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El Viaje

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Solaribus, 8 de Noviembre de 2015. Respuestas: 6 | Visitas: 1025

  1. Solaribus

    Solaribus Poeta veterano en el portal

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    Conozco bien esta época del año. Todo empieza a marchitarse de mil maneras diferentes.
    Es como si el frío hubiera desembarcado en el aeropuerto y poco a poco fuera tomando posesión de los campos, el bosque y los caminos, hasta llegar a la ciudad. Mi andar se resiste a esta presencia que en realidad es como un abandono.
    Temprano en la tarde, la claridad del cielo se desvanece en el horizonte.

    Un viento leve barre un cúmulo de hojas. Las levanta una y otra vez en pequeños remolinos. Las arrastra hasta molerlas. Es la hora en que las sombras caen como un manto sobre las viejas calles que dan al mar. La hora del rapto de las luces.
    En silencio, la noche ingresa en un viaje que la noche misma ilumina.
    Camino despacio, acariciando tu nombre en la voz de las primeras estrellas. Atravieso la arboleda que se reúne en torno a tu casa, y con el aliento helado llego hasta tu puerta. Está sin llave. Me pierdo en tus pasillos enrojecidos de penumbra. Sigo tu voz hasta encontrarte quieta y serena.
    Una filigrana de luna se cuela por las ramas, traspasa el ventanal y deja ver la palidez de tu piel.
    Los haces de luz huyen en tus contornos. Se esfuman al caer sobre tu cuerpo.
    Qué feliz parece la oscuridad al resaltar en el aire tu forma, como si fuera una herida sonriente.

    No me enteré cuando llegaste.
    Siempre dijiste que Lanzarote se parece a Mar del Plata. Que el Camino del Paza te recuerda a Camet (dos nombres extraños), y otras dulces mentiras por el estilo.
    Lo cierto es que tu curiosidad viajera siempre te está llevando de un lugar a otro.
    Esta vuelta fue más larga que otras. No sé qué fuiste a hacer a China. Te extrañé, te digo.

    Detrás del ventanal, la noche acentúa una sombra. Un espectro del que vengo huyendo.
    Tu abrazo, sin embargo, me calma.
    Tus pechos cavan en mí un espacio que le entrego a tu misterio. Mis sonidos se pierden en este resplandor que recrea el momento en que aún tiemblo por naciente y por frágil.
    Tu abrazo tiene el color de un estallido. Un brillo tan fuerte, que abre mis pulmones para recibir el aire.
    En mitad de la mente, tu abrazo extiende los recuerdos como una piel escrita.

    Un teléfono suena. Atiendo yo. Equivocadamente me dicen que tu vuelo se ha retrasado. Agradezco el llamado.
    Te tengo conmigo y nos reímos del error. Recuerdo tu risa cuando te explicaba que mi vida y la tuya coincidían en un boleto y un libro. Yo de colectivo y vos de avión. Yo de Arlt y vos de Cortázar. Los boletos siempre puestos de señalador y los libros los tenías que terminar de leer desnuda.
    Será por eso que volviste. Será por eso que vuelvo a tu piel perfecta. A detenerme en mitad de estos latidos, como un señalador.
    Tus pechos suaves sobre mí, son la caricia de un leve plumaje. Tu voz me llama y me sostiene entre dos abismos.
    Soy caos y boca que se abre. Palabra muda que suspira y bebe del principio y del fin.

    El teléfono sigue sonando. Ninguno de los dos atiende. Pero el sonido se va transformando en algo que me aparta, por momentos, de tu cuerpo.
    Te siento y no. Me diluyo en un mar que no comprendo. Un brillo me ciega. Una claridad infinitamente densa se yergue frente a mí, como si fuera un velo que cubre algo más hondo, más extenso, más alto.

    Caigo arrodillado, sin soltarte.
    Te insulto y te amo. Me hiciste mucha falta.

    Un soplo me roza, me regresa al instante en donde lo sagrado está a punto de hacerse presente.
    Pierdo el aliento en mitad de este salto infinito que es comprender tu naturaleza de mujer.
    Tu sonrisa se abre. Te reconozco en este gesto. Una verdad antigua se revela en el sentido de este momento mágico.
    Una luz nueva transparenta mi carne y tu carne. Las une. Contemplo mis venas unidas a las tuyas, azules y rosadas. El fulgor de las terminaciones nerviosas, como relámpagos rehaciéndome, sanándome.

