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El bus número 34.

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por elissp, 17 de Marzo de 2014. Respuestas: 3 | Visitas: 807

  1. elissp

    elissp Poeta recién llegado

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    El olor a canela recorría mi mente mientras esperaba a que llegara el bus; despojada momentáneamente de ideas lo único que quería era llegar lo más pronto posible... El sol calcinaba lentamente mi piel que despojada de protección lo único que podía hacer era buscar la manera de refrescarse; privada de sombra solo podía protegerme con mi mano en una especie de sombrero improvisado. Minuto tras minuto, no podía concentrarme en nada mas que no sea llegar. Ya eran las tres de la tarde, habían pasado ya media hora desde que salí de casa y mis pies ya habían tomado juego en la partida: no dejaba de ir de lado a lado, miraba una y otra vez el reloj esperando que los minutos permaneciesen constantes.

    El bus número 34 llego alrededor de las tres y cuatro de la tarde, las personas a mí alrededor se alborotaron por intentar subir y yo me encontraba sumergida en la carrera. No podía permitirme el no subir al bus, tenía que conseguirlo de alguna manera; Me apoye como pude de los barandales y abriéndome paso me senté en uno de los últimos puestos casi jadeante por el esfuerzo, el sudor ya comenzaba a recorrer mi frente después de esta maratón que me dejo cansada como nunca antes. El ambiente era denso, el calor que se encerraba no dejaba respirar con el bus completamente lleno, el ruido de las personas era molesto pero trataba de ignorarlo. Todas esas personas con sus preocupaciones con sus vidas tan ajenas a la mía no me importaban en lo absoluto, yo solo quería llegar lo más pronto posible. La ventana del bus no lograba controlar mis ansías de llegar, miraba a todos lados, mis piernas temblaban, y mi rostro tenía un aspecto cansado, no pude controlar mi sueño y me quede dormida sin darme cuenta.

    Cuando desperté me encontraba completamente sola, nada a mi alrededor solo el agua que corría por las ventanas, supongo que fue el frío él que me despertó, pase de tener demasiado calor a que todo a todo mi cuerpo le recorriera un frío insoportable; mire a todos lados tratando de encontrar una explicación al porqué de encontrarme tan sola, lo primero en lo que pensé fue en descubrir el lugar en donde me encontraba. Mire varias veces por las ventanas con la cabeza muy apegada al vidrio, mas no podía ver absolutamente nada, ¿En dónde me encontraba? ¿Y si me quede dormida demasiado tiempo? ¿Qué haría sin nada de dinero? -me subí al bus con el dinero justo pero esa no era mi mayor preocupación- El bus estaba estacionado y completamente vacío incluso el chofer del bus no estaba allí, lo que me hizo pensar que habíamos llegado a la parada y el chofer se había bajado a descansar o algo parecido. ¿Pero, por qué no me levanto? ¿A dónde había ido?, a mi alrededor solo la lluvia y en mi reloj eran ya las seis y media de la noche.

    Mi preocupación en aumento hizo que baje de inmediato del bus, no me importo la lluvia que caía a raudales; mire a todos lados y solo pude observar una estación de servicio; sin embargo nada de esto me era conocido... La lluvia seguía en aumento y la sensación del agua recorriendo mi cuerpo hizo que corriera de inmediato hacia la tienda, para mi sorpresa la puerta se encontraba cerrada. La oscuridad se mesclo con la lluvia en un pésimo escenario que me absorbía por completo. -¡Un teléfono! Me dije, mientras intentaba calmarme, era un teléfono público, corrí inmediatamente y busque en mis bolsillos algo de dinero, un golpe frío llego a mí, me encontraba sin una sola moneda; la salvación se encontraba frente a mí y también se alejaba sin previo aviso, como hubiese querido hacerle caso a mi mamá cuando me dijo, - lleva algo de dinero, tal vez lo necesites. Caí de golpe sobre mis rodillas no podía creer lo que me estaba sucediendo, me encontraba completamente sola en un lugar desconocido, mis lágrimas se mesclaban con la lluvia en un intento de explicarme lo que estaba pasando. Llovía cada vez más fuerte y mi único medio de comunicación estaba fuera de mi alcance, mi ropa completamente mojada y los temblores ya se habían apoderado de mi cuerpo, tenía que hacer algo y lo tenía que hacer de inmediato. Volví corriendo hacía la tienda, mire por todos los lugares tratando de descubrir algo, pero nada. Estaba desesperada y mi corazón latía muy rápido, nuevamente caí sobre mis rodillas, me senté en el suelo mojado como esperando a que algo ocurriere pero absolutamente nada paso. La lluvia continuo su curso, alternando estruendos en cada momento, el suelo mojado hizo que me encogiera tomando mis piernas con los brazos, en ese instante empecé a rezar, recordaba y repetía cada una de las oraciones que mi mamá me enseño, pero nada pasó. !La lluvia y los estruendos continuaban! Había pasado ya veinte minutos desde que baje del bus. Decidida a cambiar mi situación busque algo que me ayudase a romper el vidrio y poder entrar a la tienda; busque por todos lados pero nada, mi situación era pésima y la oscuridad era cada vez más densa, apenas podía ver.e me ocurrió entonces usar el auricular del teléfono para romper el vidrio de la puerta me costó algo de esfuerzo pero al final lo hice, moví los vidrios como pude, abrí la puerta y casi de inmediato me encontraba adentro.

