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El Diente De Santiago

Tema en 'Prosa: Infantiles' comenzado por VicenteMoret, 16 de Marzo de 2012. Respuestas: 2 | Visitas: 1788

  1. VicenteMoret

    VicenteMoret Moder. Biblioteca P. Clásica.Cronista del Tamboura Miembro del Equipo Moderadores

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    Hace ya algún tiempo, en una casa de La Zapateira, vivía una familia normal, como todas. El papá se llamaba Vicente, y la mamá se llamaba Amparo.

    Amparo y Vicente tenían dos hijos. El mayor, Santiago, tenía seis años, y el más pequeñito tenía cuatro años y se llamaba Alberto.

    La casa de La Zapateira era grande y tenía muchas escaleras. La planta baja daba al jardín y tenía una cocina de invierno, con su chimenea y todo, un comedor, un pequeño aseo, y dos cuartitos para la calefacción y la plancha.

    Más arriba estaba el comedor-salón, la cocina y otro aseo. Ésta era la planta principal, que se abría al jardincillo de la entrada. Luego estaban las tres habitaciones y los dos baños, adonde se llegaba subiendo las escaleras del salón. Por último, todavía más arriba estaba el desván, con los libros y la mesa del despacho.

    Ciertamente el ratoncito Pérez tendría que subir muchas escaleras para darle su regalo a Santiago, a quien ese mismo día se le había caído su primer diente.

    El ratoncito Pérez se había enterado casi por casualidad de que a Santiago se le había caído un diente de los de abajo. -¡Qué bien!- pensó –Justo el que me hacía falta- Porque ya se sabe que el ratoncito Pérez no tiene dientes, y aprovecha los que se le caen a los niños para poder comer. Por eso los niños guardan el diente bajo la almohada, y por la noche el ratoncito Pérez lo recoge y deja un regalito a cambio.

    Pero lo que el ratoncito Pérez no sabía es que esa noche no iba a tener diente porque Santiago lo había perdido, creemos que en el coche de mamá, cuando toda la familia iba a pasar un precioso día a la playa.

    De hecho Santiago ni se enteró de que se le había caído el diente, ni mucho menos de que lo había perdido… Y fue mamá la primera que se dio cuenta. –Pero Iago, se te ha caído un diente ¿dónde está?- Y Santiago puso cara de bobo mientras se encogía de hombros, significando con ello que no sabía nada de su diente. Mientras tanto Alberto abría unos ojos grandes como platos, porque para él todo aquello era nuevo.

    -¿Y qué le dejamos ahora al ratoncito Pérez?- siguió mamá –porque sin diente seguro que no hay regalo-

    Santiago se quedó algo perplejo y un poco triste. ¿Sería verdad que si no ponía el diente debajo de la almohada se iba a quedar sin la propinilla del ratoncito Pérez? Entonces empezó a cavilar. Primero se fue al coche y empezó a revolverlo todo, pero no encontró nada (lo que no es de extrañar, porque el coche estaba lleno de papeles de chucherías, caramelos chupados, juguetes, y otras cosillas que los dos hermanos iban dejando por todas partes). Luego pensó en hacerle al ratoncito Pérez un diente con un trocito de pan reseso, pero no encontró en toda la casa un trocito de pan lo suficientemente duro como para que sirviera. Después buscó por el jardín una piedrecilla que pudiera valer, pero tampoco encontró nada que le gustase.

    Ya no le importaba el regalito, lo que más le fastidiaba es que, por su culpa, el pobre ratoncito Pérez ya no podría comer bien hasta que a otro niño menos despistado que él se le cayera un diente. Mientras tanto, papá y mamá (que no se imaginaban que el pobre Iago lo estaba pasando tan mal) le hacían bromas y le llamaban “abuelete desdentado”, bromas que Alberto celebraba con enormes risotadas.

    Llegó la hora de la cena y Santiago le dijo a su papá: -Pobre ratoncito Pérez. Por mi culpa se va a quedar sin poder comer- Y su papá le contestó: -No hombre, no. Ya verás como al final encontramos algo que le sirva-. Entonces a Santiago se ocurrió una idea: -¿Y si le escribimos un cuento? A lo mejor le gusta-

    Después de cenar, Alberto y Santiago se fueron al baño, y luego a la cama, pero cuando Santiago levantó la almohada encontró un sobre con una nota y unas monedas. La nota decía: -Aunque me he quedado sin diente, lo del cuento me gusta mucho, así que no te olvides de escribirlo- Santiago se puso muy contento, compartió las monedas con su hermano, y se prometió a sí mismo –a ver cuánto le dura- que nunca más el ratoncito Pérez se quedaría sin comer por su culpa. Y desde entonces parece que Santiago se fija más y ya no es tan distraído. Y colorín colorete este cuento se ha acabadete, y a papá en la cara se le da un besete.

    VICENTE MORET
     
    #1
    A lluvia de enero y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. lluvia de enero

    lluvia de enero Simplemente mujer

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    Es un relato precioso, Churrete. Pleno de ternura, lo veo especial para el foro de prosas infantiles ¿Me permites pasarlo a alli?

    Sencillamente me ha encantado. Mil gracias por compartir tu obra.

    Un beso.
     
    #2
  3. VicenteMoret

    VicenteMoret Moder. Biblioteca P. Clásica.Cronista del Tamboura Miembro del Equipo Moderadores

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    Muchas gracias, Lluvia... Eres muy amable. Por supuesto que puedes pasarlo al foro infantil. Un abrazo. Churrete.
     
    #3

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