Así que era sexo

Sandra anda de pelea con su marido José Luis, dice que no lo soporta, que hasta asco le inspira, que él con eso de los gritos la desespera, lo que no comprendo es como aun vive con un cerdo de más de 100 Kg de peso, aguantando todas sus maldiciones y sus malas caras por no sé que causa, aunque ella me dice que es por los hijos yo no le creo; tal vez ya no lo ama, tal vez la luz se apago y el no se ha dado cuenta. Cuando voy a visitarlos ambos tienen mala cara y en el ambiente se respira una tensión similar a la que se vive en un ring de boxeo, así que solo me despido rápido e intento no inmiscuirme mucho. A veces imagino que Sandra tiene amante por fuera de su casa pero inmediatamente saco esa idea de mi cabeza; desde que la conozco ha sido una mujer recta y de buen actuar, bueno por lo menos conmigo, creo que el problema está por el lado de José Luis, la verdad es que es un tipo detestable, crecí con él pero nunca me calló del todo bien, es un machista en todos los aspectos y eso está mal si te has casado con una mujer que ha empezado a darse cuenta que el mundo no acaba a la vuelta de la esquina, con sus hijos es un pesado y sé que ellos lo odian, solo que él no lo sabe y le pesara mucho cuando ellos tengan alas y se lleven a Sandra muy lejos del ogro y su pantano.
Sandra trabaja al igual que José Luis, solo que ella sostiene la familia y José Luis se sostiene así mismo, trabaja para él, para sus cosas, para sus gustos, para sus fines de semana en los que la cerveza no puede faltar, como todo buen patriota el futbol es su religión, los domingos se atiborra de comida chatarra y de orines que es lo que lanzan en el estadio de la ciudad. Sandra me cuenta que en las noches de esos domingos llega vuelto una mierda, con su barriga fuera de la camiseta de su equipo, hasta sin zapatos y algunas veces vomitado. que ella odia tener que acostarlo en la cama y ver como los hijos se avergüenzan de su padre, que está cansada y que algún día volará dejando al cerdo con el polvo entre los ojos.
Ésta mañana me tocaron la puerta, era José Luis, con cara de cerdo degollado y algo de temor me conto lo que se veía venir, Sandra se había marchado con hijos y algo de los enseres más valiosos aprovechando la borrachera de su marido. Había dejado la casa sola y a José Luis con sus gritos solamente. El quiso encontrar en mi algo de consuelo pero le hice saber que tenía que trabajar y que era un día muy importante, se zafó de mi casa y fue a dar a la suya, tal vez a tratar de entender el actuar de su mujer, cuando debería revisar primero el suyo propio y ver en él la causa de que su matrimonio se haya ido por el excusado.
Pasaron varios días después de que Sandra se marchase de la casa, él la busco pero no pudo encontrarla y tuvo que tragarse su odio y su rabia. Volví a saber de ella un día cualquiera cuando sorpresivamente me llamó, supe donde estaba y me alegro que estuviera lejos y más tranquila; ahora me llama frecuentemente para preguntarme por las cosas del barrio, por José Luis y su vida miserable; algún día le pregunté la causa real de sus constantes disgustos y discusiones y después de evadirme con algo de pena me conto su secreto, la manzana de la discordia había sido la inapetencia sexual por parte de Sandra que ya no veía nada atractivo en su marido, por eso lo asqueaba, en cambio el quería estrujarla todas las noches e inyectarle su grasa hasta el infinito cuantas veces pudiera. Comprendí todo y hasta una leve risa se me escapó por el auricular del teléfono. Después me hizo prometer que nunca le contaría a su ex marido donde se encontraba, ni el porqué de los disgustos de ella hacia él. Yo se lo prometo y me invita un fin de semana a conocer su nuevo hogar, acepto y después de despedirme me alegro que se haya quitado 100 Kg de encima para de esa forma poder volar libremente.

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excelente prosa poeta.....

No hay duda de que hay gente tan egoista que termina viviendo dentro de su propio peso y ahì a dentro se ahogan cuando el mundo sigue su marcha.

un abrazo fuerte

 

gracias francisco por tu comentario,,, ojala no fuera una historia real

 

Debió ponerlo a dieta entonces. Saludos.

 

si el problema hubiera sido el peso seguramente, solo que hay cosas que una dieta no soluciona, el asco es inherente a la gordura...

 

Muy buen relato...el asco a una pareja en el matrimonio...no cabe. De seguro, separacion o divorcio sera mejor. Me imagino que para Sandra la gordura de su marido fue la pajita que lleno la canasta de su paciencia...
Un abrazo para ti!

 

La palabra "asco" siempre me ha parecido muy fuerte; pero este tipo se la merece, no por la gordura, que conozco gente gordita que es un encanto; pero por todo lo que describes, me alegro profundamente que Sandra haya tomado su camino. Tu manera de escribir es simplemete: excelente. Sinceramente: ISABEL

 

hey gracias por leeerme y por comentar mi hostoria,,, me alegra que personas como uds alaben mi forma de escribir,,, saludos