    Lo primero que hice fue intentar prender la luz (que afortunadamente después de tantas desgracias se prendió sin mayor esfuerzo), mire por todos los lugares buscando un teléfono sin embargo no lo encontré, nuevamente estaba despojada de la esperanza de poder llamar a casa, después busque algo que me sirviera para calentarme, pero lo único que pude encontrar no era más que un viejo abrigo -tal vez del dueño-, me saque la ropa mojada y me lo puse enseguida. Mi cuerpo aun temblaba pero se calentaba poco a poco, por el momento me estaba fuera del alcance de la lluvia. La tienda era algo pequeña, tenía únicamente cosas indispensables. Tome algunas galletas y jugo de los estantes con lo que me arme una cena improvisada; para ese momento mi reloj marcaba las siete y trece de la noche, comí lo mejor que pude y tratando de darme ánimos me decía, por lo menos no moriré de hambre. Sin embargo recordaba que en esa misma tarde había probado un pan con canela, cuyo olor se había impregnado en mi mente lo que me recordó que me encontraba en un lugar distante de casa. Aún seguía sin entender que era lo que había pasado, todo esto debía tener alguna explicación. Mire por la ventana y la lluvia continuaba, la única luz que existía era la luz de la tienda, aunque no podía ver mucho con tanta lluvia. Sin darme cuenta se me había olvidado por completo el motivo por el que me subí al bus: A esa hora tenía que estar en casa de Gabriela para terminar el proyecto de ciencias, pero ahora eso ya no importaba. Después de comer me dedique a pensar en todas las posibilidades, mas ninguna calmaba mi ansiedad, así pase varios minutos en una meditación interior; poco a poco el sueño se fue apoderando de mí y arme una cama con trapos que encontré en la tienda. Los parpados me pesaban cada vez más y al final caí en sueño profundo con la única idea en mi mente de encontrar la manera de volver a casa.

    Me levante al siguiente día; el vidrio de la puerta estaba cambiado como si nada hubiese pasado, mi sorpresa fue grande cuando vi que todo estaba en su sitio nuevamente, incluso yo llevaba mi ropa puesta que ya se había secado. El abrigo en su lugar y los estantes arreglados, me pregunte si alguien había estado allí; estaba completamente desconcertada, la idea de que alguien me había cambiado por la noche me horrorizaba... Salí rápidamente, afuera todo estaba seco. El teléfono que el día anterior use para romper el vidrio estaba intacto, mire para todos los lugares pero no existía absolutamente nada alrededor, no habían montañas ni arboles todo era un desierto, era arena por donde se mirase, incluso el bus había desaparecido, aparte de la estación de servicio parecía que solo existía una calle de asfalto que se extendía hasta el horizonte por ambos lados; en el cielo no se veía una sola nube, solo se apreciaba un color verdusco acompañado de un amarillento sol, solo escuchaba el ruido que yo misma provocaba al caminar, "no se escucha a las aves ni a los insectos", me decía. Mientras caminaba lentamente , incluso el ruido del viento había desaparecido, desde que llegue a este lugar solo escuché el ruido de la lluvia acompañada de interminables truenos; pero ahora absolutamente nada, !como si la vida se hubiese desvanecido!, grite muy fuerte tratando de encontrar una respuesta y ni siquiera un eco de mis gritos respondió. La desesperación se apodero de mí, empecé a correr angustiada en todas las direcciones, pero el paisaje se mantenía constante: Todo permanecía en un silencio que empezaba a molestarme. Cuanto hubiese querido escuchar incluso el ruido de aquel niño molestoso del bus.


