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Tempestad

Tema en 'Prosa: Obra maestra' comenzado por The Crow, 12 de Julio de 2006. Respuestas: 15 | Visitas: 2604

  1. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    Tempestad

    El semáforo aún no cambiaba la luz, los autos ya eran escasos a estas horas. Miré mi reloj, eran las once y algo. Unas gotas gruesas golpeaban con avidez mi paraguas, pensé que el viento se lo iba a llevar con él. Había un frío intenso, como una mano que se desliza por todo el cuerpo atravesando la piel para hacer sentir su frialdad. Vagaba entre mis pensamientos canciones de todos tipos, una guerra épica se formaba para encontrar la que de entre mi boca saliera, en un leve susurro ahogado por la lluvia. El cielo se estremeció por completo, con el flash de una cámara y el estruendo de una bomba. Cambió la luz del semáforo.

    Rápida y sigilosamente me deslicé con dificultad hasta la tienda. Cerré mi paraguas y por un segundo creí que mi rostro chocaría con el piso, torpeza mía. Llamé para que llegara alguien que me pudiera atender. Desde el fondo se escuchaba el sonido de la tele funcionar. Una señora de avanzada edad acudió a mi llamado, con una expresión que no pude ignorar. Miraba con recelo, cautela, algo extraño notaba en mí. Su mirada fríamente buscaba entre lo más hondo de mi conciencia cualquier basura que pudiera encontrar, quizás luego no evitaría comentarla entre sus comadres.

    -Disculpe, ¿tendrá cambio? -Interrumpí su observación.

    -Espere un poco.

    Mientras se dirigía a buscar el cambio dirigí mi mirada hacia el interior de la tienda. Era una casa como cualquier otra, muchas diferencias no existían allí. La tele encendida emitía mucho ruido, era normal para una señora de su edad. Tenía una pequeña sensación extraña. Estaba ansioso.

    Una voz tenue como el canto de las aves por las mañana calló por completo toda mi cabeza instantáneamente. Acompañada de la silueta de una joven no más de diecisiete años. La iluminación de la tele no me dejó más que ver su figura moverse de un lado a otro por la habitación.

    -Aquí tiene -dijo mostrándome unas cuántas monedas.

    -Muchas gracias señora, adiós.

    Antes de salir observe la hora en un reloj situado en una de las paredes. Aún tenía tiempo. Me precipité hacia el paradero que quedaba a unas pocas cuadras. Los truenos ensordecían mis oídos y el llanto de algún niño adornando el ambiente.

    Pasado algunos minutos la micro que esperaba se acercaba dejando una gran ola de barro a su camino. Me dirigí a los asientos del fondo. Una ventanilla permanecía entreabierta y el agua golpeaba mi rostro cegando mi vista. Me cambié de asiento. Iba llegando a mi destino, la micro estaba casi vacía.

    Dejó de llover, así que al bajar no tuve necesidad de abrir el paraguas nuevamente. Mojado y arrugado lo guardé en mi empapada mochila. Aquella sensación no dejaba mi cuerpo tranquilo un instante. Pero el tiempo no estaba de mi lado. Apuré el paso sintiendo el agua que se filtraba por mis botas, ¡qué helada esta! Unas cuantas calles más y pude apreciar la casa. Estaba pintada de un color ocre, el agua aun caía a chorros por las canaletas, sus paredes estaban completamente rayadas, y la puerta parecía bastante frágil.

    Toqué esperando recibir alguna respuesta de su interior. Parecía abandonada. Callada y sin luces. La ventana del balcón se encontraba entre abierta. ¿Habrá entrado alguien? Trepé por las ramas que se desprendía alguna planta que allí se encontraba. Entré en aquella funeraria casa. Un escalofrío comenzó a recorrer mi espalda. Ya no era el frío. Un olor tormentoso comenzó a llegar hasta mí, ya lo conocía. Dejando de lado mi cautela procedí a registrar cada habitación. Llegue tarde.