    El teléfono cada tanto, quiere estropear este momento. Suena y suena, pero ya no tiene importancia.
    Me dejo recorrer por tus pechos y quedo extendido sobre el gemido de los dos. De repente soy tan sólo aquello que el calor de tu cuerpo suscita dentro de mí. Nuestro abrazo desnudo es como un tiempo que se está haciendo siempre a sí mismo. Tu belleza ocurre. Es un suceso en este inmóvil desierto de ojos cerrados, donde no existen marcas de manos apretando, ni el miedo a perder lo impronunciable. No hay lágrimas que intenten sellar ningún pacto. Ningún rito de consolación es necesario. Ya no existen grietas. Nada falta.

    Mi belleza renace de tu espíritu y el cuerpo es alma que sonríe en la palidez de tu beso.
    Ya no hay preguntas. Miles de voces van guardando mis recuerdos. Son sueños que llegan a destino.
    Todo se cumple en tus pechos que me rozan y se incrustan como afilados dardos amorosos. Todo se silencia y se guarda en cofres con su nombre grabado a fuego. Solo el eco de una imagen blanca, se replica como un timbre.

    Con una pasividad increíble me decís que de Amsterdan a Pekín son dieciocho horas y media de viaje. Eso es más del doble de lo que yo podría soportar sentado. Prefiero tu abrazo mudo y quieto a un asiento mullido, por cómodo que fuera. No envidio tus viajes ni tus lugares. Tus pechos son mi lugar en el mundo.
    Son el misterio que me hace comprender el primer estado iridiscente. La chispa prometida. El sentido de la forma que albergó la desnudez primera. La desnudez completa que el amor exige y la muerte devuelve.

    Tal vez el infinito espacio que el amor recorre y fecunda, sea una noche eterna, frágil y desnuda.

    El teléfono vuelve a sonar con fuerza. Atiendo fastidioso. Nuevamente me hablan de tu vuelo. Esta vez en inglés. Estúpidamente alguien intenta consolarme por no sé qué cosa. Me dice que tu avión se perdió en el mar y que puedo viajar de urgencia a Australia. Me da tu nombre. Una identificación de vuelo mh-370 desde Malasia hasta Pekín, y otro proveniente de una escala desde Amsterdam. Todavía no entiendo cómo pudiste hacer ese viaje de locos. La pobre mujer que me habla ignora que soy inmune a esta terminología y que vos sos la experta. Sonrío de nuevo y de manera cortés le explico que estás conmigo y que no insista. Como no entiende razones no me queda más remedio que cortarle.

    Tu presencia no admite nada que no sean sonrisas. Nada que no desprenda luz. A derecha e izquierda de mi pulso, mi espíritu se alimenta del equilibrio de tu cuerpo. Tu desnudez humedece mi piel para beberme entre lágrimas dulces y saladas. Tus pechos son faros disolviendo las sombras.
    Luces blancas que apaciguan mi pensamiento febril y lo transforma en besos serenos.

    Tus pechos son cielo y camino.

    Tus pechos que me elevan.
    Me llevan.
    Me alejan.


    de © TETAS, historias de pecho, © daniel cáseres, editorial © Textos Intrusos, Buenos Aires 2015
    (todos los derechos reservados)​
     
    #1
    Última modificación: 8 de Noviembre de 2015
    A Narablus y ludmila les gusta esto.
  2. ludmila

    ludmila Poeta veterano en el portal

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    Qué bellas imágenes, un gusto enorme leer tu prosa amigo, un gran cariño.
     
    #2
  3. Narablus

    Narablus ...

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    Daniel gracias por ese viaje...que nos lleva lejos
    en un excelente escenario de imágenes y sentimientos.
    Complacida de leerte poeta. Abrazos.
     
    #3
  4. Solaribus

    Solaribus Poeta veterano en el portal

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    Gracias Maby. Te mando un súper abrazo desde acá cerquita. Un lujo que me doy en vida es que leas lo que escribo. Beso. Dani.
     
    #4
  5. RAMIPOETA

    RAMIPOETA – RAMIRO PONCE ”POETA RAPSODA"

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    Poco me llevo con la prosa, pero esta, empieza a gustarme.

     
    #5
  6. Solaribus

    Solaribus Poeta veterano en el portal

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    Gracias a vos, Lu, por leer mi humilde trabajo. Te abrazo. Nos leemos. Dani.
     
    #6
  7. Solaribus

    Solaribus Poeta veterano en el portal

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    Honor que me haces, Ramiro, en entrar en el pequeño espacio que llevo en esta querida casa de Mundo Poesía. Comparto con vos, quizás, que la Poesía es más cercana al corazón de uno. Lo más familiar y amado. Pero como seguro lo sabrás, la Prosa a veces corre solícita a completar huecos del corazón. Y, al igual que la Poesía, también sana ciertas dolencias del espíritu y acaba por saciar el ser de quien le dedica el tiempo necesario.
    Te abrazo. Dani.
     
    #7

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