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Liberalismo Fake

Tema en 'Prosa: Sociopolíticos' comenzado por Kwisatz, 1 de Enero de 2019. Respuestas: 8 | Visitas: 812

  1. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    LIBERALISMO FAKE

    Cuando cayó el muro de Berlín se hizo obvio, pese al obstinado e inútil hermetismo del bloque soviético, que el Capitalismo le había ganado la partida al supuesto sistema Comunista implantado en la URSS.

    La victoria del sistema Capitalista abría las puertas a una nueva época en el que liberalismo económico imperaría.

    Con la libertad como bandera y el “laissez faire” como lema, esta corriente económica se ha impuesto sistemáticamente a gobiernos de todo signo y condición. Inclusive países autodeclarados Comunistas como China (aunque en realidad se trate de una dictadura de partido) se han entregado al nuevo orden económico mundial.

    Libertad de movimiento de mercancías y servicios, eliminación de aranceles, no intervención de los gobiernos. La Economía en su máxima expresión, sin adulteraciones de la política.

    Supuestamente este sistema económico traerá la prosperidad a los pueblos, o mejor dicho, a los individuos. ¿Es eso cierto? ¿La oferta y la demanda se equilibrarán de forma natural tal como preconiza esta corriente? ¿Los Estados en su mínima expresión es lo mejor para la ciudadanía? ¿La competencia es la fuente de la eficiencia? ¿La gestión pública es por defecto más ineficaz que la privatizada? ¿La iniciativa privada velará por el bien común? ¿Un mundo sin impuestos donde toda la responsabilidad recaiga sobre la iniciativa privada del individuo es lo más justo?

    Tal vez sea necesario repasar estos conceptos y contraponerlos a nuestra realidad actual para dilucidar cuánto de verdad hay en ellos.

    Vamos a empezar por la competencia. Es cierto que se trata de una fuente de impulso excelente para la eficiencia y la innovación. No hay más que observar, aunque sea con fines militares, todos los avances tecnológicos que una guerra conlleva. Un ejemplo brutal, aunque ilustrativo.

    La Economía liberal no es más que otro campo de batalla. Las empresas compiten entre sí por la conquista del Mercado, es decir, de nuestro consumo. Necesitan agudizar el ingenio, encontrar sus ventajas diferenciales, ser mejores competidores para destacar y conseguir un trozo más grande del pastel.

    Como bien dice el dicho, a río revuelto ganancia de pescadores. El consumidor es el máximo beneficiario de estas batallas comerciales por su querencia. Productos y servicios más baratos, con más funcionalidades, mejores diseños, más exclusivos y así un largo etcétera.

    Todo genial, salvo que se nos olvida un pequeño detalle sin importancia. Las guerras eventualmente terminan y surge un vencedor. ¿Qué pasa entonces cuando un determinado mercado cae cautivo de uno o unos pocos actores? ¿Qué impedirá a estos nuevos imperios económicos dar la vuelta a la tortilla e imponer su ley al consumidor?

    Tal vez les haya venido a la cabeza ideas tales como leyes antimonopolio, tribunales de la competencia o quizá, si es usted un romántico, un nuevo actor que intente desbancar la posición dominante de estos tiranos capitalizando el descontento de los oprimidos consumidores.

    Olvídense. Todas esas posibilidades requieren un Estado capaz de plantar cara de tú a tú a estos emporios y ya verán por qué es fútil contar con ello.

    En realidad los Estados en el modelo económico liberal no son más que herramientas, o tal vez armas en las guerras comerciales.

    Cabe recordar que los Estados los constituimos todos los ciudadanos que vivimos en él, gobernados, o mejor dicho gestionados, por unos representantes democráticamente escogidos por el pueblo.

    Hasta ahí todo perfecto, salvo que nuestros representantes no son impermeables a la influencia de los imperios comerciales. Y no hace falta hablar de corrupción (que también) para entender hasta qué punto están condicionados por ellos.

    Son ellos los que financian, de forma directa o indirecta las campañas de sus partidos. Son ellos los que, en buena medida, con sus contribuciones fiscales sostienen las arcas del Estado. Y no sólo eso, además son una fuente de trabajo que a su vez genera más impuestos para el Estado a través de las rentas del trabajo. Eso sin tener en cuenta impuestos indirectos tales como el valor añadido al consumo.

    ¿Cómo resistirse a tamaña influencia? Sin el soporte de los imperios económicos los Estados se disolverían como azucarillos en un vaso de agua. Cualquier político medianamente formado lo sabe.

    Siendo así ¿Por qué no han desaparecido los gobiernos y los Estados? Sencillamente porque son marionetas útiles.

    Los Estados son un camuflaje perfecto para ellos, un escudo contra la ira de los pueblos. A los emporios económicos les interesa la unificación de los mercados, pero están encantados con la existencia de los Estados.