    Allí estaba, con la última expresión de horror en su vida. Tenía una bella sonrisa marcada silenciosamente por cada tonalidad de su rostro, ahora borrada por el horror de sí misma. Sólo la vi sonreír mientras estábamos solos. Su mirada seria que con frialdad llamaba en mi llanto. Inmóvil permanecí en el umbral de la puerta. La pintura de sus ojos se deslizaba por sus blancas mejillas de la misma forma que lágrimas brotaban sin descanso alguno de mi rostro. En sus manos sujetaba la misma máquina de afeitar que usaba cuando me quedaba a dormir junto a ella. Qué ironía. Toda la bañera estaba teñida por aquel líquido rojo que desprendía un olor tan fuerte que no podía ignorar. Las entrañas se revolvieron dentro de mí como una licuadora. Estuve apunto de vomitar. Había visto otros muertos, pero ella era todo. Un silencio profundo se apoderó de mí. En una especie de locura. No lo podía creer. El estruendo del exterior volvió amenazando con destruir la casa entera.

    Dejé el lugar. Ya no sentía esa sensación. Ahora todo se revolvía, tenía nauseas. Un sonido semejante al de un encendedor llamó mi atención. Volteé para descubrir de qué se trataba.

    -¡Mariana! -dije sobresaltado.

    -Perdón, ¿Te asusté? -preguntó tranquilamente.

    -Qué más da... ¿Por qué estás aquí? -Las palabras salieron con dificultad.

    -Intuyo que por la misma razón que tú.

    -Gabriela... -dije sin aliento -supongo que llegaste tarde.

    -No digas más -me abrazó con ternura -, aunque hubieras llegado, no habrías hecho nada.

    Como un piquete dentro de mi garganta me impidió decir que ella estaba feliz por su muerte. Pero era su mejor amiga ¿no? No podía dejar de lado ese pequeño brillo que noté en sus ojos, como cuando un perro deja su trozo de carne a un lado. La lluvia callaba mis sollozos de tal forma que solo yo los escuchara. El olor se iba calmando y mi olfato lentamente se recuperaba. Ahora sentía otro olor que se introducía en mi nariz con avidez. ¿Perfume?

    -¿Cómo supiste de Gabriela? -pregunté mientras trataba de encontrar una razón para tan fuerte perfume. La lluvia lo habría apagado por completo.

    -Recibí su carta, y corrí hacia aquí. -dijo con rapidez.

    Me separé de ella un momento. Tal como lo intuía. Estaba demasiado arreglada. Parecía no inmutarse en lo absoluto. Sus labios pintados, la sombra de sus ojos, sus manos tenían las uñas pintadas de un negro intenso, su perfume de embriagante aroma, y su mirada que no se despegaba por un segundo de mis ojos.

    -Habíamos quedado de vernos a las doce, jamás pensé encontrar tal horror. -me confesé

    -De todas formas no hubieras llegado a tiempo. Aunque hubieras corrido lo más rápido que tus piernas te permitieran, habría sido en vano -su tono de voz se volvió frío -, déjalo ya mi amor, no le des mas vuelta. Nada podemos hacer ahora.

    -A veces creo que no te importará... -me molesté.

    -¡Cómo dices eso!

    -Lo veo en tus ojos... ¿Estás feliz?

    -¡Claro que no! No podría estarlo... ¡No digas estupideces!, cariño, ahora ella no está, detente por favor. Detén tus lágrimas, ya verás como todo se va a calmar en ti. -sus ojos brillaron por segundos.

    -Quiero estar sólo...

    Corrí hacia la ventana. La lluvia caía con una fuerza que casi podía perder el equilibrio al correr. Mariana no salió a detenerme. ¿A donde iría? ¿Acaso a aguardar bajo mí llanto? No encontraba solución, ni la más mínima salida. Ya no eran mis entrañas las que se revolvían, era mi cuerpo entero el que temblaba. Me senté en un asiento del paradero. De vuelta al comienzo.

