Bienvenido, LLorón.

Ya son varias las llamadas a la Protectora por el mismo perro así que me acerco al pabellón agrícola en cuya puerta denuncian su presencia, atado dia y noche con una cadena metálica a una caseta de maderas viejas.

Accedo al lugar indicado al que llego por un estrecho camino de tierra tras dejar atrás las casas que configuran una minúscula localidad rural en las cercanías de la Capital.

El perro, grande y lanudo, mueve la cola alegremente al acercarme, se deja acariciar y cuando, tras comprobar que hay restos de pan duro en el suelo y agua ennegrecida en un agujero, me alejo, empieza a llorar y a hacer difícil mi marcha.

Vuelvo unas horas después con un saco de pienso y un balde de agua limpia.

Al dia siguiente compruebo que no quedan restos del pienso y veo el balde que sobresale de un contenedor de basura junto a la puerta del pabellón. Le dejo su ración de pienso y otro balde con agua. Un hombre sale de la nave.

- No puede estar aquí, es propiedad privada. ¡Largo!

- No hay ningún cartel en el camino que lo indique y puedo entrar libremente según me ha informado la Policía Local.

- Eso ya lo veremos. Deje Usted en paz al perro que no es suyo. ¡Fuera!

- ¿Pero por qué lo tiene así, siempre atado y solo, sin agua y sin comida? No es agresivo, no va a proteger su propiedad.

- ¿A Usted que le importa? El perro es mío y lo tengo como quiero. No vuelva a acercarse por aquí.
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He visitado al perro, al que he llamado Llorón, varias veces más, ya entrada la noche.

Hoy se encienden las luces de un todoterreno cuando estoy acariciando al lanudo. El hombre lleva una escopeta.

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He dejado pasar dos semanas. Llorón me reconoce al llegar y se alegra tanto que casi no me deja cortar la cadena con la cizalla. Sube al coche de un salto. Se acabó.

Tiene su colchoneta en la alfombra junto a mi cama y no deja de mirar al cuadro de la mesilla.

- Es María, pero ya no…..no está. Era enfermera y murió de covid hace tres meses. Los del botellón que llevaron a su amigo en coma etílico empezaron a tocarle el uniforme cuando les pidió que se pusieran mascarilla y le quitaron la suya. Se contagió esa noche.

Llorón escucha y chupa mis manos con su lengua esforzada y agradecida. Unas lágrimas se reflejan en sus ojos limpios.

 

Hablar del agua en unos ojos,
y reprimirse detrás de ellos
es no hablar, sólo sentir.

 

Precioso....... Gracias

 

Grandes líneas, placer leerte,

Saludos desde RD

 

Gracias por leerlo.

Saludos

 

Yo conocía a uno que vivía más solo que la una en una casa, cuyos dueños iban alguna vez cada mes o cada dos meses. Yo no sabía cómo se llamaba, le puse de nombre Tristón, porque así me lo parecía. Como comprenderás al leer lo de tu Llorón, me ha venido enseguida a la cabeza.
Le llevábamos comida cuando estábamos allí, nosotros y otros vecinos de la zona. Era un perro precioso. Yo entonces no tenía aún a mi peludo, me lo hubiera quedado de buena gana.
Pero al parecer un día le abrieron la puerta, y nunca más se supo de él. Suponemos lo peor, perdido en el campo, pobre, aún lo recuerdo con cariño.
El perro de tu historia tiene final feliz.

Me ha gustado.

Saludos.

 

Si le abrieron la puerta.........le liberaron y estará con los liberadores, feliz.

Gracias por leerlo

 

No, le abrieron la puerta sus amos para que se fuera; lo dejaron irse y perderse solo por esos mundos... no confío en que corriese buena suerte, lo tenía difícil.

 

Vale, vale. El riesgo es que terminara en alguna Perrera Municipal........

 

Has tocado unos temas muy sensibles y muy tristes, primero el maltrato animal, algo que no puedo concebir, luego la muerte por el egoismo o la inconsciencia de los que se creen invulnerables ante una enfermedad terrible que se ha llevado por delante a muchas personas. Al menos la historia del perro ha acabado bien. Buen relato.

 

Gracias por leerlo y por tus comentarios.
Cyrano