    Decidí regresar a la estación -pues había corrido mucho- y no la veía por ningún lado, fue entonces cuando me dije, "esto debe ser una sueño y nada más". Me pellizque muy fuerte en un intento de despertar de aquella pesadilla, pero solo un dolor intenso recorrió mi cuerpo. Nada a mi alrededor solo arena por todas partes ya no lograba ver la calle de asfalto, mire al reloj, era las nueve y treinta de la mañana, el hambre me llego de repente, pero ahora ya no tenía nada que comer. Desesperada empecé a correr nuevamente: recorrí ese desierto durante horas hasta que en momento de suerte pude divisar lo que parecía el asfalto. Corrí lo más rápido que pude cuando llegue me di cuenta que aunque había encontrado la calle sería difícil saber qué dirección tomar, solo se veía el horizonte, no tuve otra opción que caminar siguiendo la calle con la esperanza de llegar en algún momento a la estación de servicio. Eran ya las dos de la tarde cuando el cansancio me hizo tomar la decisión de recostarme sobre el pavimento para descansar, mil pensamientos se manifestaron en mi sueños, las imágenes se proyectaban en una forma desesperada, los recuerdos jugaban con mi mente, proyectándome una película extraña, hasta que en cierto momento del sueño logre divisar la estación de servicio. Sentí como un jalón en mi pierna lo que hizo que me levantase de inmediato, mire desesperad-amente todo el lugar pero una niebla espesa se había apoderado de todo, trate de encontrar a la persona que había tomado mi pierna: grite muy fuerte tratando de encontrar una respuesta pero nada sucedió. Después de algunos minutos mientras caminaba pude divisar una luz tenue que se veía a la distancia, era la estación de servicio, estaba allí esperando por mí, corrí lo más rápido que pude, cuando llegue la situación se repetía la puerta cerrada no me permitía entrar, a excepción de la lluvia todo se repetía, tome nuevamente el auricular del teléfono, rompí el vidrio y entre nuevamente. Afuera solo una neblina espesa, mire al reloj y eran ya las cuatro de la tarde, el hambre me obligo nuevamente a emprender la búsqueda de alimentos, al igual que el día anterior comí unas cuantas galletas acompañadas de jugo. Cuando terminé de comer recorrí toda la tienda en busca de algún entretenimiento pero solo encontré un viejo rompecabezas; el cual repetía una y otra vez. Serían las seis de la tarde cuando empezó a llover nuevamente, los estruendos volvían y yo me ocultaba de ellos en la estación de servicio.

    Los días que siguieron, no tenían mayor variación: por las mañanas se podía observar el cielo verdusco con un sol intenso, en las tardes la niebla cubría todo el lugar terminando con una torrencial lluvia en las noches. Poco a poco me fui acostumbrando a ese ambiente, en la mañana nuevamente todo se encontraba en su sitio y yo ya no me alejaba de la estación de servicio, esa tienda era todo para mí, se había convertido tanto en mi salvación como en mi prisión. Cada día recordaba a mi familia, mis amigos, incluso a esas personas que tantas veces quise ignorar, añoraba escuchar algo de ruido, el silencio me estaba volviendo loca; también recordaba que siempre quise tener algún tipo de aventura y estar lejos de casa pero no lo quería de esa manera. En una noche que no parecía diferente a las demás creí ver algo afuera, salí corriendo -no me importo la torrencial lluvia, ni siquiera me importo alejarme de la tienda-, lo que veía me sorprendió de repente: era el bus número 34, estaba allí frente a mis ojos, no lo podía creer, subí rápidamente pero nadie se encontraba allí, el bus estaba completamente solo. Sin chofer, ¿cómo volvería a casa?, y si lo hubiese, ¿cómo regresaríamos en un camino que no tiene final?, decepcionada baje del bus para refugiarme nuevamente en lo que se había convertido en mi nuevo hogar.


