1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Nuestras pieles, muy juntas
tan llenas de nosotros,
henchidas de amor sobre la tierra,
donde amarnos es ignorar la lluvia,
es alegría de sentir ese canto tuyo y mío,
como el milagro de estar vivos,
con tus manos y mis manos
sosteniendo nuestro tiempo.

Ana Mercedes Villalobos

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    Hay una extraña magia

    que hace de tus brazos mi refugio,
    como aquella primera vez,
    en que juntos, en Venecia,
    inventamos el amor.


    Nos tomamos de las manos
    recorriendo la estrechez de sus espacios
    en la penumbra que precede al amanecer.


    Caminamos gozando de nosotros,
    del sonido de las góndolas meciéndose en la orilla
    invitando a los besos, al abrazo,
    a la melodía de las almas

    que latían en un solo acorde.

    Bajo la luz de la luna se iluminaba el canal
    las risas se mezclaron con los besos
    nos sorprendió el día, descalzos,
    el sol rozaba nuestros rostros.

    Y supe que respirar
    era tu aliento en mi aliento
    que el amor era tu cuerpo en mi piel.

    La eternidad era un abrazo que
    que nunca se rompió

    en esa ciudad que nos sedujo.
    Allí nacieron mis versos

    y volamos.


    Ana Mercedes Villalobos
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    Hay días que te tengo en la punta de la lengua
    te nombro,
    te siento en cada uno de mis versos,
    en mis manos
    que se deslizan sin reparos por las sombras
    como suspiros suspendidos

    como un vuelo de azucenas
    en el infinito trino del tiempo.

    En mi almohada
    acaricio tus cabellos
    huelo la esencia aromada de tu cuerpo
    de donde se deprende tu voz

    a solas conmigo,
    como una íntima confesión.

    Mis sábanas despiertan acumulando deudas
    de sonrisas, de piernas, de bocas,

    de la entrañable textura de tu piel.

    Como un beso

    que se pierde en el umbral de la palabra
    que se entrega sin pedir nada
    o como una caricia que se asoma al alba

    buscando un cuerpo donde acomodarse.

    A veces son unos ojos
    que callados buscan los míos
    como ese punto de encuentro

    en que coincide también el amor.

    Ana Mercedes Villalobos
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    Hay momentos en que las letras
    no hacen versos,
    en que unos labios que no saben besar
    se llenan de suspiros
    y no suspiran,

    se vuelven ermitaños.

    Las palabras se bordan a las manos,
    se tallan como caricias,

    se hacen deseo en la piel.

    Noches vacías de cuerpos
    como un anhelo que no tiene destino,
    un instante sin tu sonrisa

    cuando el tiempo se detiene.

    Momento de calzarnos,
    de intentar de nuevo el camino
    entre paisajes en que las letras
    se hilen sin tropiezos,
    para llenar el espacio de mi
    vida en que te amo.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Todo empezó en tus ojos
    o quizás fue tu boca
    o tu perfume con olor a madera
    que aroma mi madrugada
    que se mete en mi pecho
    con la certeza del que llega a su hogar.


    Mi corazón tiene memoria del brillo de una luna
    que encendió la hoguera en mi sangre
    que habitó mis primeros pasos,
    de tu mano tomando mi mano
    para caminar los tuyos.


    Y te instalas allí,
    entre mi boca y mis besos,
    acostado a la sombra del camino
    que es mi cuerpo
    y me lees en silencio,
    cada poro de mi piel es tu palabra
    detenida
    como un punto de luz en la penumbra.

    Ana Mercedes Villalobos
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    Es infinito el tiempo de añorarte
    el segundo en que esperando tu llamada

    mi corazón se acelera anticipando tu voz.


    Eres ese viento cálido,
    que como resplandor veraniego,
    va iluminando mis versos
    haciendo de mi existencia

    un lugar donde siempre me emocionas.


    Me abrazo al fuego que danza en mi sangre
    cuando me muestras el cálido paisaje
    donde me guareces,

    donde guardas para mí nuestro sueño.


