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El cuerpo

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Khar Asbeel, 25 de Octubre de 2016. Respuestas: 2 | Visitas: 482

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Un hombre de cabello entrecano y vestido con un sobrio traje gris cayó muerto de repente sobre la dureza de la calle más céntrica de la ciudad. Nadie noto la urgencia con que sus crispadas manos llegaron a su pecho ni oyó el leve y pudoroso quejido que lanzo junto al discreto estrepito de su desplome.

    Sobre su rostro quedo tendido aquel hombre, extendiendo su apretada humanidad sobre la gastada acera. La gente pasaba cerca de él, rozando su cuerpo cada vez más frio con las puntas o los talones de sus zapatos; pero nadie lo miraba y si nadie se dignaba a posar sus ojos sobre el menos, acudió en su ayuda. Toda la mañana quedo el cuerpo del hombre sobre la concurrida calle, mientras un río de gente fluía a su lado incesantemente, sin que sus rumores lo perturbaran ni sus efluvios enturbiaran la quietud de sus desamparado. Llego el medio día, se escurrió la tarde entre las calles y el sol se despidió con un bostezo de fastidio, relegando a la noche aquel cuerpo helado, desolado y anónimo.

    La oscuridad amenazaba devorarlo todo y para exiliarla luces artificiales florecieron por doquier, iluminando la opaca silueta tendida sobre la calle principal de esta famosa ciudad. Vagabundos que arrastraban sus despojos, ebrios cuya dignidad se perdía con cada vómito, traficantes que vendían veneno al temblor ansioso de manos sin futuro, putas de mirada seca y pechos desgastados; los mejores ejemplares de las más agria fauna urbana, noctambula por naturaleza, paso junto y sobre el cuerpo. Los faros bicolores de las patrullas hicieron danzar espectralmente su sombra sobre las paredes pero nadie reparo en la pétrea presencia del traje gris. Al llegar el día, el son miro con desgano la rigidez del cadáver enclavada en el mismo lugar en que se sembró.

    Días pasaron, acumulándose sobre el cuerpo. La braza del hambre de perros y ratas respeto la solemnidad de esa carne abandonada y esta se fue poblando de gusanos, que hacían danzar su blancura en un alegre y enfermizo aquelarre sobre la verdosidad hinchada de la piel, la cual exhalaba un hedor insoportable que no parecía incomodar a la cotidiana muchedumbre que reptaba alrededor del cadáver.

    Años se fueron y años vinieron. Hijos de convirtieron en abuelos. Guerras se ganaron y perdieron. La ciudad cambio de piel mil veces. Las cenizas se dispersaron y nuevas flores nacieron.

    Pero hay cosas inmutables, inamovibles, como el cielo y como la tierra.

    Si vas a cierta calle de cierta ciudad, podrás ver a un sencillo traje gris hecho jirones, cobijando decrépitamente un cumulo de huesos ennegrecidos que se confunden con la ordinaria basura que arrastra el viento.

    Y a la gente que pasa y pasa sin verlo nunca.

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    #1
    A Rosario Martín le gusta esto.
  2. Rosario Martín

    Rosario Martín .

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    Nadie ve lo que no quiere ver...
    Subo de nuevo tu prosa, compañero,merece la pena
    echarle un ratito y disfrutar su lectura.
    Saludos
    Si puedes repasa el texto, a algunas palabras les falta el acento,se leería mejor...
     
    #2
    Última modificación: 26 de Enero de 2017
  3. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Muchas gracias amigo
     
    #3

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