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Claudia, a oscuras, ,mas llena de su luz.

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Lirae, 7 de Junio de 2018. Respuestas: 1 | Visitas: 702

  1. Lirae

    Lirae Poeta que considera el portal su segunda casa

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    No encuentro una jornada en la que pueda mezclar mi alma con mi sepulcro que no seas tú, amiga mía. Te siento como mi tumba ambulante, donde yo me refugio y tu me transportas, a veces donde quiero, pero las más de las veces no escuchas mis gritos y mis llantos para hacerte volver atrás.
    No consigo salir de esta oscuridad perpetua a la que Doyle o estos fármacos que me dan la vida me someten. Y duermo, y duermo para dejar que los años cubran el tiempo aceptable para partir el día que del calendario se despierte.
    Siempre despierto en esta casa oscura que de alguna manera ha conseguido darme seguridad, al menos reina la soledad más extrema y el silencio y las sombras son mis aliadas.
    Cada día descubro habitaciones nuevas, recovecos que me llevan a despensas ocultas donde me siento en una esquina y me confortan. Pero anoche, anoche vi que tras una puerta había luz. No sin temor me acerque y llena de dudas abrí...Lo que vi, no tenia explicación para mi. La luz casi cegaba mis ojos, era una casa contigua, llena de luz azul celeste reflejo de las cortinas...El ambiente era de lo más acogedor que nadie puede imaginar en la vida. Era extraño mirar la linea que separaba mi oscuridad con aquella luz casi cegadora para mi, pero apacible. Al fondo había un gran ventanal, por donde entraba luz a raudales, cubierto, como digo por una cortina azul que daba ese tono tan apacible a la estancia. Había también como una mesa en forma de barra, donde pude ver copas limpias con agua y algunas bebidas. También habían platos de alimentos delicados y finos...La mesa partía el salón en dos, era enorme. A la izquierda había un saloncito con unos muebles de colores pálidos. Yo me senté en la linea que separaba ambas casa, la mía, y esta otra.
    Entonces, no se de donde, aparecieron ellos. Una mujer como de mediana edad, con un traje rojo vaporoso, precioso, su melena era negra como la noche más oscura. Ella tenia una copa en su mano y me miraba con una sonrisa complaciente, como si me esperase. A su lado había un niño pequeño, como de seis o siete años, no podía ser su hijo, no se que hacia allí, pero él me sonreía como si también supiera de mi presencia. Su carita pecosa y la falta de sus dientes me dibujaron una sonrisa que por el desconcierto no duro mucho. Al lado del niño, pude ver a un hombre como 30 años mayos que la mujer de rojo, no podía saber cual era su parentesco, no parecía ser su esposo, y tampoco había parecido para ser su padre, y el sentido me decía que no tenían parentesco. Este estaba elegantemente vestido, pero de andar por casa, como esos hombres de la antigüedad, con un pañuelo en el cuello, con perilla y pelo cano. Para su edad, parecía muy cuidado y atractivo. También él tenia una copa en sus manos. Y al lado de este, había una señora muy, muy anciana, esta vestía de negro, pero con elegancia. Ella tenia el pelo bien peinado, con mucha distinción. Ella me miraba con ternura.
    Me extraño la diversidad de años entre unos y otros, pues no podía unirlos ni por edades ni por parecidos en parentescos. Y menos en su forma de tratarse, aunque estaban bien compenetrados unos con otros….En definitiva, que no parecían ser familia, sino seres que de alguna manera habían llegado a aquel lugar y habían hecho su hábitat con las personas con las que se sentían bien...O que de alguna manera cumplían una función allí...Ni el niño parecía triste, ni con necesidad de más familia...Ellos no me hablaban solo me miraban y me sonreían, brindándome la oportunidad de pasar al otro lado.
    Pero, no se porque, me daba más miedo pasar al otro lado que, quedarme en mi oscuridad. Esa forma de extenderme sus manos me lleno de temor. Y recordé la cara de mi amado, quien nunca me extiende sus manos, sólo me abraza, me acaricia la cara, me seca las lágrimas, me besa los hombros y con toda su calidez me desata las correas y me invita a volar, y yo me siento como una paloma, o una mariposa de colores...
    Con ellos pude hasta imaginar como era el vestido que me tenían preparado, como seria mi peinado, y que también tendría una copa de buen vino o buen champán en las manos. Y que probablemente yo seria un personaje mas que un día seria admirado desde el otro lado por alguien parecido a mi…
    Y me sentí un poco desgraciada por no atreverme...
    Pero miré hacia atrás y ciertamente mi densa oscuridad hasta se podía respirar, pero de alguna manera me daba paz. Ha sido mi hábitat durante toda mi vida...y yo sabia que en esa oscuridad estaba mi ángel conmigo. Era nuestro hábitat, el lugar donde nos encontramos y él me cuenta como un día corto sus alas para acompañarme en esta aventura que es mi vida. Esta catástrofe que cada jornada me levanta de la cama y con uno más de sus alientos, me hace ponerme en pie, cuando en un suspiro le escucho decir, ¡mi amor, he estado, estoy y estaré siempre a tu lado!
    Y yo, yo no me puedo permitir perder ese momento, ese minuto que me llena las veinte cuatro horas del día…
    Así que, apoye mi cabeza en el poste de la puerta que nos separaba, y con un suspiro, recordé las ropas de mi guerrero, unas ropas oscuras de soldado, que un día llegó cabalgando y me conquistó, hace ya tantos años, tantos…
    Me levanté, y viendo el estupor en las caras de mis pretendidos anfitriones, cerré la puerta y me volví a mi oscuridad cegadora, a esperar que mi amado me saque de aquí sin que yo tenga dudas ni quebrantos…
    Ahora, en este instante escucho su voz desde alguna estancia de nuestro habitáculo, que me dice ¡Estoy aquí , mi amor!
    Y yo, vuelvo a llorar por los anhelos de palparle...pero se que no puedo ...todavía.

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  2. Luis Á. Ruiz Peradejordi

    Luis Á. Ruiz Peradejordi Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Es la magia de la mente, la que te dice que hay que seguir confiando, esperando a quien nos ha prometido volver. Lo demás son cantos de sirena, que conducen a la catástrofe y que sólo Ulises ha podido escuchar sin caer en sus redes. Claudia tiene un ángel. Claudia tiene ángel y arropada en ese convencimiento será capaz de soportar la interminable cháchara de Doyle.
    Mis saludos a Claudia y un especial abrazo para ti.
     
    #2

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