    De nuevo tenemos que retornar al principio de la competencia. Los Estados soberanos (disculpen que aguante la risa por el epíteto) son los que establecen las leyes, las normas del juego, lo cual implica fiscalidad y derechos laborales. ¿Qué mejor que tener un montón de Estados compitiendo entre sí para ser la más guapa (o barata) del baile y atraer la atención de estos emporios (o inversores, como les gusta llamarlos)?

    La competencia es fantástica, ellos bien lo saben. Vivan los Estados, siempre y cuando sus tonterías sentimentaloides no interfieran con sus intereses.

    ¿Armonización fiscal? Vade retro.

    ¿Y por qué quedarse ahí? Si financiamos los Estados con deuda pública el sometimiento será total.

    ¿Y por qué dejar al Estado prestar servicios a la ciudadanía (nuestros queridos consumidores) cuando podemos sacar tajada de ello con unas privatizaciones?

    ¿Es más, para qué quieren pagar impuestos los ciudadanos al Estado cuando pueden dárnoslo directamente a nosotros los emporios? Aquí tenéis seguros de salud, planes de pensiones y escuelas privadas. Dejad que los consumidores vengan a mí.

    ¿Impuestos? ¿Reparto de la riqueza? Bobadas. ¿No ve lo corrupto e ineficiente que es el gobierno? Tome su miseria íntegra y contrate uno de nuestros maravillosos servicios. ¿Qué no le llega para costeárselo? ¿A mí qué me cuenta? Ahí tiene un rincón para morirse libremente de asco, no moleste.

    Resulta irónico comprobar como muchos de estos emporios nacieron a la sombra de empresas públicas creadas por los Estados como auténticos monopolios y eventualmente fueron “liberalizadas”.

    Y es que el matrimonio entre política y economía es indisoluble. Ríanse de la religión.

    Una vez en la cumbre, no duden que los emporios económicos, a través de los Estados y por mediación de sus lobbies (sus mensajeros) consolidarán su posición dominante manipulando las leyes a su conveniencia para evitar la entrada de nuevos competidores. No son necesarios los aranceles, basta ser creativo con los tecnicismos.

    Y si hay que pagar una multa, se paga, que seguro que sale a cuenta. Díganselo por ejemplo al cartel de las petroleras. Pero ojo con hablar de expropiaciones estatales, neandertal del siglo XX.

    Por si no se habían percatado, estamos viviendo un nuevo feudalismo. Más sutil y sofisticado, cierto, pero una plutocracia al fin y al cabo. No somos mucho más libres que aquellos que vivieron bajo el yugo de las dinastías absolutistas y la nobleza.

    Recen para que las grandes fortunas sigan con sus guerras comerciales y no decidan concentrarse aún más.

    Cualquier parecido de liberalismo con libertad es mera casualidad.
     
    #1
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  2. LIBRA8

    LIBRA8 Invitado

    Todo lo que dices es cierto, el problema es que no existe otro camino -sobre todo mientras no exista una unidad política poderosa a nivel mundial apoyada por una una concienciación y cultura importante de los pueblos- Quizás dentro de unos cuantos siglos...
    En cualquier caso "la libertad" es un término demasiado abstracto. La especie humana, tal y como es hoy en día, nunca puede ser libre del todo, hablar de un ser humano libre sería entrar de lleno en el campo de la ciencia ficción.

    Feliz año, compañer@
     
    #2
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  3. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    Gracias por comentar Libra8. La libertad desde luego no conduce a la igualdad. Sin un cambio de mentalidad es imposible el cambio. Sólo me pregunto si ese cambio de mentalidad cabe en nuestra naturaleza humana.

    Feliz año compañer@
     
    #3
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  4. LIBRA8

    LIBRA8 Invitado


    La igualdad social "solo" requiere de leyes justas, aplicarlas correctamente y un Estado de bienestar. El cambio de mentalidad supongo que va paralelo a la evolución humana y social, y "cabe" hasta cierto punto en la naturaleza humana.. ;)

    Un abrazo.
     
    #4
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  5. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    Igualdad de oportunidades al menos y justicia social. O lo que es lo mismo, todo el mundo tiene a su alcance una vida digna. De todos modos todo lo que la libertad tiene de abstracto, la justicia lo tiene de arbitrario. Salud.
     
    #5
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  6. LIBRA8

    LIBRA8 Invitado

    pienso que la justicia humana va de la mano y evoluciona con la sociedad, pero siempre debe estar supeditada a unas normas éticas fundamentales basadas en la razón y la empatía. Salud.
     
    #6
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  7. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    Estoy de acuerdo.La empatía es la clave de todo. Salud.
     
    #7
  8. El Sultán de la Poesía

    El Sultán de la Poesía Poeta fiel al portal

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    Comparto lo escrito. Un placer leerle. Saludos.
     
    #8
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  9. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    Un saludo Sultan y muchas gracias por dedicarme su tiempo. Comparta sin remilgos.
     
    #9

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