taiderón desposaría a Inrá. Con mayor razón este se aceleró en cumplir su misión, cabalgando rápidamente por la inmensidad de aquel lugar. Allá, a lo lejos se veía una silueta y este estaba seguro de que era la princesa, trataba de avanzar lo más rápido posible porque el sol ya empezaba a asomarse y se acercaban las 6, sino la desposaba la princesa moriría. Por su parte el caballo del “pepitau” se había herido y tuvieron que detenerse. El “pepitau” rogaba a la princesa que siguiese sin él pero esta se negó porque entre otras cosas no conocía el camino. Inrá vio a un grupo de hombres que se acercaban y temerosa, supo de quienes se trataban así que tomó su caballo e intentó seguir. Ya era demasiado tarde. Taiderón hirió con su flecha al caballo de la princesa y esta no tuvo más opción que detenerse. Este la montó en su caballo y la llevó lo más veloz que pudo hasta el reino donde todo estaba listo para la ceremonia. La princesa se sintió resignada y se sentó a llorar.
    El rey Rabutah estaba furioso, le colocó en la cabeza un sombrero de hojas para ocultar su calvicie. El más anciano de los habitantes, el viejo Ñeñe, los casaría, según la tradición. El rostro empapado de la princesa enfurecía a todas las damas que estaban encantadas con Taiderón. Pero la princesa amaba a alguien más y ese alguien nunca estaría con ella.
    Por su lado, el “pepitau” dejó tirado su caballo y emprendió una carrera al trote, debía estar presente en las nupcias de su gran amiga. Llegó justo cuando habrían de casarla, eran las 5 y 55 minutos.
    - Rabeice tu vie macue e macuí- dijo el anciano mientras amarraba con lazos las manos de los jóvenes, como símbolo de unión, lo cual significaba algo así como: “entonces serán marido y mujer”.
    La princesa sabía que al terminar de unir los lazos estaría casada para siempre, entonces miró a su padre y notó allí la presencia del “pepitau”, supo que muerta podía enseñar más a su comunidad que viva. Entonces soltó su mano y en aquel extraño dialecto dijo a todos que no se casaría.
    [FONT=Calibri]Su padre empezó a sudar y la tomó por el brazo, le mostró el cielo y le dijo que era casi hora, ella le dijo que no le importaba, y se desnudó ante todos para que empezaran el ritual. Su padre la cubrió con sus pieles y la gente gritaba furiosa, el sol se puso justo en ese instante y estaba todo perdido. El rey Rabutah la abrazaba tratando de protegerla de aquellos hombres y recordándoles la procedencia divina de su querida hija. Pero para aquel mandato no había excepciones, y muchos otros resentidos por las muertes de sus hijas vengarían con Inrá todo aquel dolor que los dioses les habían causado. Así que la intentaron robar de los brazos del rey pero este llorando lo impedía, entonces Taiderón encolerizado lanzó una flecha envenenada y mató al rey Rabutah y lo castró. [/FONT]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Todos querían participar de la muerte de la princesa, todos en el fondo la odiaban y la amaban de una manera enferma, Taiderón la vio allí desnuda y la violó públicamente, la princesa lloraba y gritaba implorando a sus dioses. Entonces cada mujer se acercó hasta donde ella y al verla indefensa allí en esa tierra caliente, desplomada, la escupieron y patearon hasta verla agonizar y morir. El “pepitau” se sintió tan cobarde y miserable por no haber podido salvarla, que al ver venir una manada de leones que buscaban la venganza de la muerte de sus bebes, se abalanzó sobre ellos. [/FONT][/SIZE][FONT=Calibri]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Los habitantes del reino cortaron las extremidades de Inrá y cantaron el sabucie ofrendándolos a su dios Tenor. Los leones venían en camino y se guiaron por sus voces, los rodearon astutamente y ya no tenían como escapar. Entonces todos gritaron en aquel extraño idioma, ofrendando su sangre al dios Cinerú para que sus almas reencarnasen en alguna tierra lejana, donde ningún león deba morir cuando muera el rey, ni ninguna mujer deba desposarse cuando cumpla los 7295 soles, ni nadie deba ser castrado por defender el honor familiar. [/FONT][/SIZE][FONT=Calibri]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Y así, junto con su princesa Inrá, murieron todos los hombres de aquella tierra. Y muy seguramente en el más allá, Inrá la supuesta reencarnación de la diosa Kapié se encontró con su amado escritor medieval, y pintaron el paisaje perfecto juntos y escribieron la historia de amor perfecta, y abrieron un portal para vivir dentro de aquel lienzo lejos de esta realidad.[/FONT][/SIZE][FONT=Calibri][/font][/font][/font]
     
