Muerto en Vida

Estoy parado mirando hacia una pared,
La he venido mirando por años,
La toco,
La estudio,
La analizo.


La pared es muy larga,
Camino observando con detalle,
A veces paso por alto algunas partes y solo sigo de frente.


De vez en cuando encuentro grietas nuevas,
Las toco,
Las estudio,
Las analizo,
Luego sigo caminando.


Recuerdo años atrás,
Cuando no había muro,
Caminaba por todos lados,
Olía las flores,
Subía los árboles,
Corría entre la hierva.


De pronto alguien me enseñó que existía un muro,
Un muro que delimitaba los alcances de mi vida,
No se como no lo vi antes,
Pero desde entonces no lo dejo de ver.


El muro ha ido creciendo,
Eso es normal,
En un principio podía cruzar al otro lado de un salto,
Más adelante solo podía cruzar con ayuda de otras personas,
Ahora no puedo,
El muro es muy alto,
Es imposible cruzarlo.


A mi costado pasa un amigo:


- ¡Hola!
- ¡Hola René! ¿Como estás?
- Ahí... (No despego la vista del muro)
- ¿Sigues queriendo cruzar?
- ¿Recuerdas la última vez que saltamos al otro lado?
- Como olvidarlo, fue el mejor verano de toda mi vida.
- ¿Por qué no lo volvemos a hacer? Llamamos a todos, traemos una soga...
- ¿Ya qué sentido tiene? Fue paja, sí, pero ya está muy alto. Es normal, creces y el muro crece contigo, la vida es así y no podemos hacer nada al respecto.


Un nuevo tramo del muro empezaba a crecer entre nosotros...


- ¡Espera! ¡No es imposible! (En el fondo sentía que lo era).


El nuevo muro lo tapó por completo, yo miré hacia otro lado y seguí caminando.
Conforme caminaba recordaba las veces en las que dijimos que juntos podíamos hacer cualquier cosa. Él era el único que quedaba dentro de mi lado del muro,
Ya no tenía a nadie.


Completamente solo,
Puse mi espalda contra el frío muro de piedra,
Me senté y encogí mis piernas,
Recordé los días en que todos corríamos a los lados del muro,
En esa época no pasaba del metro y medio,
Lo saltábamos,
Nos sentábamos sobre él,
os daba sombra cuando el sol era muy fuerte.


Recordé también que en algún momento no era tan firme,
Un día le hice un hueco para cruzar a la casa de una chica,
Esa noche fue mi primer beso,
Recuerdo haberle hecho algunas grietas también en medio de algunas conversaciones,
Ahora es raro ver grietas,
Y cuando las veo ya no les doy mucha importancia,
No tanta como antes.


El muro ahora es gigante,
No deja pasar la luz del sol,
Me hace sentir pequeño,
Tal vez él tuvo razón, no tiene sentido querer cruzarlo de nuevo.


...


- ¿Hola? ¿Estás dormido?


...


Abro los ojos súbitamente,
Veo a ambos lados, estoy solo,
Me levanto, me dispongo a caminar.


- ¡Espera!


Volteo a diferentes lados y no veo a nadie,


- ¡Aquí abajo!


A los pies del muro había un pequeño hueco,
Pego mi cabeza al piso e intento mirar a través de él,
No logro hacerlo y me empiezo a sentir ridículo.


- ¿Por qué estas solo? ¿Donde están tus amigos?
- Cada uno ha ido por su propio camino y el muro nos ha separado.
- ¿Y por qué no los buscas?
- El muro es muy alto, no puedo cruzar a verlos.
- ¿Si le haces un hueco?
- Es muy duro, no va a ser posible.
- Esas solo son excusas, ni siquiera lo intentas, además tengo a muchos amigos acá que podrían ayudarte.
- Si crees que pueden diles que vengan.
- No siento confianza en tus palabras, así no va a funcionar.
- No bromees conmigo, si no me quieres ayudar vete entonces.
- Te ayudaré si te dejas ayudar.
- Entonces ayúdame.
- No me convences, necesitas soltar tu orgullo.


Sus palabras me hacían enojar, pero por alguna razón sentía que él podía ayudarme. Así que respiré profundo.


- Discúlpame, en serio necesito ayuda (sentí un nudo en la garganta), me siento solo, ayúdame por favor.


Entonces, una pequeña grieta se formó frente a mis ojos, una pequeña franja de luz de filtraba por ahí.
- ¿Cómo hiciste eso? Le pregunté.
- ¿Yo? Yo no hice nada. Ahora mis amigos están viniendo, espera.
- Está bien.
- ¿Como te llamas?
- René (la grieta creció un poco)
- Qué curioso.
- Por qué?
- ¿Conoces el significado de tu nombre?
- No, ¿tú sí?
- ¿Cuantos años tienes?
- No me has respondido. Tengo 25 (una segunda grieta surgió perpendicular a la primera).
- ¿Yá están llegando tus amigos?
- Espera un poco, cuéntame como fue la última vez que estuviste de este lado del muro.
- ¿Para qué?
- Quiero saber, cuéntame.
- Bueno, nos alejamos bastante del muro. Fuimos hasta las montañas de al fondo, acampamos ahí.
- ¿Se divirtieron?
- Fue el mejor verano de toda mi vida. ¿Tú como haces para cruzar al otro lado?
- Yo vivo de este lado, solo cruzo los muros de otras personas para visitarlos de vez en cuando.


Entonces, las dos grietas perpendiculares se cruzaron y cayeron unos pequeños pedazos de piedra al piso, desprendiendo partículas de polvo al viento. Me quedé callado unos minutos.


- ¿Qué edad tienes?
- 30.