    Ese espacio de luz en el que me abandono,
    en el que me dejo empapar de ti,
    del calor que perdura en mi pensamiento

    y me acerca hasta tu orilla.


    No hay una sola fisura en la palabra,
    son esos momentos donde solo existe el amor

    tú, yo y la nostalgia.


    Ese punto justo del sonido de tu risa
    en su leve trayectoria hasta mi oído.

    Ana Mercedes Villalobos
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    Cuando las palabras no bastan,
    nace el poema
    desde el sentimiento más profundo.

    Un breve murmullo
    que en el tiempo se hace eterno
    y nos señala el camino.


    Sentada a la orilla del verso,
    me pregunté alguna vez
    si podría ser poeta,
    si mis letras sabrían expresarse.

    Quería que mi voz se abrazara al infinito,
    quería construir un mundo con mis manos,
    asomada a las profundidades del alma


    Ahora estoy aquí, con el corazón en ascuas
    tanteando la vida que se ha hecho grito y vacío,
    futuro y anhelo
    que se anuda a mi garganta.


    Y con la certeza de que es ese pequeño milagro
    que se gesta cada día en el papel,
    lo que me hace soñar con el verde y el azul
    que dan luz al mundo, y que toda la magia cabe
    dentro de la tinta de mi pluma.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Un rumor de olas se asoma a la ventana

    como silente tacto de los siglos
    han dejado todas sus horas en el lecho.

    La certeza de tu gesto de diciembre
    trae campanas en los labios,

    los besos fluyen insaciables
    conjugando el verbo en todos sus tiempos.

    Apretada a tus caderas
    me entrego a la realidad de tu presencia

    no hace falta más.


    Yo que construí mi amor a punta de cincel,

    estoy aquí, procurando no sea leve el encuentro
    dos cuerpos fundidos en amaneceres,
    siempre propicios.


    Las voces se confunden en murmullos,
    una suave melodía que acompaña las caricias,
    suspiros,
    pieles fusionadas, posesivas

    tumbadas sobre las sábanas,
    dibujando el rayo que parte en dos el universo.

    Todo es posible cuando el pulso nos reclama,
    el instante preciso de las bocas, de las manos,
    el deseo que ya no puede contenernos
    se prende como sol en las pupilas.

    Una madrugada infinita

    que desde arriba nos contempla.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Iniciaste, poeta, tu camino
    en busca de belleza en la poesía,
    es tu deber sagrado, tu utopía,
    lo sientes en tus venas, es tu sino.

    Quisieras que tu verso fuera trino
    alborozado, rítmica armonía
    llena de sentimiento y alegría,
    contagioso y brillante. ¡Oh!¡Divino!

    Bulle la mente en busca de motivos,
    la fantasía vuela sin cesar
    buscando pensamientos positivos.

    Conseguir con palabras alcanzar
    los versos que serán definitivos
    es látigo que obliga a caminar.


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    Antes de ti no existía el norte ni el sur

    no había calendario donde contar los días

    días y noches se declararon hostiles.
    Desfilaban las horas en solitaria letanía
    ausentes de manos, de ese olor a tierra
    donde se pronuncian los versos

    donde comienzan a doler por tanta ausencia.


    Vacías de entregas y atardeceres.

    Antes de ti hasta el mundo me era ajeno.
    Los versos lugares deshabitados.


    Tanto tiempo sin abrazar unos besos a mis labios
    que mi boca se desdibujó en mi rostro.


    Hoy que mis noches se visten con tu cuerpo
    me sobra el tiempo que se escurre por mi espalda
    como el punto final de la luz sobre la tarde.


    La lluvia desde ayer llueve todos tus gestos.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Se llenan de nostalgias mis horas
    contemplando tu rostro
    en el añil de un mar embravecido
    donde navega mi deseo
    vestido siempre de mañana.


    Es frío el crepúsculo en tu ausencia
    sin tu abrazo,
    en la mudez que plena la tarde
    la furia del agua me arrastra hacia el vacío,
    como esa silenciosa presencia que se instala
    en tu mirada, quieta, callada.


