El Discurso de un tímido

Yo he decirte, bella dama, sin negar mi naturaleza y mi origen, ya que no me avergüenza, que pertenezco a la raza de los tímidos. Es sin duda, esta esplendorosa tribu, una tribu entre las tribus que se olvidan. Esconden su rostro tras los libros y los pliegues extendidos de los periódicos y te ven abriéndote paso entre las colmenas y estampidas de abrigos grises, maletines y papeles blancos. Cuando inclina su cabeza hacia arriba como viendo los mares interminables de la oscura noche, escucha tu voz entre los murmullos, el griterío iracundo y el gemido triste del viento. Y sin embargo, si me lo permites bella dama, y no te sorprenda cuando te lo diga, ellos te hablan y no son escuchados; te miran y tus ojos se pierden entre la niebla. Tal es la indiferencia que soporta nuestra raza, tal es el ruido del silencio que desgarra nuestros oídos. Somos pájaros volando entre pájaros. Pájaros de colores que desgarrados gritan mudos y que derraman lágrimas silenciosas.

Es cierto, hermosa dama, que no es tu culpa tal cual argumentas, pero advierte que tampoco es nuestra. Es cierto, no somos el veloz Aquiles ni el valiente Hector. Se nos dio el atributo de expresarnos de otra manera, nos ocultamos entre las notas dulces de un piano o las moribundas de un violín, nos sumergimos profundos en un lienzo, pintamos un mundo con palabras que han de cantarse a las estrellas teñiendo de música un viejo papel arrugado. Cuando nos es escaso el espacio blanco de una hoja lo hacemos sobre paredes de piedra dura o en esos casos en que nos sentimos desarmados dibujamos figuras indescifrables o tus ojos de luces en lápiz etéreo sobre nuestra propia alma.

Pero no te equivoques, eso somos sobre la superficie del cristal. Tras nuestra sombra está escondido el azufre y la tormenta que se devoran a pedazos los labios mudos de la luna. Somos un paisaje desconocido, el águila que vuela y escapa tras las nubes, el mar en calma que ahoga y quema los navíos azules del silencio.

Tal es nuestra naturaleza, tal es nuestra raza. Y mientras te recuerdo todo esto, no te asustes, bella dama, y ten en cuenta lo que te digo: mi mirada atraviesa la frontera de tus ojos, se transforma en caricias infinitas y en besos invisibles.

 

hwermosa prosa negrito, experesa muy cabalmente la sensación de un timido, yo lo fuí y sé que se siente.
Un abrazo enorme
Marce

 

wow . porque sera que me identifico tanto , que placer descubrirte, buenísimo , esplendido , me encantó y te apludo de pie querido poeta , un honor estar en tus lineas y visitarte , excelente obra .. mis estrellas , todas

 

Gracias a todos por sus comments. He arreglado a unos detalles. Espero que haya mejorado...