    Todas las noches salía a observar si llegaba alguien en el bus que aparecía minutos después de que empezaba a llover y desaparecía al comenzar la mañana; pero todos los días era igual nadie estaba en ese bus, muchas veces recorría mi mente la idea de que ese bus me llevaría a casa, pero al mismo tiempo tenía miedo de que me llevase a un lugar peor. Sin embargo un día tome la decisión subí al bus y permanecí allí hasta quedarme dormida, cuando desperté alguien me movía suavemente: era el dueño del bus. Mi alegría fue tremenda así que lo abrace fuertemente pero él me aparto, pensó que estaba loca. Baje rápidamente del bus; mi sorpresa fue mayor al quedar frente a frente con la estación de servicio; estaba allí frente a mis ojos, no lo podía creer, pero todo era diferente ahora. La tienda estaba llena de clientes y en mostrador se encontraba atendiendo una señora de unos cuarenta años de edad con el viejo abrigo que me había servido de cobijo, entre a la tienda me le acerque y la interrogué; todos me consideraron loca y la señora solo alcanzo a decir – así que eras tú. Fue lo único que me dijo y luego no me presto mayor atención, salí de la tienda jurando nunca volver a subir en el bus número 34. Cuando llegue a casa abrí la puerta desesperadamente, lo primero que pude ver fue a mi mamá que corrió a abrazarme, estaba desesperada y con los ojos en lágrimas -alcance a entender que estuve desaparecida alrededor de dos semanas sin que nadie diera razón de mí-, los días pasaron y me fui acostumbrando a los nuevos días, sin saber realmente que era lo que había pasado, nunca más volví a la estación de servicio por respuestas. Un día mientras caminaba por el parque encontré un aviso, "un chico había desaparecido", justamente mientras se dirigía a casa en la ruta del bus número 34.


     
    #1
    Última modificación: 10 de Julio de 2014
  2. Ro.Bass

    Ro.Bass Guau-Guau

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    Es un relato que engancha bastante, quieres llegar al final en busca de respuestas,
    mas el desenlace te deja ahí, a medio camino... Y eso está muy bueno.
    Me hiciste acordar a las broncas que me agarro con los relatos de Levrero...
    Te comes una hora o más y después... Nada, te dejó con un ¡¡¿y qué carajos pasó, lpqtp?!! jajaja
    Y se vuelve un vicio... En fin, no fue así tan para enojarse, pero conservaste el suspenso y eso está bueno.

    Además, tiene mucho peso psicológico, y es bastante interesante lo que se puede analizar
    tanto de los detalles como de la historia en sí...

    Lo único, son algunos tildes que te has comido, pero no es nada que distraiga al estar
    sumergida en la historia.

    Un placer leerte.

    Saludos
     
    #2
  3. elissp

    elissp Poeta recién llegado

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    Gracias por leer mi relato y sobre todo por darme pautas para mejorar, se que el descuido puede pesar bastante en el contenido de una historia, de ahora en adelante trataré de poner mayor atención...
     
    #3
  4. Ro.Bass

    Ro.Bass Guau-Guau

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    jajajajjajaja Lo siento! Es que me da gracia el contexto y la situación jajajajjaa

    Venga, que me ha parecido muy bueno el relato, no te he dicho nada para mejorar,
    pues en lo que es redacción, no veo nada qué mejorar...

    ¡¡Me ha gustado la obra!! Has logrado que llegue al final y me quede queriendo más,
    pensando qué pasó y analizando lo psicológico como dos días... Es lo que importa


    El resto, creo que cada uno evoluciona a su ritmo
    y estilo personal, nadie puede determinar qué es evolución en cuanto estilo
    más que tú. Y... La inspiración ya es algo más paranormal, no lo domina uno.


    Lo de la atención, no tiene nada que ver...
    No es igual que con poemas, una narrativa larga...
    Cuando escribes una historia la mente va más rápido que la mano,
    esta intenta seguirla y pues ya, ocurre que te comes o te sobra algo y demás...
    Para colmo, como es tu obra... Puedes corregirla 80 veces que siempre le
    encuentras algo, porque la conoces tan bien que en realidad no la lees, la repasas...

    En narrativa no corrijo, aviso, pues siempre se necesita de un tercero que
    nunca ha leído la obra, para encontrar esos detalles.
    Y bastante poco hay aquí que avisar.

    Si sabré yo de ello, una neurótica con las faltas y en las cuarenta correcciones
    siempre encuentro algo jaja ¡Bendita tecnología! jaja



    Saludos
     
    #4
    Última modificación: 21 de Marzo de 2014

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