La otra hija de la vida

La otra hija de la vida

Las patatas estaban en línea, y aunque de forma aleatoria, había grandes y pequeñas, la piel de todas era la misma: amarilla.

Isabel y Eduardo eran hermanos. Eduardo muy peludo, mujer Isabel, tenían otro hermano de padre, llamado Expósito, cuya madre, de un pueblo tan largo como su lengua, se marchó un día de primavera expulsada del Edén. El padre se llamaba Torneado, la madre de Isabel y Eduardo, Belén. Ella era el nombre de ella y él era un hombre de fe. Todos tuvieron un hijo que fue llamado Poder, dinero de plazo fijo que dispone de su interés.

Eduardo tenía cien años y fue al pueblo de Ella en busca de un banco cualquiera y no encontró más que una muestra que demuestra que es ramera, femenina la mujer; y el cabrón como cualquiera, que es el banco con su sed, es Depósito que fuera por Expósito deber. La herencia heredada por Eduardo e Isabel era deuda derramada sin seguro, encajonada esperando el gran amén.

Todas fueron cortadas en mitades parecidas, y al cortar su carne magra, de la sangre aborrecida, en el corte Ella estaba sin la madre despedida. Pero el banco no se opone a ese gen; descolorida, aprendió el color amable en el Edén de la salida. Se llevó así la pena del poder que nos domina, a unos pronto y a otros tarde, amarillos, pero en línea.

Las hay de nariz desmedida, las hay de ojos profundos, las hay de tumores perdidas, las hay de sabores conjuntos. También las hay resabidas y algunos menús son de culto con las patatas cocidas al gusto que prueban los gustos. No hay patata escondida que tenga más fe que el disgusto. Cuando es patata podrida de edenes están los crepúsculos. Quien tenga patata medida es sabio en patatas abiertas, resuelve todos sus músculos y sabe que ingratos en vida reciben mal los sepulcros, que son los grandes poderes, reunidos los campos oráculos entorno que rueda en los súrculos.

Ahora hay patatas de muchos colores, y vivas; aunque siempre las hubo, las patatas son Dolores, la otra hija de la vida.

 

En la bodega, las papas ( mejor conocidas de éste lado del mundo) Tienen cambio físico... Y los martes y los jueves, están a 7.90 ( 8.00 pesos mexicanos) Es un precio bajo para ser la crisis que es... Yo lo he pagado y he comprado como 6 kilos...

Eduardo se llama mi esposo... Y yo me llamo, Alejandra, supongo, porque, últimamente, he tenido muchos nombres.

Y el único que me dice Daniela, es Giovanni, el auxiliar de caja general... Supongo que es porque le gusta más ese nombre que, el primero.

 

¡Fantástico! Me has respondido con un microrelato... Un abrazo con patatas, jajajaja saludos