    Volví hacia la casa. Esta vez la puerta estaba abierta. Adentro aún permanecía Mariana, fumando un cigarro como de costumbre, sentada en el suelo. Su maquillaje se había escurrido por completo y había desaparecido el brillo en su rostro. Estaba pálida.

    Traté de articular alguna palabra pero me fue imposible. Un nudo se formó en mi garganta. Me senté junto a ella y la abracé. Su cuerpo temblaba, se aferró a mí como si quisiera quitarme la respiración. Ella me amaba, antes me lo había confesado, pero yo no le tomé atención. La admiré por unos segundos. Aún estando tan fría sus labios... si sus labios. Eran especiales. Su color tan intenso como las penumbras de aquella casa. Eran suaves. Se movían de forma sigilosa cuando hablaba, esperando ser leída por un sordo.

    La atmósfera era un caos. Sentí deseos, asco, era todo una confusión. El cadáver, su muerte, suicidio, Mariana, sus labios, su piel, su cabello,... Pero, ¿que es todo esto?

    La besé. Gabriela ya había muerto, nada podía hacer. Caí en su sucia trampa. Mi mente estaba conciente de aquello. ¡Quería salir!, pero mi cuerpo no respondía. Se dejaba seducir por el suave roce de la piel de aquella muchacha. En una desenfrenada lucha de caricias no tardó en desgarrar mi ropa con sus manos. Lo mismo hice yo con la suya. ¿Qué era esta morbosidad que me controlaba? No presté atención a mis pensamientos. Y seguí recorriendo con mis labios cada parte de su cuerpo. Pronto mi cuerpo se llenó en un éxtasis de placer. Aquellos gemidos sonaban con mayor estruendo que los truenos caídos afuera. Sonaban con un eco retumbador. La levanté y la puse contra la pared, en un tierno forcejeo sin darme cuenta tropecé con la bañera. Ambos caímos en medio de ese horrendo lugar. No presté atención hasta que el olor comenzó a revolver nuevamente todo mi cuerpo. ¡Qué estoy haciendo! Salí precipitado de la bañera, Mariana estaba fuera de control. Volvió a llorar. No entendía que ocurría.

    -Lo siento mi amor... -dijo sollozando y sosteniendo la navaja que tenia Gabriela en su mano.

    -¡Mariana! -corrí hacia ella.

    Fue inútil, su cuello se abrió de una forma horrenda. Su rostro se ahogó en la penumbra de su ya perdida emoción. Cerró sus ojos en un último adiós. No todos los laberintos tienen salida. Y de todas las puertas que pude abrir, no sé si fue la correcta.

    Todo se convirtió en un infierno absoluto. ¡Qué hice! La lluvia se calmó. Una canción se apoderó de mi cabeza, había terminado la guerra épica. Ya no sentía frío, ni nauseas. Dejé de sentir. Solo el ardiente metal de aquella bastante usada navaja cobró sus voces en mí. No hay vuelta atrás, no se puede volver al comienzo, hay errores, y hay precios. Es el precio de la vida. Y es el precio por la muerte. Me acomodé en ese mar de sangre junto a los dos cuerpos. Los abracé y dejé suavemente deslizar el filo por mi piel. La lluvia se detuvo.


    by The Crow
     
    #1
  2. black smile

    black smile Poeta asiduo al portal

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    es un relato que te envuelve por completo y ya quieres averiguar cual será el final o que pasará.. y te hace caer en esas ansia de saber de "porqué va a llegar tarde" jejeje
    me ha gustado mucho tu relato..
    lo unico, .., esque quizas le hubieras desarrollado más la parte en que cayeron ala tina.. bueh, pero todo lo demás fabuloso
    un besote te amo!
     
    #2
  3. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    Un comentario que te envuelve por completo y ya quieres saber cual sera la conclusion jejejeje... me alegra muchisimo que te haya gustado, un placer poder leerte entre mis ya perdidas líneas.

    Besote para ti tambien, te amo.
    The Crow.
     
    #3
  4. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    El placer es mío!, no sabes como me alegra saber que los demas puedan sentir tan fuerte mis escritos, gracias por pasar aquí Miyu San.