    #1
  2. NADLI

    NADLI Moderadora Mundopoetas Colombia Moderadores

    Se incorporó:
    24 de Octubre de 2007
    Mensajes:
    2.086
    Me gusta recibidos:
    41
    Género:
    Mujer
    [FONT=Calibri][FONT=Calibri][FONT=Calibri]


    [CENTER][FONT=Georgia][SIZE=3][COLOR=Purple][I]Al parecer mi querida amiga te gustan los cuentos de princesas:)[/I][/COLOR][/SIZE]

    [FONT=Georgia][SIZE=3][COLOR=Purple][I]Toda la historia es encantadora y me llama mucho la atención tu imaginación!!!:::gafas1:::
    Es genial la forma como narras todo:::sorpresa1:::
    [/I][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Georgia][SIZE=3][COLOR=Purple][I]Que miles de estrellas fugaces pasen hoy por tu ventana,[/I][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Georgia][SIZE=3][COLOR=Purple][I]y así puedas pedir deseos.... :::banana:::
    Espero que todos te los concedan y se te cumplan:::lengua1:::[/I][/COLOR][/SIZE]

    [FONT=Georgia][SIZE=3][COLOR=Purple][I]Un beso cósmico desde una tierra llena de caña!!!!:::hug:::[/I][/COLOR][/SIZE]
    [/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/CENTER][FONT=Georgia][FONT=Georgia][FONT=Georgia][FONT=Georgia][FONT=Georgia][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font]
     
    #2
    Última modificación: 7 de Julio de 2009
  3. ClauHecate

    ClauHecate Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2009
    Mensajes:
    183
    Me gusta recibidos:
    4
    Muchas gracias mi querida Nati por dejar su opinión. La verdad me gustaban más las historias de princesa cuando era niña por eso quise retomarlo en este cuento.
    Un abrazo y un besito! :)
     
    #3
  4. Origami del lunatico

    Origami del lunatico Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    21 de Junio de 2009
    Mensajes:
    248
    Me gusta recibidos:
    15
    Me encató esta historia , por instantes me parecio una adiccion , es muy bonita , y tiene un mensaje de trasfondo , la sociedad y todo esto de hoy en dia , te felicito
     
    #4
  5. ClauHecate

    ClauHecate Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2009
    Mensajes:
    183
    Me gusta recibidos:
    4
    Muchas gracias, sí quise hacer una crítica al orden del mundo a través de ella, gracias por pasar, abrazos:)
     
    #5
  6. Francisco Lechuga Mejia

    Francisco Lechuga Mejia Poeta que no puede vivir sin el portal

    Se incorporó:
    11 de Septiembre de 2007
    Mensajes:
    33.672
    Me gusta recibidos:
    2.612
    #6
  7. ClauHecate

    ClauHecate Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2009
    Mensajes:
    183
    Me gusta recibidos:
    4

    Muchas gracias por pasar por mis letras.
    Y bueno, uso irònicamente los cuentos de princesas.
    Un abrazo.
     
    #7
  8. Francisco Lechuga Mejia

    Francisco Lechuga Mejia Poeta que no puede vivir sin el portal

    Se incorporó:
    11 de Septiembre de 2007
    Mensajes:
    33.672
    Me gusta recibidos:
    2.612

    claro, lo notè y eso es excelente....felicidades de nuevo
     
    #8

Comparte esta página