1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

el embrión

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Melquiades San Juan, 19 de Septiembre de 2012. Respuestas: 2 | Visitas: 1302

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

    Se incorporó:
    3 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    5.147
    Me gusta recibidos:
    666
    Género:
    Hombre
    (fragmento de un cuento que será más largo)

    Desapareció. El asiento quedó vacío sin que nadie lo notara. Lo vi de reojo, vi como al cuerpo dejaba de estar ahí. Busqué por todas partes en el vagón y no estaba en ningún sitio.Traté de hacer memoria para recordar cómo era el sujeto que se había sentado minutos antes junto a mí y sólo alcance a recordad unos cuantos detalles: una complexión delgada, altura mediana, tez blanca y una barba extraña, parecía un cordón oscuro bajando desde las patillas rodeando por detrás del borde del mentón. No pude recordar más. La curiosidad me hizo preguntarle a la mujer que iba al lado del asiento vacío. Era una mujer de unos 45 años, me miró con cierta reserva, luego dijo que ella no se había dado cuenta de nada. Ya no insistí, en la mente de la susodicha revoloteaban otras ideas y no la que a mí me interesaba. Eso fue hace diez años. Con el tiempo, la mente le atribuyó muchas posibilidades al suceso: un sueño, una equivocación, etc, y terminé restándole importancia.

    Después del día de la Independencia, estuve platicando con una persona que coincidió al lado mío en la barra del café X. Era un tipo extraño. Hablaba a frases entrecortadas, interrumpidas e incoherentes como suelen hablar las personas en estado de ebriedad casi al punto de perder la consciencia. Pero éste sí estaba consciente y me miraba con mucha atención. Costaba mucho trabajo mantener una conversación fluida. Yo me volvía a mi café, a recorrer los rostros de los comensales. Intentaba reducir esa charla imposible. Él me miraba fijamente.

    De repente cambió el modo de expresarse:
    -"Les gusta la sangre" -me dijo.

    Antes de que pudiera formular una respuesta retomó la palabra:
    -"Habrá mucha sangre, mucha".

    Se quedó callado, sin expresar gesto de emoción alguno.
    Luego me volvió a mirar y habló como no había hablado antes:
    "El asiático se herirá mutuamente".
    "El semita derramará su sangre sobre la arena".
    "Entre puñales y cadenas los viejos enemigos"; "subyugarán a los que han envejecido dentro de su seno".
    "Mientras dure el apagón meditarán. Se darán cuenta que no tienen el control".
    "No es vuestro mundo".

    Desapareció frente a mis ojos. Ahí, frente a mí, la silla se quedó vacía.
    -"Esto ya me sucedió antes" -me dije-. Recordé al personaje que iba sentado junto a mí en el vagón, hace diez años.
    La barba -me dije- la barba es la misma.
    La mujer que atendía la barra vino hacia mí y me preguntó por "mi amigo".
    -No era mi amigo -le dije.
    -Estaba platicando con usted.
    -Sí, estaba sentado junto a mí, pero no venía conmigo.
    -No se tomó el café, está frío -dijo. Ahora me lo cobrarán a mí.
    -No se preocupe, póngalo en mi cuenta.

    Me quedé pensando en lo que había ocurrido.
    Miré una y otra vez a la silla, esperando quizá que el sujeto se volviera a aparecer, para luego explotar a carcajadas, disfrutando mi asombro, como suele suceder en las películas.

    La mujer trajo mi nota de consumo. Cuando recogí mis cosas encontré un objeto que no era mío, tenía una forma ovoide con superficie rugosa como la de una nuez. La observé detenidamente y descubrí que tenía una forma parecida a la de un cerebro alargado, pero en vez de los dos hemisferios éste mostraba tres del mismo tamaño: dos a los lados de las sienes y uno en el centro, descansando sobre los otros, mayor que los anteriores. En la parte trasera, con un tamaño ligeramente menor, estaba el otro hemisferio, alargado hacia atrás.
    Lo guardé en mi bolsillo para revisarlo a detalle más tarde.
    De vez en cuando, metía la mano en la bolsa de mi pantalón para asegurarme que seguía ahí. Pude apreciar que unas veces el objeto se sentía muy solido y frío; y otras maleable, a veces su temperatura cambiaba, unas veces se sentía tibio y otras verdaderamente caliente.
    Me ganó la curiosidad.
    Busqué un sitio en la calle, al margen de el paso de los transeúntes para ver qué pasaba con este objeto.
    Lo saqué y me puse a observarlo.
    Pues sí, definitivamente era una forma de cerebro, tenía la coloración del cerebro. Lo encerré completamente en la palma de mi mano para ver si variaba su temperatura y sucedió algo asombroso. Empecé a escuchar lo que iba pensando un hombre que, de manera circunstancial, pasaba frente a mi vista. Hice una prueba y fijé la vista en una mujer. Sucedió: escuché o me enteré de sus pensamientos. De esta mujer pude conocer al instante pasajes e imágenes de su vida.

    ¡Estaba tan asombrado!... ¿Qué era esto?

    Me puse a pensar en el hombre aquél.
    ¿Lo habrá olvidado?
    Caminé apresuradamente hacia el jardín más cercano, una vez ahí busqué una banca solitaria. Di rienda suelta a mi curiosidad. Observé a cada individuo que cruzaba frente a mí mientras apretaba suavemente el objeto con mi mano.
    Las imágenes estaban ahí.
    Todo cuanto quisiera saber de ellos acudía de inmediato a mi mente.
    Un sujeto que estaba parado cerca de mí era ladrón, esperaba por una víctima propicia. Otro que cruzó caminando apresuradamente: era un hombre autoritario, vi su desempeño en el trabajo, en su casa.
    Una anciana apareció por la vereda del jardín. Sentí todos los dolores de su cuerpo. Descubrí que el ladrón la había escogido como víctima; sin embargo yo pude saber que la mujer no traía mucho dinero, unas cuantas monedas y muchas medicinas en su bolso.
    Me levanté de mi lugar y fui a su encuentro. Cuando vio que yo iba directamente hacia ella pude sentir que se llenaba de pánico, sentí sus latidos apresurados y un fuerte dolor de cabeza.