    The Crow
     
    #4
  5. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    Me agrada mucho tu comentario y es lo que muchos de los que buscan superar sus errores y seguir mejorarse cada ves mas necesitan, aveces se guardan muchos comentarios asi para no bajar el ego del escrito y no criticarlo de mala forma, es algo normal, pero cierto es que una critica bien hecha y constructiva, es algo que nunca se dejará demas. Te agradesco que compartas conmigo tu punto de vista, es muy valorado desde esta negra ave. Y un gusto saber que te haya gustado, gracias por pasar bajo mi tempestad.

    The Crow
     
    #5
  6. Trinity

    Trinity Vampiro.

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    Pues un placer, realmente me identificó mucho tu historia porque es el estilo que a mi me encanta... Trágedias de amor, muerte, pasión, además de esa idea de la hojilla me trae recuerdos!

    Un beso, me encantó tu historia.
     
    #6
  7. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    Vaya, qué agrado más grande, antigua historia de varios años atrás, y veo que aún puede encantarle al mundo ^^.

    Un beso, muchas gracias por pasearte por mis líneas olvidadas.
     
    #7
  8. buzorangel

    buzorangel Poeta recién llegado

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    me encantó el final
     
    #8
  9. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    Es la guinda de la torta no? Hehehe un gusto, muchas gracias por postear.

    Saludos!
     
    #9
  10. Cossette

    Cossette Poeta recién llegado

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    Coincidencia? justo escuchaba una de mis sonatas favoritas de van Beethoven: La Tempestad y vi el titulo de tu relato, me llamó la atención y lo leí. Está realmente fabuloso. Me sumergí en la historia como si la viviera, algo asi como cuando te desdoblas. Esta realmente interesante. Además los toques de la sinfonía le daban un toque mucho mas real,
    Saludos Cordiales!!
     
    #10
  11. ROSA

    ROSA Invitado

    Muy completita tu prosa, pero niña, menos mal que despues de la tempestad viene la calma (es un decir).Buena narrativa, seguire lo proximo que escribas, un abrazo
     
    #11
  12. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    Qué coincidencia más grande! y con lo que me gusta Beethoven, sería una buena idea quizás colocarle algún audio para darle más ambientación al escrito. Me alegra que te haya gustado, es un gusto gigante tenerte entre mis líneas!

    Saludos!

    Jejeje siempre viene la calma después de la tempestad.
    Me encantaría volver a escribir similar, pero llevo tantos años sin lograr crear otro parecido. Pero siempre se pueden revisar antiguos escritos que tengo dentro de este portal (Estan casi todos los que he escrito)

    Por cierto, no soy niña jeje... Soy hombre ^^.

    Saludos!!!
     
    #12
  13. Muse

    Muse Exp..

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    Ufff hace siglos que no te leía, creo que desde hace 5 hehe...¿Hermano cuervo volviste?

    Vaya refrescar la memoria es algo tan nutritivo...Y más cuando esas historias que solías contar muestran un repertorio de melodías que se pueden adaptar a cualquier época. ¡Saluti...!
     
    #13
  14. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    Sii, como pasan los años! Pero este cuento no es nuevo, es bastante antiguo la verdad y derrepente alguien viene y le saca el polvo a mis escritos para comentarlos y dejarles algun mensaje Jejeje...

    Siempre estoy dando vueltas por aquí de vez en cuando, sino no podría responder a los añejos poemas que he escrito jeje.

    Saludos!
     
    #14
  15. ANAN

    ANAN Invitado

    Es la primera vez que leo en este portal este tipo de relatos y me mantuvo interesada hasta el final, que me entristeció y dejo en mi un sentimiento de nostalgia. Un gusto pasar por tus letras.
     
    #15
  16. The Crow

    The Crow Poeta asiduo al portal

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    Siempre hay una primera vez para todo no? Y buscando entre los baúles se puede encontrar más de alguna sorpresa.
    Un gusto tenerte entre mis fúnebres letras.

    Saludos!
     
    #16

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