    Al norte veo tus ojos con la promesa en las pupilas,
    al sur el bosquejo de tu boca
    y los besos robados que acercan los extremos,
    como un volcán con su lava incandescente
    que nos derrite.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Tu mirada artesana teje malabares
    detrás de tus pupilas,
    donde el vacío desdibuja el siglo.


    La memoria no sabe de historias
    que no llegaron a hilarse,
    que murieron antes de ser vividas,
    sólo añoran el tacto de la piel
    que recubre el silencio
    en esta eterna fulguración de mis noches.


    No calla la voz, sólo se hace palabras,
    versos, caricias en el umbral de los labios.


    Desde el otro lado del océano
    inician su solitaria travesía,
    sobre cada espacio
    donde dejaste tu esencia
    junto al temblor de tu cuerpo.


    En esa orilla naufragan las esperanzas,
    nuestras almas no se encontraron,
    pasaron por encima de la vida, de los mares
    atravesaron el horizonte ajenas a nosotros.

    Ana Mercedes Villalobos
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    Sin mediar palabra
    mi vida y mi muerte
    se alejaron,
    me quedé sola
    en el laberinto
    de sombras
    que conforman

    mis tristezas.

    Con el sabor
    de su sangre
    en mis labios,
    aprendí a sorberlas
    de a una,
    sin importar
    las ventiscas
    que azotaban
    mis ojos,
    ya nada era azul,
    la certeza del ahora
    fue la duda del mañana
    sin conciliaciones
    de motivos escondidos
    ni de razones esbozadas.


    Mi alma dormía en la oscuridad
    del instante, sola, de cara al abismo,
    donde el bosque y el trueno se acercan,
    y se funden a los pies del mundo.

    Ana Mercedes Villalobos
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    Mi
    causa
    y
    la mar


    Mensaje
    de
    espuma
    y orilla


    Sonido
    de mar
    en
    calma


    Idea
    buscar
    y
    encontrar


    Una
    aventura
    aire
    tiempo


    Las
    nubes
    existen
    y llueve


    Y
    el recuerdo
    desconcentra
    el presente


    Buscar
    y
    recorrido
    aire

    Mundo
    de mi mundo
    camino
    mar...

    Literatura
    del
    instante
    y luna llena


    Cauce
    canta
    el
    jilguero


    La
    gaviota
    muestra
    lo que es.....



    Máximo Guijarro Moreno 2022


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    Es posible esa luz en tus ojos,
    ese brillo que me enciende
    y me convoca,
    porque todo comienza desde ti.


    Como un tiempo sin manillas,
    infinito en la plenitud de mis manos
    que se abren a tu risa,
    ante cada palabra que adorna tu mirada,
    calladas, absolutas, latentes.


    Son verano tus brazos
    que me rescatan de la noche,
    del abismo, de la soledad
    que se vestía con mi piel.


    Yo me abrazo a tus versos,
    me aferro a cada letra como una rama
    que se adentra en el vacío
    y se brinda para impedir la caída,
    para borrar el dolor de los siglos,
    del universo, de la ausencia.


    Tu eres el amor,
    ese que hace nacer el poema
    que ha inspirado mi pluma
    que traza e inflama mi lenguaje
    y lo hace infinito en estos segundos
    pequeño paréntesis,
    en que no estás junto a mi.


    Porque ya te extraño,
    siempre te extraño


    Ana Mercedes Villalobos
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    Un sueño persistente,
    que como retazos
    espera los brazos
    del destino que lo arrullen,
    el tiempo va bañando

    mi piel cuando apenas amanece.

    Me asomo al albor
    de mi vida y veo
    un mañana lejano,
    mi historia comienza
    a escribirse hoy, ahora.


    Una inquieta mariposa
    revolotea mi mirada,
    llenando mis ojos
    de colores.


    Desde aquí, la noche
    no parece tan oscura.


    Ana Mercedes Villalobos

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