Poesía a esta hora

¿Poesía en esta hora?

¿Acaso no estás viendo las personas asesinadas y los edificios destruidos? ¡Poesía!

¿Qué clase de imbécil le hace versos al ego mientras una manada de tóxicos enfermos se apodera del mundo porque quiere más dinero?

Por idiotas, por “poetas”, no podemos defendernos. Solo morir, o vivir muertos, usados, atados, peores que esclavos… subvivir indignamente, hasta que se hastíen -los enfermos- de nosotros.

Odio, ¡yo sí odio, y lo declaro! Allá los “modositos”, las “modositas”, que esconden detrás de libros leídos sus toneladas de podrida cobardía. Detrás de sofisticadas (sofisticada viene de sofisma…) posturas dizque inteligentes, y “racionales”, y silenciosas, y miradas de reproche-entendimiento, y planos supuestamente superiores, y mientras tanto ¡Jajajajj!, el dueño de sus pinches semividas se relame burlón.

Ya que leen tanto, lean a Mr Danger, el de la novela de Gallegos. Claro, si es que consideran a Gallegos alguien de su estúpida estatura intelectual.

Yo sí odio. Yo quiero irme con Zamora. O sin Zamora, a encajarle a un rico un verso de hierro en la cabeza, garganta, hígado… donde lo destroce, lo aniquile y lo destruya. Y él lo sabe. Por eso es que se ha armado; porque quien la debe, la teme. Sabe que tiene mi odio, y que el odio es la única respuesta respetable que puede esperar de aquellos a quienes siempre ha jodido. Sabe que es una plaga parasitaria mortal para el resto del mundo (no de la humanidad: del mundo… tal vez del universo) y disfruta saquear, esclavizar, someter, asesinar, tanto abierta como sofisticadamente (sofisticadamente viene de “mentir”).

No voy a razonar con nadie. Prefiero ser llamado “un animal”… ¿Se creen ustedes “vegetales”, señoras estudiadas, señores sofisticados? Soy un animal que espeta odio cuando es tratado como odiado. Cuando le lanzan bombas, o unos días antes de le se sean lanzadas. ¿O es que son caramelos lo que está lloviendo sobre Irán y Palestina? “¡Ay, no, es que aquí eso no va a pasar…! Va a pasar, pese a las cucarachas que juegan a sacarse entre ellas la silla (por la apuesta de un pedazo de poder, pastel), vestidas con camisas rojas pintadas con los ojitos del que se murió... Aunque ahora ya no las usan tanto, descubrieron que hay otros colores… como el blanco, el verde, el amarillo. Y que les quedan bien a las muchachas sudorosas de las movilizaciones, cuando bailan el merengue del gallo.

Va a pasar, porque somos “una amenaza inusual y extraordinaria”.

Creo que no ha pasado todavía, por desprecio. Porque no nos consideran dignos de invertir bombas en nosotros. No calzamos, ni de lejos, la estatura de un enemigo real. Mejor sentarse a ver, al menos por un rato, cómo las cucarachas, desde los bares caros y los edificios gubernamentales arruinados, sin baños, ni ascensores, ni agua potable, ni sueldos para los trabajadores, siguen jugando al antideporte sucio de sacarse unas a otras la silla, por un pedazo más grande de poder, pastel. Ya habrá tiempo de aplastarlas, igual que a los animales con pretensiones de ser libres… como

Postdata: A todas estas,

¡FUERZA, PALESTINA!

¡FUERZA, YEMEN!

¡FUERZA, IRÁN!​

 

Harto de tanta mediocridad. Habladera de idioteces, mientras los poderosos pretenden cogerse el mundo para ellos a punta de bombazos.

Gracias por venir hasta este grito de rabia.