El juego de la vida

Intenté jugar y creé y tiré los dados. Recuerdo que El juego de la vida lo había llamado, pues vivir lo veía un juego de la muerte.

Fue todo fruto de mi mente. Tenía premios, ganaba puntos, cumplía retos, y todo desde la comodidad de mi cuarto.

Duré unas semanas artificialmente estimulado y allí quedaron al rato, en un cajón olvidado, todos los escritos que conformaban las pautas para vivir jugando.

El asunto era complicado, y más por mi introversión en aquel momento que por alguna situación externa, pienso ahora, tras varios años.

Jugué, moví fichas y transformé la realidad para hacerla apetecible, divertida incluso, pero jugaba en solitario. No había turnos, no había miradas ni sonrisas ni otras cabezas, piernas y brazos; había sólo papel, letras y ganas de no morir abandonado.

 

Muy ameno tu escrito, muchas veces el juego de la vida es solitario... tenemos que creer en el azar otras veces en el destino.
Un gusto comentar por primera vez tus letras, saludos a la distancia.

 

Agradezco tu comentario, Alecctriplem. Es tan cierto que muchas veces lo es como que muchas de esas veces es tan solo una opción. Lo puedo ver ahora, con una perspectiva mayor.
Otro saludo a la distancia.

 

Gracias una vez más, Luzyabsenta.
Lo más interesante, quizás, es que cuento algo que, sin dejar de serlo, va más allá de la metáfora; realmente inventé un juego para vivir por parecerme imposible lograr de otra manera lo que deseaba.
Era un juego con su manual, sus recompensas, sus reglas... Todo lo necesario.
Aquel intento dejó marcas profundas en mi forma actual de ver la vida. Lo que tuvo una intención logró otro resultado y dejó otras enseñanzas.
Un saludo y buen día.
Hambre

 

Gracias por tu apreciación, marlene2m.
Podría serlo, sí... Aún sigo jugando, aunque de otro modo un tanto menos solitario.
Un saludo.

 

Me gustó, señor Hambre, y lo veo más como un poema que como una prosa. No sé si será mejor o peor escribir en prosa o en verso; pero lo que es seguro es que en el juego andamos... de la vida.
Muchas más cosas se me ocurren al leerte, y eso es muy buena señal.
Encantado de leerte, compañero.

 

Un bello relato lleno de sentimiento. Bienvenido al portal. Feliz año.

 

Entonces, quedémonos por ahora con lo seguro.
Un placer recibir tal apreciación. Igualmente encantado, compañero del arte.

 

Muchas gracias por expresar la belleza sentida, por darme la bienvenida y por desearme un año feliz. Te lo deseo igualmente.