Remordimiento

Los rostros espectrales recorren los pasillos de mi mente, me sucumben sus gritos, sus dolores recorren mis venas, sus lágrimas afloran mis mejillas, siento sus texturas afelpadas e inertes acariciando mi cuerpo. Hay momentos en que mi alma dice basta y emerge, en esos momentos mi cuerpo sin alma se queda al amparo de ellos. Temor al grado de un pánico absorbente me eriza la piel, no puedo dormirme. No debó, el insomnio es mi adepto compañero perpetuo en esta cruzada. No me dejan descansar en paz.

Paz es lo que no tengo, pues ellos siempre están. Se agazapan como si mi mente fuera su morada. Me cuesta tanto redimirme, de ellos no se puede escapar…
En la penumbrosa noche parte mi alma, y mi cuerpo nefasto se acurruca en la oscuridad esperando la alborada. Sin motivo aparente para respirar ya que con la aurora, ellos se dispersan y mi alma regresa finamente por un escaso rato ha reposar.
Los días trascurren y las pesadillas recorren los íntimas partes de mi cuerpo. Sus lenguas se mezclan en mis oídos, sus ojos son los míos, dolor y ardor, es agobiante el sufrimiento, la boca se me anula a quién se lo cuento…
A nadie, pues sería mi sentencia, tal vez me canonice, me eleve a las alturas, pero no puedo porque me doy cuenta que no hay sepulcro digno, al retorcijo del alma. Mi camarada nocturno, el insomnio, que me consume en vida. Lamentos, quejidos ensordecedores, me desquician la mente, ya no puedo más mi único consuelo es que no me persigan en el más allá…

Y finalmente cuando pienso que mi consuelo he perdido…
Me agazapan nuevamente, me muestran su perturbadora elocuencia, ellos deambulan igual que yo…
Almas vagantes y en pena, ellos quieren su clemencia…
Clemencia ni de ellos, ni mía, al arrimo de mi regazo…
Clemencia que brota de mi mano, y se me escapa entre lamentos, clemencia y ni piedad a los hechos, por mi alma inocua sin ver mi cuerpo aparente.
Alma inocente y cuerpo delincuente, no conduela en la caridad divina…
Y eso es todo, me elevo entre lamentos eternos, ellos y yo sin la más inmutada clemencia

 

Hermoso Danie. Mi insomnio también es mi compañero. Me ha gustado leerte, muchas veces yo también he escrito así pero no tan genialmente como tú. Abrazos y cuídate. Todo un placer es estar aquí.

 

gracias Tinne , gracias por tu reputación también me alegro que te guste

En la noche somos estrategas, de nuestras fuscas tropillas de los más infinitos deseos de la pasión…

 

Es una prosa muy viva, profunda y bien narrada, Don Danie. Un placer haber pasado y saludarle.

 

Tus emotivas letras me acercan una sentida angustia que deja ese recorrido de rostros espectrales que no tienen descanso en tu existir, pintas una escena con una intimidad y gravedad asombrosa por las imágenes bien logradas para expresar tu tema yte felicito por ello, me ha gustado mucho, abrazos grandes.

 

la clemencia a veces nos toca de frente, saludos

 

[FONT=&quot]Antes que nada, mis disculpas por la tardanza, pero, una mente con Oxycodone, vive su propia realidad, y el olvido es parte de ella. Tus letras me transportaron a un tiempo dificilísimo en mi vida; la guerra había terminado, salí a un exilio voluntario, pero los recuerdos, los horrores vividos me siguieron y atormentaban mis noches. Mi mejor amigo es de los desaparecidos, y por mucho tiempo, en mis sueños me acosaba su presencia, hasta que un día, decidí confrontarlo, sabía que era un sueño y que él, a estas alturas presumiblemente muerto, aun así, me acerque a él, charlamos, lo escuche tocar su guitarra, y al despertar, sentí alivio, sabe que danie, nunca más, volví a sonar con él. Su nombre Elvin Zelaya Ortega, todo eso trajo su escrito. Gracias por compartirlo, quizás le toca a usted, confrontarlos, para hacerlos menos temibles.
[FONT=&quot]Abrazos
[FONT=&quot]Chepeleón

 

Me gusto mucho un saludo.