Ganándole a la noche

De acá se sienten los sonidos acampanados del pueblo. La tibia fosa del sol se abre como una boca inmensa. Debemos salir de acá. Pensé. Urgente. La batalla llegó a su final. Cuando él lo sepa se pondrá rebelde. Saldrá agua de su nariz. El síntoma todo de la desesperación bañara su cuerpo, y empuñando un sinnúmero de escusas será otro. Es decir. El mismo hombre pero de un modo cruento. Huirá su alma sensible y quedarán sus huesos, sus vísceras mudas. Su lineal razón lo dejará perplejo. Ya sabemos nosotros. Sí, es nuestra leña la que arde más. Es este espacio, en dónde lo hemos dejado, la ruina misma. Y debe saberlo. No tiene otra función más que comprender.

Enzo.

 

Interesante encuentro con tus letras. Ha sido un placer imaginar...
Saludos,

Palmira

 

Gracias, Palmira.
Palmira,

 

Bonito!
Abrazo polen!

 

En breve corrijo.

No sé, supongo en excusa. Es posible, sí.