    "Cálmese señora -pensé-, trato de ayudarla".

    La mujer sintió mi pensamiento, se tranquilizó, me sonrió. Caminé al lado suyo y cuando pasamos cerca del ladrón me di cuenta que éste ya ponía su mirada en otra víctima. Nos miró con indiferencia sin dejar de manifestar dentro de sí algún disgusto. Lo supe.
    Lo volteé a ver y con la mirada le di a entender que lo sabía todo de él.
    Se sintió al descubierto y reaccionó instintivamente, se echó a correr.
    La anciana se quedó sorprendida.
    - Es un ladrón -le dije-, la iba a asaltar.

    Escuché su pensamiento.
    -"Pues no se hubiera llevado nada, pastillas y unas monedas".
    Nada dijo, solo se me quedó mirando.

    Cuando se terminó la vereda y llegamos a una glorieta donde estaba ubicada una fuente me despedí de la mujer. Pensé en obsequiarle unas monedas pero el historial de su vida, puesto ante mi vista, me dijo que eso sería una ofensa para ella.

    Han pasado unos días y he descubierto las múltiples facetas que tiene este objeto.

    Ya aprendí que no es necesario que lo sujete fuertemente en la palma de mi mano para que pueda acceder a sus facultades.
    Esté donde esté, solo tengo que relacionarme con él mentalmente y pensar bien en qué deseo usar sus privilegios (no encuentro otra forma de llamarle a los que sucede).
    He descubierto que además de conocer todo el contenido de la memoria de quien desee, puedo hacerlos cambiar de opinión. Puedo hacer que una persona no mienta cuando la veo, y puedo ver la interconexión que hay entre sus ideas y las funciones corporales de su cuerpo. Me he dado cuenta también que algunas dolencias mías han desaparecido al mero deseo expreso de que así fuera.
    La primera vez fue (digamos) accidental: un dolor de rodilla leve, y el deseo inmediato que que se me quitara. Cesó. No me explico cómo pero sucede. Objetos aparece a mi voluntad. Fue un experimento. Pensé en un metrónomo de cuerda antiguo, uno que vi en un catálogo de antigüedades. Y al instante estuvo ahí.
    He pensado en tantas posibilidades... bueno, ya iré poco a poco aprendiendo sobre sus "cualidades" antes de que desaparezca por completo, porque algo está sucediendo que no había previsto, o imaginado siquiera. El objeto tenía el tamaño de una nuez cuando lo encontré; ahora tiene el tamaño de una canica. Cada vez que descubro alguna de sus cualidades, se reduce más y más de tamaño.
    Otra cosa está sucediendo. Durante la noche siento que mi cabeza se entume, como si se congelara, siento un pequeño dolor, similar al que se siente cuando se come un helado, y éste accede al cerebro vía el paladar.

    Cuando me miro al espejo me doy cuenta que algo está pasando en mi cráneo, se ve ligeramente deformado, más ancho en la parte superior y un bulto está surgiendo en la parte trasera. Un alargamiento desde la frente hacia atrás por sobre el bulbo raquídeo. Pienso que tiene relación con la disminución del volumen del objeto, quizá se esté materializando, tal como era, dentro de mi cerebro.
    No me importa lo que suceda. Es una experiencia que deseo realizar.
     
    #1
    Última modificación: 22 de Septiembre de 2012
  2. MP

    MP Tempus fugit Miembro del Equipo ADMINISTRADORA

    Se incorporó:
    29 de Diciembre de 2004
    Mensajes:
    17.293
    Me gusta recibidos:
    1.416
    Género:
    Mujer
    Un relato interesantísimo, surrealista y original. Al principio, pensé que iba a ser cuasi político o que ibas a hablar de la autodestrucción a la que nos llevan las religiones, tan de moda últimamente), pero no, el tema cobró vida propia, independizándose de ti, tornándose fantástico (anque tú siempre eres fatástico) y enlazando así con el inicio del relato a través de una idea que quizás sea la más ambiciosa de todas: saber lo que piensan los demás y ser capaz de intervenir en su provenir o en su ¿destino? y en el propio. Qué genial sería eso, sobre todo si dicha fuerza o facultad se dirigiese siempre al bien... Lo malo es que muchos se las ingeniarían para obtener otras ventajas y otros provechos, en beneficio propio y en perjuicio ajeno. ¿No te daría miedo que esa bolita estuviera en poder de personas asï o de gobiernos o de religiones...?


    Un beso siempre cercano
     
    #2
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

    Se incorporó:
    3 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    5.147
    Me gusta recibidos:
    666
    Género:
    Hombre
    Jefa. Gracias por andar por aquí, leer y opinar. Sí, es un juego mañanero. Mientras tomo mis cafés matutinos le tecleo directo al procesador de palabras de Mundo Poesía un "a ver qué sale" y van saliendo cosas interesantes. Unas veces dan para mucho y otras se vuelven breves.

    Aprovecho para avisarte que el día de ayer la RAE publicó la Guía para escribir en internet y las redes sociales, previniendo quizá, la integración habitual de anglicanismos dentro de nuestro idioma.
    Ahí te dejo la liga
    :

    http://www.fundeu.es/noticias-artic...ion-del-manual-escribir-en-internet-7186.html
     
    #3
    Última modificación: 21 de Septiembre de 2012

Comparte esta página