Más pedacitos de piedra cayeron al piso.


- ¿Como haces para vivir de ese lado solo? ¿No te da miedo perderte?
- ¿Perderme? Prefiero perderme a quedarme encerrado.
- No te creo.


El muro se volvió a cerrar totalmente, una pequeña nube de polvo se levantó y me quedé solo de nuevo.


Por algunos eternos minutos permanecí en silencio. Las últimas palabras de aquel chico retumbaban en mi cabeza.


Sentí miedo. Se formó un nuevo nudo en mi garganta, me paré y me pegué al muro.


- ¡¿Sigues ahí?! ¡Necesito tu ayuda, ven por favor!


Grité mientras golpeaba el muro.


- ¡Ya no quiero estar aquí! ¡Te necesito! ¡Te creo, es solo que nunca antes había considerado esa posibilidad!


Dos grietas perpendiculares se empezaron a formar frente a mis ojos, otras más pequeñas se cruzaron con las dos primeras y unos pequeños pedazos de roca cayeron del muro, dejando una franja, a través de esta se veía la cara de un joven. Su sonrisa inspiraba paz, sus ojos reflejaban luz.


- Ya lo estás viendo (dijo el chico).
- Gracias a Dios sigues aquí.
- ¿Ahora confías en mí?
- Sí.


Nuevas pequeñas grietas empezaron a cruzarse entre ellas, varios pedazos diminutos de piedra cayeron al suelo.


- ¿Como estás tan seguro de que podremos romper este muro?
- Porque sé que eres capaz, mira cuanto has podido destruir tú solo.


Miré a ambos lados, un escalofrío recorrió mi espalda cuando me di cuenta, habían grietas a lo largo de todo el muro. Con una sonrisa empecé a llorar.


- ¿Ahora vez que es posible?
- Sí.
- Entonces, necesito que grites que quieres ser libre, confía en mí.
- ...
- ¿Listo?


Dudé un segundo.


- Sí.
- ¡Grita!
- ¡Quiero ser libre!
- Necesito que grites más fuerte.
- ¡¡Quiero ser libre!!


El muro se agrietaba un poco más y pedacitos de piedra caían al piso mientras el viento se llevaba el polvo. Mi cuerpo era recorrido por una emoción que no había sentido en mucho tiempo.


- ¡Ahora grita con todas tus fuerzas que vas a ser libre!
- ¡¡Voy a ser libre!! (El muro temblaba un poco, perdía estabilidad)
- ¡¡MÁS FUERTE CARAJO!! (Dijo golpeando el muro)
- ¡¡¡¡VOY A SER LIBRE!!!!


De pronto, mientras golpeábamos el muro con fuerza, miles de personas salieron de muchos lados distintos con martillos, mazos, piedras, tubos y se pusieron a golpear el muro gritando. Una pared de humo se levantaba al frente mío y muchos pedazos de piedra caían al piso.


- ¡¡¡VOY A SER LIBRE!!!! ¡¡¡VOY A SER LIBRE!!!! (Gritaba)


El muro se desmoronó frente a mis ojos, el polvo fue poco a poco disipado por el viento, la luz del sol me bañaba con su calor, poco a poco pude ver las montañas, el río, los árboles, las aves y la cara de todas esas personas que me ayudaron, todos se veían contentos, con energía, brillando.


Una felicidad llenó mis ojos de lágrimas,
Me puse a saltar,
A gritar,
De pronto un pequeño pedazo de muro volvió a aparecer.


Miré al chico que me ayudó a los ojos,
Él sonreía.


- Así es, el muro volverá a crecer.
- ¿Entonces que sentido tiene? (El muro creció un poquito más)
- Este lado del muro es la vida que deseas, una vida sin límites, mientras sigas viviendo tu vida como quieres vivirla el muro no te volverá a tapar.
- ¿Cómo puedo hacer eso?
- Puedes empezar sintiendo, buscando lo que realmente quieres para tu vida y solo hazlo, sin ponerte límites, sin justificar tu mediocridad, superando tus miedos.
- Quiero que mis amigos salgan de sus muros también.
- Solo podrán salir si se dan cuenta de que quieren salir, puedes apoyarlos a darse cuenta, pero no podrás sacarlos por tus propios medios.
- ¿Qué puedo hacer por ellos entonces?
- Lo que yo hice contigo: búscalos, háblales, escúchalos, dales de tu tiempo.
- Gracias por todo.
- De nada, dijo el chico con una sonrisa.
- ¿Cual es tu nombre?
- Yezid.


Entonces él se levantó y se fue caminando junto con todas esas personas.


- ¡Espera, quiero ir con ustedes!
- Llámame cuando me necesites, tienes un objetivo acá. Nos vemos


Y los vi alejarse hacia el horizonte. Viviendo, amando, sirviendo.

 

bienvenido al portal ! toda una obra intensa e interesante, se ve tu amor por la literatura, escribes linea tras linea de manera muy introspectiva, analizante y cuidando detalles, este es el lugar ideal para exponer tu talento que atrapa de principio a fin

saludos cordiales

 

Gracias por tus comentarios Maldonado!

 

Una historia que se me hace muy conocida... Será porque todos pasamos por esto alguna vez, todos recibimos ayuda de una mano amiga, por más imposible que pareciera,
y todos, debemos devolver aquello que nos han enseñado...
Así es como avanzamos todos juntos, rompiendo muros.
Grato, muy grato leerte esta obra.



- ¡Espera, quiero ir con ustedes!
- Llámame cuando me necesites, tienes un objetivo acá. Nos vemos
Y los vi alejarse hacia el horizonte. Viviendo, amando, sirviendo.